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El examen de conciencia
martes, 7 de agosto de 2007
La sal es un cosa buena, pero si la sal deja de ser sal, ¿con qué se salará de nuevo? Ya no sirve para el campo ni para estiércol; se la tirará fuera. Escuchen , pues, si tienen oídos.
Lucas 14; 34
Jesús está hablando de esa fuerza de vigor que el Reino de los Cielos pone en el corazón de los que lo reciben que permite vivir la vida siempre con un sabor nuevo, “Ustedes son la sal de la tierra” y si la sal pierde su sabor se hace insípida, no sirve para nada, nosotros estamos llamados a ser ese sabor que las comidas reciben cuando son bien condimentadas y el mundo necesita, que el cristiano se haga presente con su testimonio de vida, es este vigor evangélico del que el Señor nos quiere llenar a partir de una mirada sobre un lugar donde permanentemente estar guardando el sabor que la sal pone, testimonio que la vida del cristiano está llamado a expresar en todas partes, en su trabajo, en su familia, en sus compromisos sociales o apostólicos, en su construcción como ciudadano y en su presencia en este mundo como cristiano está llamado a dar.
Para eso hay que permanentemente trabajar la interioridad y uno de los modos de trabajarla es a partir del examen de conciencia que a veces lo hemos reducido sencillamente en orden a la celebración sacramental de la reconciliación y en realidad la práctica mas genuina de este ejercicio cristiano, el del examen de conciencia, ha de ser diario y en función de poder revisar nuestra propia vida en torno al proyecto de vida que Jesús nos propone aquí, en lo concreto para nuestra vida lo que estamos llamados a recorrer en camino.
El examen de conciencia tiene que ayudarnos para discernir los espíritus que mueven nuestro corazón y a partir de allí expulsar lejos a aquellos que contraponen al plan de Dios y su proyecto y adherir a aquellos que inspira Dios a favor del desarrollo de su gracia en orden a cumplir su voluntad en nuestra vida, que en realidad ese es nuestro proyecto.
El examen de conciencia es mirar los distintos movimientos interiores que hay en nuestro corazón y esto lo podemos hacer una o dos veces al día como un modo de poder descubrir por dónde pasa Dios y por dónde Dios no pasa, por dónde somos movidos por la gracia del Espíritu Santo, por dónde nuestra inclinación natural herida por el pecado que nos hace errar muchas veces en el camino de la vida y por dónde el espíritu del mundo también, que es esa marca en la cultura que se hace pagana y que impregna de criterios no cristianos, no de Dios, nuestro quehacer y nuestro comportamiento que nace de un pensamiento que se aparta de Dios y de su propuesta cuando no atacados y sacudidos por las acciones del mal espíritu.
Los distintos movimientos interiores que se dan dentro de nuestro corazón son los que han de ser discernidos, según esto se plasman, se concretan, se significan en acciones u omisiones por parte nuestra que muestran el camino que hemos elegido o el camino por donde hemos errado, el camino que elegimos a favor de Dios y su proyecto o el que hemos errado. A partir del examen de conciencia podemos permanentemente estar optando por el proyecto de Dios y así ser esa sal de la que habla la Palabra para darle verdadero sabor y sentido a este tiempo que nos toca vivir a nosotros como cristianos testigos del misterio de Jesús en el mundo.
Lejos de cosificar nuestras acciones o nuestras omisiones el examen de conciencia nos revela en definitiva la orientación de nuestra vida y por eso en él lo que hacemos es discernir las orientaciones que tiene nuestro ser que están determinadas por su motivaciones y que revelan nuestras intenciones, las motivaciones que son lo que mueve nuestro corazón y a lo que adherimos marcan el rumbo de nuestra acción que tiene una intencionalidad, por eso es motivación lo que mueve mi corazón, a lo que adhiero, se transforma en intención a favor de aquello que lo mueve que tiene una finalidad que puede estar en concordancia o no con el proyecto de Dios y es allí donde tengo que examinar las dos cosas que mueven mi corazón.
A qué adhiero según ese movimiento interior que tengo, por lo tanto qué intención de orientación tiene mi actitud, mi compromiso, mi acción concreta y a partir de esto en el Espíritu de Dios y a la luz de la Palabra ver si aquellos movimientos interiores y esas intenciones y orientaciones de mi vida corresponden o no al plan de Dios y desde ese lugar buscar la forma de rectificar, de ordenar, de replantear mi camino porque no se trata en el examen de conciencia solo de juzgar a la luz de un código ético si mi comportamiento corresponde a ese encuadre que doy o que quisiera darle a mi existencia para darme por justificado según sea que acierto o para sentirme absolutamente fuera de cuadro si es que no doy en el blanco.
El examen de conciencia que no puede obviar la relación directa a las acciones que hago no puede quedar como cosificado, encerrado en juicio que me hace confrontar con lo que hice si esta bien o esta mal, esa es una codificación ética minimalista lo único que hace es moralizar la vida con una moralina sin sentido que tiende mas por aprisionarnos que por liberar todas las fuerzas interiores que hay en nosotros capaces de transformarnos y transformar la realidad.
