El olivo

viernes, 15 de abril de 2011
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Es un cultivo muy extendido en Israel porque se adapta muy bien al clima y al suelo.

Es muy apreciado por sus frutos, las olivas o aceitunas, y el producto que se extrae de ellas: el aceite.

La primera vez que aparece mencionado en la Biblia es en Gén 8,11: después del diluvio, la paloma enviada por Noé vuelve trayendo en su pico una rama verde de olivo. Por eso es símbolo de paz, de restauración universal, de la nueva creación y alianza que Dios hace con la humanidad.

La fecundidad de este árbol simboliza la providencia de Dios manifestada en la tierra de Israel (Dt 8,8), y por eso también se habla del hombre justo como un olivo frondoso, bendecido por Dios con abundantes frutos (Sal 52,10)

¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Tus hijos serán como brotes de olivo alrededor de tu mesa. (Sal 128,3)

Al igual que otros árboles y plantas, el uso que se haga de este árbol se debe regir por un criterio de justicia. El árbol debe proveer también a las necesidades de los pobres:

“Cuando recojas la cosecha en tu campo, si olvidas en él una gavilla, no vuelvas a buscarla. Será para el extranjero, el huérfano y la viuda, a fin de que el Señor, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas.

Cuando sacudas tus olivos, no revises después las ramas. El resto será para el extranjero, el huérfano y la viuda.

Cuando recojas los racimos de tu viña, no vuelvas a buscar lo que haya quedado. Eso será para el extranjero, el huérfano y la viuda.

Acuérdate siempre que fuiste esclavo en Egipto. Por eso te ordeno obrar de esta manera.” (Dt 24,19-22)

Jesús entra en Jerusalén desde el Monte de los Olivos

Lectura del domingo de Ramos del 17 de abril de 2011, Mt 21,1-11

Algunos elementos de este relato nos permiten caracterizar a Jesús como el Rey Mesías.

Cumpliendo la profecía de Zac 9,9, El ingresa montado en un burro, que es un animal que simboliza los tiempos de paz.

La gente lo aclama con palabras del salmo 118, un salmo mesiánico que se canta en la fiesta de Pascua.

La alegría y el reconocimiento que le tributan sus seguidores se manifiesta porque extienden los mantos a su paso, y porque lo saludan y vitorean a su paso:

“La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de árboles y las tendían por el camino.” (Mt 21,8)