02/09/2021 – En el ciclo “Iglesia, Palabra y Misión”, fray Jorge Scampini, profesor de eclesiología y sacramentos en el Centro de Estudios de Filosofía y Teología de la Orden de Predicadores y de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina, habló del misterio de la Iglesia. “La Iglesia es difícil de definir. Los escolásticos y la filosofía clásica ya se planteaban esta pregunta. Todos sabemos que la Iglesia existe, es algo cercano y familiar. Pero la Iglesia no es una realidad meramente humana. En lo etimológico, la palabra viene de un verbo que significa “llamar afuera”, eso es la “ecclesia”. Es decir, la Iglesia tiene su origen en la llamada de Dios, en la convocatoria que hace Dios a su pueblo. Pero también es la asamblea que se congregan ante el llamado del Señor. Es un pueblo, una familia, una asamblea santa que se constituye ante la llamada de Dios”, afirmó el dominico.
“Pero la Iglesia es un misterio. Por ello es habitual recurrir a imágenes para poder comprenderla. Es así que se la conoce como Pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo. Es la viña de Dios, es el arca, la labranza del Señor. La Iglesia es paradoja y misterio. Las imágenes nos ayudan a conocer este misterio pero ninguna imagen dice toda por sí sola. Por eso hay que recurrir a varias”, sostuvo fray Scampini. “El pecado y el escándalo es la parte humana de la Iglesia, forma parte de nuestras inconsistencias. Pero la Iglesia no es solo eso porque la iniciativa en esta convocatoria siempre le corresponde a Dios”, añadió.
“Es la Iglesia donde estamos llamados a hacer nuestra propia confesión de fe, que es personal pero también tiene una dimensión comunitaria. La Iglesia es infalible creyendo y esto se da en la integridad del Pueblo de Dios. La Iglesia es objeto de fe y al mismo tiempo es sujeto creyente. La Iglesia no fue instituida humanamente. El papa Francisco dice que no es una ong o un club de amigos. Si sabemos que no es invisible, más allá que es una realidad trascendente. Se suele utilizar la imagen de la luna, porque refracta la luz que viene solo de Dios”, indicó el teólogo.