19/12/18 – Ante las buenas noticias que recibimos, muchas veces solemos quedar sin palabras, en un silencio que nos permite ahondar en el misterio del don que se nos ofrece. Esto fue lo que le sucedió a Zacarías a quien encontramos hoy en el Evangelio del día, sorprendido ante el anuncio del Ángel que le regala la promesa del hijo tan anhelado.
Lc 1,5-25
Entre el gozo del creer y la tristeza de la increencia, se juega la vida de los que caminamos en la fe o permanecemos a oscuras en la angustia de no creer.
El gozo y la alegría del corazón mariano son característicos del cristiano, del que cree. No hay anuncio del Evangelio que penetre en el corazón de los que están esperando la buena noticia que no esté acompañado por el gozo. La pequeñez que canta María es fruto de la grandeza de Dios. No es fruto de un esfuerzo por hacerse pequeña. No nos sale hacernos pequeños, a no ser que nos encontremos ante el misterio de la grandeza de Dios.
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