“El movimiento scout me llevó de la mano hasta la misión que hoy tengo”, dijo el diácono bonaerense que antes fue policía

sábado, 30 de marzo de 2019
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30/03/2019 – José Pedraza es un diácono recientemente ordenado en la diócesis bonaerense de 9 de Julio, transitando su camino rumbo al sacerdocio. Este sábado nos dejó su testimonio y comenzó contando que nació en Henderson (provincia de Buenos Aires). “Mis padres son Antonio y Elsa y tengo dos hermanos Yanina y Ángel, yo soy el menor”, indicó Pedraza y añadió que “mi infancia fue muy linda, siempre fuimos una familia muy unida. Si bien en mi casa son católicos, no había tanta práctica relgiiosa. Y yo me enganché cuando mi hermana comenzó en la parroquia de Henderson con su catequesis de comunión. Yo la acompañaba en las misas y fue así que luego ingresé en el movimiento scout”. Además dijo que “desde pequeño me gustaba jugar en el patio de mi casa a cocinar y lo hacía con barro. Desde allí que me encanta la cocina, es una de mis pasiones”.

José puntualizó en forma agradecida la llama de la fe que nació a través de los scouts: “Comencé a los 10 años y cada sábado teníamos nuestras actividades en la parroquia. Y los domingos asistíamos a la misa. En definitiva este movimiento es el que me llevó de la mano para hoy estar siguiendo con la misión a la que Jesús me ha llamado. Esto más el acompañamiento de mi familia hicieron que yo sea quien soy actualmente. A través de los scouts fui descubriendo un rostro de Dios presente en la naturaleza, contemplar la inmensidad de los creado que el Señor nos regala. En los fogones de los campamentos nos quedábamos con mis compañeros observando el cielo y las estrellas. Y en el movimiento, Dios está presente implícitamente en cada ceremonia que realizamos, a través de los diferentes símbolos, como el del fuego, por ejemplo. Así que yo estoy feliz de la vida con el pañuelito”. Pedraza relató también que formó parte del grupo de jóvenes de la parroquia de Henderson y también fue catequista de confirmación.

“Cuando terminé la secundaria aún no pensaba en ser sacerdote. Y como me encanta la gastronomía pensé en estudiar para chef, pero me fue imposible. Y pensé también en estudiar geografía, que es otra de mis pasiones. Ambas cosas no prosperaron porque la economía familiar no lo permitía. Entonces, mi hermana Yanina, que es policía, me invitó a que me sumara a la fuerza. Y me formé como oficial en la escuela de La Plata. Y la verdad que la experiencia en la policía me terminó gustando. Mi primer destino en el servicio fue la ciudad de Pehuajó, en el Grupo de Apoyo Departamental de la Bonaerense. Allí tenía que hacer allanamientos, requisas de calabozos o custodias de funcionarios que visitaban la ciudad. Allí estuve tres años y aprendí fuertemente los valores del compromiso y la responsabilidad, más las amistades que me dejó. Esta es mi historia de salvación, y mi paso por la policía es parte de ella”, rememoró.

“En ese tiempo yo estaba de novio, tenía mi auto propio. Pero en medio de todo eso, el Señor me llamó a través de mi amigo Nahuel, que me invitó a un retiro sobre el proyecto de vida que se hacía 9 de Julio. Y allí de nuevo Jesús me volvió a hacer la misma pregunta que me había hecho a los 16 años para que lo siguiera. A ese retiro incluso fue uniformado, porque estaba en medio del trabajo. Y durante ese encuentro profundo tuve la experiencia de san Pablo, sentí que Cristo estaba en mí. Hasta ese momento no conocía esa parte de mi ser, Dios inundó mi corazón, todo mi pensamiento y mi espíritu. Y le dije al sacerdote que estaba en el retiro: ´Padre, no se qué me pasa. Es como que estoy y no estoy`. Y él me dijo que hablara directamente con Jesús. Y fue así que el Señor me volvió a invitar a la vocación sacerdotal, y yo en oración le respondí que si”, indicó Pedraza.

Finalmente, José nos dejó esta oración:

Bendito seas Señor que nos sigues convocando

para hacer presente tu amor y tu misericordia entre nosotros.

Especialmente hoy te quiero agradecer

porque me llamaste por mi nombre y me elegiste para servirte.

No dejo de pensar cada segundo que has pasado por mi vida

y me has concedido tantos dones.

Te doy gracias por mi familia, mis amigos

y por cada persona que pasó por mi vida

y me enseñó a amarte.

Hoy me vuelves a decir: “No temas, Yo te envío”.

Por eso te pido que siempre me conserves fiel a tu voluntad

y me ayudes a que mi entrega sea generosa;

que pueda confiar plenamente en ti

y así poder tomar la barca,

salir mar adentro y contagiar

con entusiasmo y alegría

que Tú vives entre nosotros.

Porque nos elegiste, nos redimiste

y hoy estás presente entre nosotros, yo te digo:

¡Qué grande es tu misericordia Señor

Amén.