El Evangelio con ojos y corazón de escuela

viernes, 20 de noviembre de 2009
image_pdfimage_print




Marta y María: una misma casa y una misma escuela en torno al Maestro.

1- Texto: Lc 10, 39-42.

38Aconteció que yendo Jesús de camino, entró en un pueblo; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39Ella tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Marta, preocupaba por sus muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje con todo sola? Dile que me ayude. 41 Jesús le respondió diciendo: Marta, Marta, te agitas y te inquietas por muchas cosas. 42 Pero sólo una sola es necesaria; y María ha elegido la mejor parte, la que no será quitada”.

Es Palabra del Señor.

Gloria a Ti, Señor Jesús.

2- Puntualizaciones para meditar el Evangelio en la comunidad educativa

10,38. Aconteció que yendo Jesús de camino, entró en un pueblo; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa: Jesús está en camino. La imagen es móvil y dinámica. Sabe a dónde va, ya que entra en un pueblo determinado y es recibido por una persona que le es conocida, incluso aparece el nombre de dicha persona –Marta- siendo hospedado en su casa. Nosotros también ya hemos iniciado el camino de este año, entre todos tenemos que discernir la dirección hacia la cual nos queremos dirigir y además están y contamos con las personas que trabajan junto a nosotros. Jesús se dirige a una casa concreta. También se nos ha señalado que la escuela tiene que ser “casa de comunión”. El espíritu fraterno y familiar no está reñido con el camino, el trabajo y la dirección a tomar. Al contrario, sirve para todo esto.

10,39. Ella tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra: En la casa aparece una nueva presencia, María, la hermana de Marta. La disposición física con la cual es descripta María no es indiferente ya que el estar sentada a los pies y el escuchar la palabra era la posición y la actitud de los discípulos con el Maestro. Este gesto de María indica que ella es una discípula. En los tiempos de Jesús, las mujeres no podían ser discípulas de algún maestro. Ser discípulo era sólo de varones, la instrucción religiosa les estaba vedada a las mujeres. Jesús rompe con ese condicionamiento y se relaciona libremente con las mujeres, aceptándolas como discípulas. María no será la única. En el interior de la casa se revela la relación “Maestro-discípulo” incorporando la figura de la mujer. Para nosotros también, en la mayoría de nuestras escuelas y en el mundo de la docencia en general, la función pedagógica a menudo está focalizada en la figura de la mujer, contrario a lo que pasa en otros ámbitos. La casa a donde entra Jesús es una “casa discipular”. Es un ámbito donde Él puede enseñar, donde su Palabra es recibida y escuchada. Es una “casa-escuela”.

10,40. Marta, preocupaba por sus muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje con todo sola? Dile que me ayude: Marta está en los quehaceres domésticos, el lugar donde socialmente -en tiempos de Jesús- se ubicaba el rol y la función de la mujer. Marta está en medio del movimiento de la casa y de las cosas. No está desatendiendo a Jesús, el huésped. Al contrario, se desvive por servirlo y estar en los detalles. Sin embargo, no puede con todo. No le dice nada a su hermana sino al Señor ya que es la mayor autoridad que ahora existe en la casa. Seguramente la respuesta de Jesús la sorprendió como suele hacer Jesús con las respuestas que da. También nosotros en nuestra casa y en nuestra escuela estamos en medio de los continuos emergentes, solicitando la ayuda de los otros. No olvidamos la presencia del Señor que está; al contrario, incluso recurrimos a Él pero no logramos ordenar las prioridades: lo urgente, lo importante, lo necesario y lo único indispensable. Tal como insinúa la respuesta de Jesús tal como veremos a continuación.

10,41. Jesús le respondió diciendo: Marta, Marta, te agitas y te inquietas por muchas cosas: Jesús -personalizando la respuesta- enfatiza dos veces invocando el nombre de Marta. La cual está agitada, inquieta, ansiosa, presurosa, queriendo resolver todo y tener todo a disposición. Su buena voluntad y rectas intenciones son innegables, sin embargo, no alcanzan, son insuficientes cuando no se puede discernir entre el ocupar, el preocupar y procurar. También nosotros en una escuela, en medio de las gestiones, muy a menudo, estamos siempre ocupados, algunas veces preocupados, aunque -en verdad- siempre tendríamos que estar “procurando” ya que la gestión de una escuela tiene que ver con la previsión y el procuramiento de los medios para alcanzar aquello que se quiere lograr.

10,42. Pero sólo una sola es necesaria; y María ha elegido la mejor parte, la que no será quitada: Entre lo urgente, lo importante, lo necesario y lo único indispensable, Jesús señala que María ha sabido elegir lo mejor y no sólo eso (que ya es bastante) sino que tampoco le será quitado, ni cambiado. Podrá disfrutar siempre de lo que ella ha sabido elegir, sabia y personalmente. En nuestros trabajos, muchas veces lo urgente se come lo importante y entre lo necesario no siempre sabemos distinguir un orden de prioridades, de allí que Jesús marca una sola cosa verdaderamente necesaria, podríamos decir, lo único indispensable o imprescindible, lo más esencial.

3- Preguntas para el discernimiento.

1- ¿Al comienzo del camino de este año: ¿sabemos como escuela hacia dónde vamos?, ¿hemos señalado la dirección?, ¿me encuentro trabajado en equipo con otros?, ¿el clima es fraterno y familiar?

2- ¿Nuestra escuela es una casa discipular donde se pueda percibir la presencia de Jesús Maestro y se pueda escuchar su Palabra?

3- ¿Qué me sugiere este orden de prioridades -lo urgente, lo importante, lo necesario y lo único indispensable- para mi vida, mi trabajo, mi escuela o mi gestión?

4- ¿Qué intento que esté primero en mi vida y en mi trabajo: el ocupar, el preocupar o el procurar?

4- Oración.

Señor Jesús, peregrino de los caminos humanos,

entra en nuestra casa y en nuestra escuela

como hiciste cuando visitaste a Marta y a María.

Enséñanos a servir generosamente

y cuando estemos en el movimiento continuo de las cosas

lo que aparece como urgente

no nos desdibuje lo importante.

Sabemos que no todo lo importante es necesario

y que no todo lo necesario es incluso imprescindible e indispensable.

Ayúdanos a descubrir lo esencial, lo fundamental,

aquello que nada, ni nadie nos puede arrebatar.

Que estemos siempre ocupados en aquello que es bueno y útil

y que nos encontremos preocupados sólo cuando haga falta.

Que estemos siempre procurando y previendo aquello que los otros requieren y necesitan.

Danos un corazón sencillo y entregado.

Regálanos Señor un corazón sabio que sepa discernir el orden y el lugar de las cosas en la vida.

Amén.

Eduardo Casas.
Asesor Pastoral de la Jaec.
25 de Marzo 2009.

5 – Reflexión Final.

“… Trabajar en la educación es ser artesanos del corazón humano.

Es creer que la esperanza puede dilatarse a partir de pequeños logros.

Es soñar que el milagro de Dios puede crecer en nuestro frágil barro.

La educación no nos enseña la felicidad

pero nos enseña dónde podemos buscarla.

Nos da cosas para hacer en el tiempo

sólo para que después podamos gozar del tiempo contemplando las cosas.

Es poder decir cada mañana:

«No me sobra nada pero puedo darlo todo»…”

E. C
Diciembre de 2004.