El legado de Benedicto XVI

lunes, 9 de enero de 2023
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09/01/2023 – En una nueva edición del programa “Voz de San Antonio” recordamos la figura del Papa emérito Benedicto XVI, que partió a la Casa del Padre el pasado  31 de diciembre.

Como cada semana se proclamó el Evangelio del domingo 8 de enero correspondiente al Bautismo de Jesús:

“Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!». Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».«Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección». (Mateo 3, 13-17)

Estuvieron presentes en el programa las hermanas Mónica Moyano, de Santiago del Estero y Silvia Benitez, de Olavarría y recordamos algunas frases y escritos de Benedicto XVI:

“La Iglesia ha recibido la herencia de los profetas, la herencia de los que sufrieron por causa de la verdad  por lo que lo profético no puede estar muerto en ella  La Iglesia vive del llamamiento del Espíritu, en la crisis del paso de lo antiguo a lo nuevo. No es azar que los grandes santos no solo tuvieron que luchar con el mundo, sino también con la Iglesia, con la tentación de la Iglesia de hacerse mundo y en la Iglesia tuvieron que sufrir”.

“¿Quién no recordará aquí el relato de Pablo sobre su choque con Pedro? Si fue flaqueza de Pedro negar la libertad del Evangelio por miedo,  su grandeza estuvo en aceptar la libertad de Pablo que le resistió cara a cara” .

“Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad” (2 Cor. 3,7) (?) y no el estrecho gueto de una ortodoxia, que a menudo no sospecha lo ineficaz que es entre los hombres y que, en todo caso, se hace a sí misma tanto más ineficaz cuanto con mayor obsesión defiende su propia causa?”. (Joseph Ratzinger – El Nuevo Pueblo de Dios 1969)

“El amor es una luz —en el fondo la única— que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar. El amor es posible, y nosotros podemos ponerlo en práctica porque hemos sido creados a imagen de Dios. Vivir el amor y, así, llevar la luz de Dios al mundo: a esto quisiera invitar con esta Encíclica. (Carta Encíclica Caritas in veritate)

Se recordó que Benedicto XVI realizó todas las etapas de su pertenencia a la Orden Franciscana Seglar aunque no realizó el compromiso de profesión perpetua.

Por último se rezó la oración preferida de Benedicto XVI, de San Pedro Canisio, patrono de Alemania:

“¡Dios eterno y todopoderoso, Señor, Padre celestial!

Vuelve tu mirada misericordiosa hacia nuestro llanto,
nuestras miserias y nuestras penas.

Ten piedad de todos los cristianos
por los que tu Hijo Único, nuestro Señor bienamado y Salvador, Jesucristo,
entregó su propia voluntad en manos de los pecadores
y derramó su preciosa sangre sobre la santa cruz.

Por Jesucristo, nuestro Señor, líbranos de todas nuestras penas,
de los peligros presentes y futuros, de los rencores, las guerras y las armas, del hambre, de los momentos de angustia y de miseria.En tu bondad, ilumina y fortalece a nuestros dirigentes religiosos y nuestros gobernantes,para que con sus acciones puedan participar de tu gloria divina, de nuestra salvación,de la paz y del bien de toda la cristiandad.

Concédenos, oh Señor, la paz, una justa unidad en la fe, sin divisiones ni separaciones.

Orienta nuestros corazones a la auténtica penitencia y a la edificación de nuestras vidas.

Enciende en nosotros el fuego de tu amor.

Danos hambre y sed de tu justicia,
de modo que, como hijos obedientes, podamos regocijarte
con nuestra vida y en la hora de nuestra muerte.

 Te rogamos también, oh Dios nuestro,que se haga tu voluntad en nuestros amigos y enemigos,en las personas de buena salud y enfermas,en todos los cristianos afligidos y atribulados, en los vivos y en los difuntos,
en nuestras profesiones y empresas, en nuestra vida y nuestra muerte.

Ayúdanos a beneficiarnos de tu gracia en este mundo
y que vayamos allá donde estén todos tus elegidos para alabarte, honrarte y glorificarte junto a ellos.

¡Concédenos esto, oh Señor, Padre nuestro celestial! Por tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén”.