El examen de conciencia ha de ser hecho a la luz de la Palabra donde Dios me habla y tiene un mensaje para mí en el momento en que me encuentro, Dios no me pide la perfección hoy sino una orientación y un ordenamiento de toda mi vida según esa perfección a la que Él me invita y me llama desde un vínculo con su persona que supone una referencia concreta a acciones determinadas que muestran que estoy en ese camino pero que no se justifican desde el mero cumplimiento.
Porque cuando cumplo en ese mismo momento miento, cuando hago el cumplimiento de una determinada norma, pauta, código establecido desde fuera que puede ser muy objetivo o desde dentro que suelen ser los mas traicioneros lo único que estoy haciendo es sencillamente querer encontrar fuera lo que no esta fuera, esta dentro que es mi compromiso por verdaderamente construir mi propia vida, entonces el examen de conciencia es a la luz de la Palabra de Dios que me permite descubrir lo que Dios me pide aquí y ahora en lo concreto, surge de un encuentro con Él en la oración y a partir de ese descubrir la presencia de Dios que ilumina mi camino ver hacia dónde se orienta mi vida y qué es lo que la motiva realmente.
Lo que mueve nuestro corazón es: mi naturaleza que tiene un cierto desorden interior por la concupiscencia del pecado, la acción del buen espíritu que actúa sobre mi propia naturaleza ordenándola, la acción del espíritu del mundo que es ese sello pagano que en la cultura niega la presencia de Dios bajo nuestra forma de mirar, de hablar, de ver la realidad, como la ve todo el mundo, lo normal que le decimos tantas veces y que cada ves es menos normal como el mundo de hoy se aparta de los códigos de referencia a Dios y termina en las cosas de todos los días por negar al que le da razón de ser a la existencia humana, también esta en este discernimiento de espíritu la acción directa con la que el mal busca apartarnos de Dios, algo de todo esto mueve mis acciones.
En estos cuatro parámetros están dadas las motivaciones desde dentro que impulsan mi pensamiento, mi afecto, mi voluntad y mi decisión de obrar de tal manera o de dejar de obrar de tal forma, lo que me mueve ir hacia delante que puede ser acertado en el camino o errado, o lo que me retiene en una no acción apartándome de lo que Dios me está proponiendo para el andar, esta motivación se hace intención que es orientación de vida cuando yo aplico mi decisión sobre lo que me está moviendo, lo que me está motivando.
Y entonces, cuando es de Dios mi intencionalidad y mi corazón, que es el signo central de mi vida toda están como orientadas, fundamentalmente al camino de Dios, cuando soy yo mismo mi intencionalidad movida por mi naturaleza desordenada me hace buscarme desordenadamente, egoístamente, concupiscentemente y termino por implotar por la fuerza del egoísmo que me hace buscarme a mí mismo como ultima razón de ser de mi propia existencia.
Cuando es la acción del mal que por uno y otro camino nos lleva a caernos es poniéndome de pie que yo puedo a la luz de la Palabra de Dios cambiar de un golpe de volante la orientación de mi vida hacia Dios habiendo descubierto que en realidad si me dejaba llevar solo por esos impulsos desordenados de la fuerza del espíritu del mundo, de la acción del mal o de mi propio desorden lo único que hago es terminar con lo que verdaderamente da sentido y felicidad a mi corazón, el Dios que me creó para Él y que para Él me pensó y que en Él solo encuentro ese gozo y alegría cuando hago de mi proyecto de vida un proyecto a la luz de lo que Él me muestra, particularmente en la oración , en la Palabra y también en los acontecimientos de la vida donde Dios habla y se manifiesta, el examen de conciencia pone a la luz mis motivaciones y mis intenciones, esto es la orientación de mi vida según sea a lo que yo adhiero y por lo que yo termino de optar en mi camino.
Cómo haces tu examen de conciencia, qué es lo que te ayuda a pensar cómo orientar tu día, la oración , el encuentro con la Palabra de Dios, la celebración del sacramento de la reconciliación, qué te ayuda a reflexionar y a discernir sobre vos mismo y a partir de allí decir la cosa tiene que ir por acá o por allí, el diálogo con otro, el acompañamiento espiritual, el vínculo espiritual de fraternidad con otro que puede ayudarte.
Suele ser un mal hábito del examen de conciencia el indagar sobre los comportamientos y los hechos concretos ignorando todo este mundo interior de sensaciones, sentimientos, emociones que también forman parte de nosotros, como si pudiera nuestra vida ser analizada bajo la lupa del código que se establece desde algún lugar externo, objetivo, interno que vienen construidos de mandatos, que vienen propiamente de la formación o de la deformación que hemos recibido en nuestra educación.
