El infantilismo espiritual

miércoles, 25 de septiembre de 2024

25/09/2024 – En un nuevo programa del ciclo “Desafíos actuales para la salud espiritual” el padre Fernando Cervera (SJ) abordó la problemática del infantilismo o inmadurez espiritual.

El padre Cervera comenzó aclarando que el “infantilismo no es la ‘niñez espiritual’ del Evangelio o de Santa Teresita, que tantas veces hemos escuchado, leído o meditado. Recordamos que Jesús invita a los niños y a nosotros a que nos hagamos como niños. Teresita nos da una experiencia y lectura teológica sumamente importante sobre esto, pero que no tiene nada que ver con lo que planteamos hoy: el infantilismo es otra cosa, es la incapacidad de aceptar procesos, donde todo tiene que ser ya“.

“Es esta avidez sin límites de quererlo todo y de que no se me puede negar nada: Lo quiero todo y lo quiero ya y a la vez exigiendo seguridades. Uno puede querer todo en una ambición desmedida y ser consciente de ello y arriesgarse a lo que esto va a significar pero aquí está esta avidez de todo, pero donde a la vez me quiero asegurar que esto no me va a traer problemas, que esto yo lo voy a poder hacer porque parece que hubiera un derecho de que uno puede querer todo o pretenderlo todo y probarlo todo sin consecuencias.”

“En el infantilismo también aparece la figura de un Dios como un objeto más de lo que se puede elegir, a la misma altura que cualquier otra cosa.”

“Jesús en la cruz nos muestra que la vida no es un una especie de campo floreado donde todos vamos a caminar como nos gusta a veces imaginarnos, sino que es como es y, en el caso de Jesús -incluso por culpa de otros- vive lo que le pasa y lo afronta desde su amor”.

“Jesús es la  propuesta que tenemos los cristianos: no hay magia sino que hay un Dios de amor que nos transmite amor. Cuanto más nos acercamos a Cristo empezamos a descubrir que tenemos recursos espirituales que nos permitan afrontar estas cuestiones con otro espíritu”.

“Todos tenemos ilusiones, creencias, pretensiones, proyectos que la mayoría de las veces se caen y también hay que hacer un duelo de eso. Ahí es donde a veces le echamos la culpa a Dios porque no se nos dan las cosas como nosotros pretendíamos, en vez de abrirnos a la pregunta y decir ‘si esto no se da quizás no era lo que yo realmente tengo que vivir’, abrirme a la posibilidad de lo que Dios me muestra, a lo que Dios me plantea, a lo que Dios me invita a cuestionarme, y a seguir buscando porque no siempre se pierde tiempo cuando uno busca.

“Hay cosas que merecen mucho tiempo en su búsqueda y que las busque no significa que no las viva porque ya el hecho de desearlas y buscarlas está implicando que algo de eso ya estoy viviendo”.