El don de dar

martes, 2 de enero de 2024
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02/01/2023 – Que tengas un muy feliz comienzo de año. 2 de enero todo va volviendo a la normalidad. Algunos descansan saliendo de vacaciones, otros todavía tienen que seguir con su rutina diaria, pero empezar un año nuevo es un regalo que nos hace el Señor. Un regalo para poder compartir la palabra, para poder seguir en su escucha, para caminar y también para dejarse acompañar.


Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: “¿Quién eres tú?”.El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: “Yo no soy el Mesías”.”¿Quién eres, entonces?”, le preguntaron: “¿Eres Elías?”. Juan dijo: “No”. “¿Eres el Profeta?”. “Tampoco”, respondió.Ellos insistieron: “¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?”.Y él les dijo: “Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías”.Algunos de los enviados eran fariseos,y volvieron a preguntarle: “¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?”.Juan respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen:él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”.Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. San Juan 1,19-28

Oración:

En ese miedo, Dios te ampara.
En ese dolor, Dios te consuela.
En ese anhelo, Dios te anima.
En ese cansancio, Dios te fortalece.
En ese extravío, Dios te orienta.
En ese error, Dios te perdona.
En ese proceso, Dios te acompaña.
En ese volver, Dios te recibe.
En esa tristeza, Dios te alegra.
En esa herida, Dios te sana.
En esa preocupación, Dios te escucha.
En esa ansiedad, Dios te contiene.
En esa inseguridad, Dios te abraza.
En esa debilidad, Dios te sostiene.
En esa caída, Dios te levanta.
En esa esperanza, Dios te alienta.
En vos, Dios. En Dios, vos. Siempre.
Amén.


Comenzamos un año nuevo y claro, eso significa ponernos en sintonía de Jesús con nuestros anhelos, descargarnos de esperanzas, de deseos, poder maravillarnos con todo lo que Dios nos puede presentar, ¿no? Empezar el año en la presencia de Dios es a lo que nos invita el Evangelio de hoy, la palabra, ¿no? Vemos que aparece la figura de San Juan Bautista. Juan aparece como el personaje central del evangelio de hoy, él está predicando en Betania y el evangelista pone el acento en que Juan es el “testigo”, el precursor.

Los sacerdotes y levitas le hacen muchas preguntas y él siempre responde que no es él. ¿Sos el mesías? No. ¿Sos Elías? No. ¿Sos el gran profeta esperado? No.

Juan quiere dejar claro que no es la luz, sino que es testigo de la luz, y esto es importante porque nosotros también en nuestra vida nos podemos ‘desubicar’, entonces es bueno saber lo que no somos.
No hace mucho escuché la expresión “Soltá la lupa y agarrá el espejo”. Esta frase puede ser interpretada de varias maneras, pero en general se refiere a la idea de que debemos dejar de enfocarnos en los defectos de los demás o en lo que está mal en lo que nos toca vivir, y en su lugar, reflexionar sobre nosotros mismos y trabajar en nuestros propios problemas y debilidades. Haciendo una autoevaluación de nuestras actitudes y de nuestro modo de relacionarnos con los demás, de nuestros prejuicios y críticas para con los que están a nuestro lado, se me ocurre que es una frase muy acertada. Tal vez es la invitación que Dios también nos hace cada día. En el evangelio vemos cómo Jesús, con otras palabras, enseña y muestra que “los hombres miran las apariencias, pero Dios ve el corazón” (1 Sam 16, 7). Así obra Dios. Él propone, no impone.

Puede que nuestros procesos de conversión permanente no solo tengan que ver con la misericordia de Dios, sino también con un cambio de actitud para con los demás y para con nosotros mismos. El Señor hoy te hace una invitación a dejar de enfocarte únicamente en los defectos o problemas de los demás, y en cambio, mirarte a vos mismo y reflexionar sobre cómo podés mejorar y crecer teniendo sus mismos sentimientos.

