El discurso del fin de los tiempos

martes, 9 de diciembre de 2008
image_pdfimage_print
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:  «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio.  Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.  Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre.  Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Lucas 21, 12 – 19

Estamos compartiendo parte de en lo que la Palabra puede intitularse el discurso escatológico. El Señor comenzó a enfrentarse con los fariseos mostrando su hipocresía, valorando la pequeña ofrenda de la pobre viuda que dio todo lo que tenía y dijo Señor tu eres lo más importante para mi. Esto es todo lo que tengo pero te lo entrego y apoyábamos ésta Palabra con aquel texto del segundo Libro de los Reyes cuando el profeta hace que el aceite no se acabe en la casa de la viuda del otro profeta. Bendito sea Dios. Dios nunca abandona a los que tienen el corazón pobre.

Estábamos meditando un poco también y diciendo la destrucción del templo. Es necesaria la destrucción de nuestro amor propio, nuestro egoísmo, de nuestras propias y suficientes construcciones, proyectos de vida demasiados personales, demasiados aferrados a nuestras medidas, tiempos y conceptos. Entonces era necesaria para que haya un hombre nuevo tiene que también destruirse un hombre viejo.

Es necesaria la destrucción del templo para que resurja un nuevo templo que ya no será de piedras, será de corazones, será de un pueblo que no solo alaba a Dios con los labios sino con su corazón en Espíritu y en verdad. Un pueblo que adore, un pueblo que haga que en cada uno de sus miembros, células de un cuerpo viviente, tomando la expresión de Pablo: como un cuerpo todos miembros cada uno de nosotros sea activado por la Gracia, por las células que son el Espíritu Santo actuando en nuestro interior. Desde allí desde nuestro interior una alabanza en Espíritu y en verdad a Dios y ahora éste es el nuevo templo, el que quiere construir Jesús.

El templo que nace en el creyente, en el que se doblega ante la voluntad de Dios y la acepta para si con alegría y se descubre amado, soñado, proyectado,  y se descubre donado lleno del Espíritu Santo desde el bautismo para vivir ese proyecto. Maravilloso. La invitación es a dejar que Dios obre en nosotros.

Podemos orar desde donde estemos. Estoy trabajando en un taller, estoy levantándome cebando unos mates, estoy en la oficina, estoy manejando. Puedo ir así generando y cultivando esa paz en mi mundo interior para amasar éste día desde la fuerza de Dios en oración y en Espíritu de adoración. 

El Señor me está indicando con éste discurso escatológico que no he de fundar mis principales aspiraciones y alegrías en todo lo que yo puedo alcanzar con mis manos y en todo lo temporal. Hay en todas las cosas de la vida una transignificación. Es decir que todo en la vida está hecho para algo más en la vida del ser humano.

Que lindo y que sabiduría poder asumir esto para nuestra vida porque esto es un canino de verdad, es el único camino de la verdad. M