El Espíritu que nos hace comunidad

miércoles, 25 de junio de 2025

25/06/2025 – Estamos en tiempo de Mariathon, y en el programa Bienaventurados conocimos hermosos y profundos testimonios. En cada una de las comunidades el espíritu manifiesta siempre su fuerza, su poder, y es desde esa presencia viva, que podemos ser también presencia amorosa para los demás. Y es así ahí donde la comunidad cobra sentido y es lo que también queremos reflejar en los testimonios que se pusieron al aire.

En estos días, en esta semana donde venimos transitando la fuerza de Mariathon, tuvimos la posibilidad de escucharlo a Sebastián, él nos traía desde Dolores, en el penal 6, la gracia y el testimonio de los hermanos que realmente nos reparan.

«Hola Radio María, soy Sebastián de San Bernardo. Quería compartirle que, bueno, junto a Marcelo, Mariana, Mario y Jorge, pertenecemos a la pastora carcelaria 6 Dolores, y queríamos hacerles acercar un mensaje de quienes se encuentran en el periodo de la libertad. Todos los miércoles nosotros hacemos la catequesis, y este miércoles pasado se nos ocurrió compartir con ellos la obra de Radio María y hacer la Mariathon. Así que bueno, se hizo una pizzeada, una humilde y sencilla pizzeada, donde pudimos compartir también la historia de Brochero, escuchar la programación y compartir cada una de las obras que tiene Radio María en su proyecto de evangelización. Luego finalizamos con un momento de oración, donde ellos sintieron la necesidad de querer colaborar y ser parte de la obra de la Madre. La verdad que para nosotros fue un gesto que nos conmovió mucho. Nos conmovió mucho este testimonio que a través de la Madre, quien es la que toca los corazones, surge la esperanza del amor de su Hijo Jesús, más allá de las rejas. Y nos pidieron que transmitiéramos a Radio María y a los oyentes un mensajito que nos pareció muy importante también, que era que oráramos todos muchos por sus familiares, por las personas que los visitan, y por último, que rezáramos por ellos. Les mando un abrazo grande y estamos unidos más allá de la distancia en la oración». 

En otro momento del programa, compartimos el testimonio de Diego Buteler, uno de los voluntarios de la pastoral carcelaria de la ciudad de Córdoba, en el penal de Bower.

«Un gusto saludarlos. La verdad que es una alegría inmensa que me hayan invitado a dar testimonio, a participar de este momento, en esta jornada tan importante en víspera de Pentecostés. La verdad que es un orgullo. Desde el día que conocí a Dios, en el 2021, ya a los 48 años de grande, dije que siempre iba a decir que sí cuando me propusieran hablar de Dios o dar testimonio porque realmente es algo que cambió totalmente mi vida. Así que por un hijo conocí la fe, entré en este camino de fe, en este camino tremendo de fe que realmente me atravesó y cambió mi vida para siempre. Así que bueno, agradecido por poder estar participando. La verdad que el Espíritu Santo hasta el 2021 para mí era simplemente una palabra. Soy hijo de catequista, así que la escuché muchas veces en mi casa.

Pero a partir de que lo conocí, recuerdo en una invitación de mi hijo a una jornada del Espíritu Santo de la comunidad de la Sociedad San Juan, acá de Córdoba, fue realmente un viernes tremendo que me llevó para atrás primero y me hizo ver en la primera charla de ese retiro como Dios y a través del Espíritu Santo me había acompañado en mi vida cuando yo no lo había buscado, no lo había pedido y no lo había reconocido. Así que realmente vi como me había esa mano en la espalda, ese soplo, que uno que en mi caso no lo había identificado así. Y a partir de ese viernes de 2021, postpandemia, mi vida cambió para siempre. Así que bueno, agradecido de poder participar porque, como dije, siempre voy a decir que sí con orgullo y con mucha alegría a hablar de Dios. Así que bueno, a través de la Sociedad San Juan, de esa comunidad impresionante que está en la zona norte de Córdoba, ahí cerca del Puente Turín, en la parroquia de Urca, nos llegó la invitación de hacer un voluntariado después de este retiro y ahí estamos en Bower trabajando en las distintas Casas de la Palabra, en el programa VAE Volver a Empezar. Y la verdad que es impresionante como el Espíritu Santo actúa y trabaja ahí en Bower con nuestros amigos de la fe, con los muchachos.

