25/06/2025 – En Bienaventurados tuvimos la oportunidad de conversar con el Padre Carlos Subelza, vicario de la Diócesis de Orán, Salta, quien va llevando desde su apostolado y desde su ser consagrado también el acompañamiento a un montón de comunidades que están invisibilizadas, se encuentran entre los cerros, en los espacios más rurales, son comunidades originarias y queremos también compartir con él en primera persona este testimonio de cómo el espíritu va impulsando allí la vida. El Padre Carlos también acompaña el proyecto Alabado Seas desde los comienzos. Compartimos su testimonio.
«Estamos acá en el norte del país, en la provincia de Salta, donde son muchos los desafíos, por ser zona de frontera, los desafíos también de ser una zona con una cultura variada, con paisajes también, territorio variado, pero sin embargo el espíritu nos une, nos une y lleva adelante aquello que escuchábamos de Jesús en su oración, que todos sean unidos. Este espíritu que se hace presencia también a través del evangelio, a través de la vida consagrada, de la vida sacerdotal, también a través de las comunidades que viven su fe al modo de la cultura, tanto acá en la ciudad como también en los cerros, en las comunidades originarias también.
La verdad que es una riqueza muy variada, que nos permite también unirnos en la fe, de mucha riqueza cultural, donde aprendemos también de nuestras comunidades, y con muchos desafíos también para seguir apostando por el anuncio del evangelio, seguir trabajando por esta unidad, porque sabemos que donde está presente la Buena Noticia, está presente Dios, también está la presencia del maligno que busca todo lo contrario.
Primeramente acá en la ciudad con estos hermanos que están viviendo justamente de la basura, que hacen la recolección de basura y estamos trabajando, un trabajo arduo que lleva el proyecto Alabado Seas, de sacar a estas familias del basural, ponerlos en un lugar más digno, tratamos de ver la formación de una cooperativa y buscar esto, trabajar en la conciencia también del cuidado al medio ambiente en toda la ciudad, yo creo que ahí es donde el espíritu también nos va dando esa fuerza, también nos saca en el evangelio del cenáculo, del miedo por ahí de querer involucrarse, el miedo de tomar parte de esto, de este proyecto y la verdad que es el espíritu quien va impulsando muchas muchas personas de gran corazón, instituciones, profesionales también que se van sumando en esto, y es acá donde pedimos que el Espíritu Santo siga reavivando esa fuerza, esa fortaleza que nos da la misión y también en los cerros. En los cerros le pedimos al Espíritu Santo que siga reviviendo esa fe sencilla, muchas veces la experiencia de la ciudad que tiene toda su estructura, todas sus demandas también, de manera personal en los cerros, en las comunidades rurales, uno como sacerdote encuentra justamente ese descanso también, con el cariño de la gente, el modo de vivir esa fe sencilla, cómo te transmiten también la vivencia de la fe, la verdad que también es un descanso y pedirle al Espíritu que siga reavivando y fortaleciendo esas comunidades».
Cecilia y Viviana le preguntaron al Padre Carlos cuales son los clamores del pueblo, y el Padre compartió: «Para poner una palabra al clamor de todas las comunidades sería esto, el clamor de también querer sentirse parte, parte de la Argentina. En las comunidades cuesta llegar, no hay camino, tenemos que ir a Bolivia, volver de nuevo, cruzar ríos, ir a pie, los docentes que también nos hacen patria en esas comunidades también, tienen que dejar las familias, instalarse, no hay caminos, no hay modos de llegar por parte de Argentina, tenemos que hacer todo un trámite con el país vecino de Bolivia, aduana, todo lo que implica, pasar de un país al otro y volver de nuevo a entrar en nuestra Argentina. Yo creería que el gran clamor es eso, sentirse parte. Y es así, poner también esta lámpara sobre la mesa para que no solamente sea vista sino también como decíamos recién, asumir este compromiso que nos toca como patria grande también con estas comunidades».
Al finalizar la nota el Padre Carlos hizo una bendición: «Le pidamos al Señor esta gracia, esta paz que el Señor nos deja en su Evangelio, esa paz que también es sinónimo de reconciliación, que nos invita a reconciliarnos, a sabernos perdonar y para poder vivir la misión. No hay misión si no hay reconciliación, no hay perdón, no hay paz. Entonces le pidamos esta gracia al Señor, le pidamos a nuestra Madre también, la Virgen María, que nos conceda esta gracia de no sentirnos nunca solos, que tenemos la ayuda del Espíritu, que nunca estamos solos. Por eso le pedimos al Señor la bendición sobre quienes nos están escuchando, todos los oyentes, todos los que nos están mirando también por este medio, que descienda sobre cada uno de ustedes, sobre su familia, sobre su trabajo, sobre su misión, sobre sus hogares, la protección de nuestra Madre la Virgen María, el San José, su Esposo y la bendición del buen Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Que Dios los bendiga».