¡Cuántos dolores de cabeza, cuántas equivocaciones, cuántas relaciones hubiéramos podido haber salvado si solamente cambiábamos la mirada y nos dejábamos transformar el corazón por Jesús!
¿No será que estamos enfocándonos mucho en los detalles más pequeños y pasando por alto los aspectos positivos? Hay que agarrar el espejo y mirarnos a nosotros mismos de manera honesta y objetiva, reflexionar sobre nuestras acciones y comportamientos y trabajar en mejorarlos. Siempre con la ayuda de Dios.

En lugar de usar una lupa para examinar minuciosamente las imperfecciones de los demás, agarrá un espejo y examinate desde Dios. Ponele palabras a las cosas que tenés que mejorar. San Ireneo decía “lo que no se asume, no se redime”. Hay que empezar por casa: ni una lupa para los demás, ni una lupa para nosotros, solamente la mirada de Jesús.

Prepará el camino


Dice la palabra que es necesario preparar el camino del Señor, ¿no? Porque cuando le preguntan a Juan Bautista sobre su identidad, él responde con una imagen que usa el profeta Isaías, yo soy una voz que grita en el desierto, preparen el camino del Señor. ¿Qué significa preparar el camino? Creo que esto nos da una muy linda clave para poder comenzar a caminar en este comienzo de año, ¿no? Preparar el camino. Si lo tenemos que sintetizar en una frase, creo que sería poder ayudar a todos a que se encuentren con el amor y la misericordia de Dios, pero también ayudarnos nosotros y dejarnos ayudar por los demás, dejarnos acompañar. Preparar el camino es enderezar lo que está torcido, corregir lo que nos complica, lo que nos complicaba, lo que nos va a seguir complicando, buscar mejorar eso que tanto nos cuesta, el mal carácter, la falta de paciencia, el egoísmo. Bueno, cada uno sabe, ¿no? Preparar el camino es dejar que Dios haga nuevas todas las cosas, dejar que Jesús nos sane, pedir perdón, perdonar. Preparar el camino es ser creativos para hacer el bien, no vivir en la indiferencia. Preparar el camino es convertirnos todos los días en instrumento de Dios. Pensá en las personas que te han ayudado a preparar tu camino hacia Dios, los que te siguen ayudando. ¿Vos estás haciendo lo propio con los demás? ¿Hacés memoria de lo que hicieron por vos? Bueno, acordate que una cosa es ayudar a preparar el camino y otra muy distinta es querer caminar por el otro. Para ser libres nos creó Dios. Vos rezá para que ese que por ahí está un poco alejado, renegado, pueda acercarse, pero no quieras caminar por él o por ella. Por eso, si podés, aconsejá, si podés escuchá, pero sobre todo mantenete en la oración, que nunca quieras hacer el camino del otro, que nunca quieras caminar por el otro. Cada uno hace su camino propio y Dios sabe cómo llegar a sus hijos. Vos ponete a pensar cómo vas a hacer este año, a quienes tenés pensado acompañar, quienes querés que te acompañen. Bueno, pone todo eso en oración.
Jesús es el camino.

Hoy nos detenemos en la figura de Juan el Bautista, ¿no? Él era medio, no fin, era puente, no terminal, no punto de llegada. Y eso es lo que vale, poder descubrir la presencia del Señor. Lo verdaderamente importante es encontrarse personalmente con Jesús y desde ahí seguir caminando. ¿Cuántas veces corremos la tentación de perdernos en los medios y olvidarnos del Señor? Es cierto, los errores hay que corregirlos y está bien, pero siempre con misericordia. Como Dios hace con nosotros, la solución no es alejarte. No busques excusas para alejarte. Dejá de culpar a los demás. Acordate que si te dejas llenar la cabeza, en el fondo es una decisión tuya. Vos buscalo al Señor, buscá los caminos que Él te propone para llegar a vos. Sos iglesia, no te alejes. Y creo que es una linda gracia pedir en este comienzo de año, Señor que te pueda encontrar, Señor que te pueda conocer, Señor que pueda compartirte a los demás en comunidad. ¿Quién sos vos, Señor? ¿Quién soy yo? A Jesús le preguntan y a Juan también. ¿Quién eres tú? Es interesante esta pregunta para iniciar el año. ¿Quién sos vos? Trata de fijarte en tu interior, en tu origen, en tu historia y mirando el caminar de tu vida que lo puedas responder con la ayuda del Señor.