Si juzgamos nuestra vida a la luz de todo lo que hicimos bajo el signo de lo que algún código determina esta bien o esta mal ignorando sensaciones, emociones, sentimientos que brotan de lugares de donde nuestro comportamiento se construye que es un accionar a veces inconsciente, no estamos dando en el blanco.
Tampoco a la hora de hacer un buen examen de conciencia podemos, a partir del reconocimiento de que nuestro actuar está condicionado por el inconsciente, justificarnos de tal manera que todo en el ámbito de lo subjetivo termina por dar razón a que obramos así porque no nos queda otra que obrar de esta manera, sin que haya un dato objetivo que nos permita salir de aquellos enredos en los que nuestras motivaciones mas ondas a veces nos ponen, por la educación que hemos recibido, por la formación que tenemos que hace que nos comportemos de esta manera y a veces no podamos por mucho tiempo comportarnos de otra, porque nuestra acción voluntaria, libre tiene un grado de condicionamiento que lo determina el inconsciente que nos hace vivir de tal o de cual manera.
Justamente en el examen de conciencia a la luz de lo que es el camino de lo que Dios nos propone como proyecto esas sensaciones, motivaciones, movimientos interiores y concientes van saliendo a la luz y son los que vamos moldeando, como llevados por la mano del alfarero que le da nueva figura y nueva forma a nuestro ser según es lo que Él quiere plasmar, grabar, cincelar en nuestra existencia como buen artesano que es el Creador del mundo.
No podemos desconocer a la luz de un buen examen de conciencia que hay partes de nuestro comportamiento que tiene raíces en el inconsciente, el cual, no siempre, en el momento de actuar nos muestra del todo plenamente libres, eso supone que hay algo de libertad en nosotros, una parte importante de conquistar que viene justamente de ese proceso de sacar a la luz lo que es inconsciente para hacerlo consciente y vivir mas de acuerdo a ese llamado a la libertad que Dios nos hace.
El camino de la liberación cristiana pasa en una parte importante por esta búsqueda de la verdad de nuestra propia existencia que no es la misma que tiene el vecino, ni mi marido, ni mi mujer, ni mis hijos, ni mis compañeros de trabajo, que comulgamos en la verdad de mi propia vida en cuanto que el Dios que nos creó es el mismo y que el proyecto de mi vida no es tan distinto que me haga prácticamente un marciano al lado de los otros, pero tiene algunas particularidades que me hace ser un ser único e irrepetible para el cual Dios tiene un proyecto particular que yo tengo que aprender a descubrir y a entender para seguir ese camino que Dios me muestra respondiendo a su llamada, siguiendo su invitación y a partir de una lucha interior que es la que abre un juego en el que se desarrolla la existencia el examen de conciencia.
Porque sino la vida se nos pasa bajo la inconciencia, es decir vivimos como respiramos sin darnos cuanta, el examen de conciencia lo que nos permite es reorientar, orientar , ajustar la orientación de nuestra vida según el plan y el proyecto de Dios que aparece a la luz de la oración, a la luz de la Palabra, a la luz del discernimiento de los signos que Dios pone en el camino que nos muestran qué es y cuál es su querer en función del cual tengo que responder y ajustar mi propia existencia según esa voluntad de Dios.
El examen de conciencia lo hacemos en relación a un proyecto de vida, no lo hacemos en relación a cómo debería ser un buen cristiano de este tiempo como si para ser buenos cristianos tendríamos que repetirnos o clonarnos y en función de eso como sacados de una fábrica en serie, en actitudes y en gestos nos mostráramos en determinadas muletillas iguales y repetidos para que pudiéramos ajustarnos a cómo debe ser un cristiano de este tiempo.
En realidad no hay un cristiano de este tiempo, cuando se quiere identificar con determinadas acciones que pueden ser piadosas, leguleyas, el modo de vivir de un cristiano de este tiempo lo que se hace es querer atarle las manos a Dios para que no ponga mano Él sobre el asunto sino que seamos nosotros los constructores de nuestra propia existencia justificándonos de que es Dios el que así lo determina cuando en realidad son códigos de convenciones sociales, seudo religiosas que nos hacen vivir de este modo como decimos nosotros, como así hemos descubierto de cómo debe comportarse un cristiano, el camino de fe para cada uno de nosotros es distinto, tiene puntos comunes, son aquellos que nos hacen ser comunidad, uno en Jesús.
Pero nuestro lugar dentro del cuerpo es diverso por eso repetirse en algún modo o en algún estilo de un estereotipo no es otra cosa que haber establecido una convención del cristianismo que tiene mas de código social, que de libertad de espíritu que actúa en el corazón de los hombres y de las mujeres que buscan sinceramente a Dios.
Te invito a reconocer que tu camino está por comenzar aun cuando tengas 80 años, o 70 años, qué hermoso es descubrir que uno vuelve a nacer cuando se anima a pensar que para si mismo Dios ha pensado un proyecto que es único e irrepetible y al mismo tiempo junto a otros.
Padre Javier Soteras
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