29/12/2018 – El padre Pablo Pastrone es un sacerdote platense, actualmente párroco en Nuestra Señora de los Milagros de Villa Elisa, y también es el autor del libro “Los Mártires de La Rioja. Esperanza para la Argentina contemporánea” de editorial San Pablo, que se acaba de publicar. El padre Pablo se encontró con la vida de los mártires riojanos mientras buscaba tema para su tesis de la licenciatura en Teología. Su tío, monseñor Carmelo Giaquinta, quien era arzobispo emérito de Resistencia, oportunamente le presentó los documentos que le había ofrecido el entonces cardenal Jorge Bergoglio para iniciar la investigación de la muerte de monseñor Angelelli y sus compañeros riojanos. Allí nació su interés por la historia de los mártires.
“Mi vocación al sacerdocio la recibí prematuramente, que tiene coincidencia con mi ser personal, porque yo fui prematuro: mi madre tuvo un embarazo de tan solo seis meses y medio Los primeros signos los percibí de niño, en la comunidad parroquial del barrio 9 de Julio, en José C. Paz, en la provincia de Buenos Aires. De pequeño también fui scout, estuve en los grupos juveniles”, afirmó el padre Pastrone y agregó: “Las humanidades siempre me gustaron. Cuando era pibe escribía fábulas y poesías. Y también tuve una inquietud natural por escribir e investigar”. El sacerdote platense también dijo que, como expresaba Juan Pablo II, “todo hombre es filósofo y teólogo. Todos nos preguntamos: ´De dónde veninos, a dónde vamos`”.
El padre Pablo recordó que le dijo a su tío Carmelo cuando le habló de Angelelli, Murias, Longueville y Pedernera: “¿Pero son mártires o no?”. Y monseñor Giaquinta le respondió en forma muy prudente: “Bueno, habrá que estudiarlo”. Desde allí, el padre Pastrone comenzó a investigar sobre los mártires riojanos.
Sobre su dimensión como escritor e historiador, el padre Pastrone relató: “Yo destacó en mis libros la dimensión contemplativa de monseñor Enrique Angelelli. Este pastor no fue un politiquero (como muchos lo acusaban) ni un horizontalista, sino un gran contemplativo. Por eso tuvo la ´parresía (que significa el coraje evangélico), tuvo las agallas de denunciar las injusticias sociales de su tiempo. Y esto pudo hacerlo porque era un contemplativo y un verdadero testigo de Cristo. En este sentido hay que entender la dimensión patrística de lo que significa un mártir. Es decir, un mártir no solo es el que lo mataron por su fe en Jesús, sino que es una persona que ha sido testigo del Señor a lo largo de su vida y al final de la misma recibe la corona del martirio, que los antiguos cristianos llamaban el ´supremo testimonio`. Esto es lo que fue monseñor Angelellí”.
Ya casi en el final, nos dejó esta reflexión de monseñor Enrique Angelelli de su último libro “Los Mártires de La Rioja. Esperanza para la Argentina contemporánea”, titulada “Felices los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos”:
“Señor, haz que “dejemos que nuestra esperanza en tu promesa se haga realidad en el mundo, a través de una conducta que no está dispuesta a tolerar ningún conformismo, ninguna discriminación entre los hombres, ninguna explotación del hombre por el hombre”. Danos la parresía para combatir todas aquellas manifestaciones que tienden a empobrecer a nuestro pueblo: una propaganda dirigida inteligentemente que mata la creatividad, el machismo, que considera a la mujer como una cosa el auge inteligentemente comercializado de la droga que quiebra y corrompe nuestra juventud con una felicidad ficticia, fruto de una sociedad caduca que reclama cambios sustanciales usar “la responsabilidad de servidor de la comunidad para la coima o para corromper a los subalternos; comercializar la“profesión sin importar las vidas inocentes, la dignidad personal de los clientes o pacientes o la eliminación de un ser humano en el seno materno. Líbranos, Señor, de toda ley injusta, de todo lo que atenta contra el legítimo y verdadero uso de la libertad, de la mentira institucionalizada, de pervertir “los medios de comunicación social para lograr más lucro, para corromper o dominar y no para ser servidor de la verdad. No dejes caer a los poderosos en la tentación de ahogar fuentes de trabajo; del robo institucionalizado. En fin, que nadie sofoque la vida de un pueblo para satisfacer sus propios intereses, todo auténtico cambio que haga más feliz al pueblo silenciado, marginado, explotado”
Y el padre Pablo cerró con este poema-oración del futuro beato mártir Angelelli, bajo el título “El hombre como proyecto de pueblo”:
Mezcla de tierra y de cielo,
proyecto de humano y divino,
que en cada hombre se hace rostro
y su historia se hace pueblo.
Es barro que busca la Vida,
es agua que mezcla lo Nuevo,
amor que se hace esperanza
en cada dolor del pueblo.
El pan que en el horno florece,
¡es para todos, amigos!
Nadie se sienta más hombre,
la vida se vive en el pueblo.
Porque el proyecto se hace silencio,
porque la vida se hace rezo,
porque el hombre se hace encuentro
en cada historia de pueblo.
Déjenme que les cuente
lo que me quema por dentro;
el Amor que se hizo carne
con chayas y dolor de pueblo.
¿Saben? Lo aprendí junto al silencio…
Dios es trino y es uno,
es vida de Tres y un encuentro,
aquí la historia es camino
y el hombre siempre un proyecto.
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