La experiencia es increíble porque uno llega, como siempre en todo voluntariado, queriendo ir, dar una mano, ayudar, y la realidad es que uno se llena. Todos los días pasan cosas que uno no espera y la verdad que es impresionante como el Espíritu Santo va acomodando las cosas. Siempre nos pasa que con nuestros compañeros de voluntariado llegamos pensando una cosa, armando una charla, muchas veces pasa con algún familiar que nos dice, por favor, ver a tal persona que vaya a la Casa de la Palabra y siempre uno nunca sabe a quién le va a hablar porque pasa que tal vez esa persona no fue, uno va con expectativa de encontrarse, de charlar y demás, y después de repente no va a la Casa de la Palabra esa persona. Termina pasando que nada que ver, va a otra persona o justo hay una luz porque he escuchado un testimonio o en una charla alguien realmente cuenta algo muy fuerte y uno dice, yo voy con tal expectativa y es él el que actúa, el que acomoda las cosas. La verdad que eso es Bower, es ir a compartir la Palabra porque eso hacemos, la verdad que vamos a compartir la Palabra, vamos como uno más, siempre le decimos lo mismo a los muchachos, nosotros estamos acá, no sabemos ni más ni menos que ustedes, simplemente venimos con el corazón en la mano a compartir la Palabra viva del Señor que nos llena y que a nosotros nos transformó, entonces venimos a compartirle porque encontramos ese tesoro y queremos compartirlo con ellos. La verdad que es impresionante las conversiones que hay en Bower, impresionante los testimonios, sobre todo de esta gente que pasa, que está viviendo un desierto, más allá como todos nosotros de lo que hayamos hecho y vieron que conocen la misericordia de Dios y primero se perdonan ellos y después también piden perdón y piden perdón a mucha gente, realmente se transforman, las conversiones en Bower son tremendas.

En mi caso he aprendido mucho el amor desde la cruz porque ellos realmente de una cruz, de un desierto sacan un amor que es impresionante, la verdad que es muy gratificante, es una realidad cruda, muy dura, todos lo conocen, la cárcel de Bower, la penitenciaría de Bower es dura, pero la verdad que realmente es muy gratificante porque uno se lleva siempre mucho más de lo que deja ahí. Nos pasa siempre que salimos de estar con los muchachos cuando termina la jornada, en nuestro caso todos los jueves, y nos abrazamos afuera para hacer una oración y siempre lo mismo, siempre es agradecer, haya de pedir por cada uno de los muchachos, su familia, por los frutos de la prédica del día, es agradecer el privilegio de que Dios nos haya llevado ahí, que nos lleve a trabajar en esa viña, en su viña pero en esa viña, la verdad que nos vamos siempre agradecidos, siempre agradecidos a Dios por el llamado. En mi caso soy de los que creen que la fe realmente es una gracia de Dios porque en mi caso yo no lo busqué, fue mi hijo que me empujó y yo siento que no hice nada, él transformó mi corazón y es un poco lo que trato de compartir con cada uno de los muchachos ahí. 

La verdad que realmente el voluntario de Bower y las casas de la palabra que hay ahí, es un trabajo realmente muy lindo el que se hace, muy organizado y realmente el Espíritu Santo ahí está presente todo el tiempo. Generalmente cuando llegamos hacemos una oración primero de presencia, después hacemos, previamente a todo esto hacemos mucha animación y en eso tengo un pequeño testimonio. Yo siempre soñé y no sé por qué no lo hice, de tocar la guitarra y el primer día que me convocan al voluntariado veo que ponía música con un viejo pendrive, con la música que se escuchaba muy mal, digo che, acá hace falta que traigamos música, consigamos alguien que toque la guitarra, así que bueno nada, me puse a tocar, a tratar de aprender a tocar la guitarra en Youtube y bueno nada, hoy toco la guitarra en cada uno de los jueves que vamos, hacemos una entrada en calor de la fe que les damos nosotros que es arrancar con mucha animación, cantando bien arriba, para dejar un poco la semana atrás, que es dura, y ahí comienza un poco la Casa de la Palabra, que hacemos una puesta en presencia, pedimos perdón por las faltas que cometemos durante la semana y terminamos invocando el Espíritu Santo. Realmente el momento de la invocación del Espíritu Santo es fuertísimo. Las oraciones que hacen los muchachos, nuestros amigos de la fe, realmente es fuerte, es conmovedor, es conmovedor y con la fe que lo hacen, realmente uno ve que el Espíritu Santo está ahí, está presente, está orando, está soplando y hace un trabajo increíble en cada uno de nosotros, porque lo hacen nuestros amigos de la fe de ahí de Bower y lo hacen cada uno de los que vamos al voluntariado porque realmente nos transforma y realmente transforma.

