Desde Cristo, que es preparado en su camino por Juan el Bautista, desde cada uno de nosotros como Iglesia, desde la fuerza y el don del espíritu que se nos regala en este camino, el Adviento, se van desvaneciendo las sombras del pecado y de la gravedad de este juicio, que tantas veces atemoriza por la segunda venida del Señor. Es que Dios viene visiblemente en el hermano.
Padre Gabriel Camusso