Así que, pese a que lo conocí desde grande, a los 48 años, en el 2021, no me imagino un día sin pedirle algo al Espíritu Santo, sabiduría, paciencia, entendimiento, palabras para poder transmitir lo que uno realmente quiere por el tesoro que encontró y que quiere compartir. Así que, bueno, agradecido a Dios, agradecido al Espíritu Santo que me acompaña en cada jueves y en cada momento de mi vida, no solamente con los amigos de la fe y los muchachos de la penitenciaria, sino en mi vida de todos los días, con mi familia, en mi trabajo, en todos lados. Así que, este domingo, como decíamos el otro día en la Casa de la Palabra, aprovechar que es el domingo del Espíritu Santo para tenerlo muy presente y no olvidarnos que realmente es una mano en la espalda que está todo el tiempo y que nos acompaña y que nos hace caminar con fe, con confianza y con alegría».

Compartimos el ultimo testimonio que escuchamos en las vísperas de Pentecostés, y es el de una mujer que supo de partir, de empezar el camino y de dejarse habitar también por este espíritu que la puso hacia adelante, que la acompañó a lo largo del camino, ella y su familia.

Es el testimonio de Yadira, catequista en la Iglesia Catedral de Córdoba y también muy gentilmente nos compartió cómo ella fue viviendo esta presencia de Dios y del Espíritu en esta difícil travesía de dejar su tierra. 

«Hola, soy Yadira, venezolana. Decidimos salir de nuestro país en el peor momento de la crisis donde había mucho dinero, pero devaluado. No se podía comprar nada, ya que existía una gran escasez de productos en los supermercados. También no había agua, luz, gas, internet. Todo estaba racionado, o sea, intervenido por el gobierno. Cuando ya estábamos decididos a salir del país, nos visitaron nuestros amigos sacerdotes, ya que servíamos en la pastoral familiar. Y ellos de inmediato nos aconsejaron que saliéramos sin comentarle a nadie.

El día siguiente, muy triste, ya que teníamos 30 años de trabajar en el comercio, tomé la Biblia y la abrí al azar, donde me encuentro con la palabra de Josué, que al leerlo me decía: Sé fuerte y valiente, vas a entrar a la tierra prometida, no te dejaré ni te abandonaré». A partir de allí, empezamos a sacar los documentos requeridos para emprender el viaje, ya que era muy difícil obtener los documentos necesarios para poder salir de nuestro país. Eran millones de personas que trataban de obtener los documentos, y allí tuvimos otro milagro de la mano de Dios. Logramos salir con nuestro propio vehículo. Durante el viaje era complicada la trayectoria por Venezuela, por la falta de combustible, y solo el poder de Dios nos encontrábamos gente que nos colaboraba a llenar el tanque.

Entramos a fronteras de Brasil. Al presentar la documentación, fuimos muy bien aceptados por las autoridades de Brasil. Durante el trayecto se sentía el acompañamiento de Dios, ya que nos rodeaba gente muy amable y colaboradora. Cuando llegamos al paso de la selva amazónica, era muy difícil, y no había por las noches dónde quedarse. Después de tanto recorrido tuvimos el milagro de encontrar un puesto de construcción de un puente, y fuimos muy bien aceptados. El día siguiente tuvimos muchos percances. Se nos desinfló un neumático, había mucho barro, se nos atardecía muy rápido,  y no logramos encontrar dónde quedarnos. Hasta que surgió nuevamente otro milagro de la mano de Dios, en medio de la selva encontramos una casita muy humilde. En medio de la oscuridad nos aceptaron con mucha cordialidad para pasar esa noche. 

El día siguiente seguimos nuestra trayectoria hasta lograr salir de la selva. Al llegar a fronteras Brasil y Argentina, nos recibieron muy bien en este bello país, en el cual nos sentimos muy bien y súper agradecidos, a pesar de haber pasado muchas dificultades. Gracias a la voluntad de Dios llegamos y seguimos siendo bendecidos por esta gente hermosa que nos ha abierto las manos, y son muy amables y muy buena gente. Gracias Señor.

Te invitamos a escuchar los testimonios haciendo clic en la barra de audio al inicio de la nota.