El Padrenuestro nos revela el misterio de la filiación divina – Primera parte

lunes, 17 de septiembre de 2007
“La vida sin amor no vale nada, la justicia sin amor te hace duro, la inteligencia sin amor te hace cruel, la amabilidad sin amor te hace hipócrita, la fe sin amor te hace fanático.”

Madre Teresa de Calcuta.

 

Santoral del día: San Roberto Belamino

 

Hoy 17 de Septiembre la Iglesia Católica celebra la memoria de San Roberto Belarmino. Si me permiten, les comentaré un poco a cerca de la vida de este santo del renacimiento que vivió en una época muy difícil para la Iglesia durante la reforma protestante. San Roberto nació en Italia, en Toscana, en el año 1542. Poseía una naturaleza brillante, una inteligencia muy profunda, una memoria realmente de elefante, por ejemplo siendo niño recitaba en latín grandes pasajes de las obras de Virgilio, también más tarde el aprendería prácticamente toda la Biblia de memoria.

Un hombre de una gran capacidad, proveniente de una familia aristocrática. La madre de San Roberto era hermana del Papa Marcelo II. Tenía este joven un gran futuro en la Iglesia, por un lado por ser una persona muy inteligente, por otro lado por provenir de una familia aristocrática encumbrada, sobrino del Papa. El podía aspirar, y de hecho aspiraba en su juventud a ocupar un cargo importante dentro de la Iglesia, ser obispo, cardenal, etc. sin embargo el sufre una conversión siendo ya católico cristiano practicante al reflexionar sobre lo que los santos llaman la vanidad de las cosas.

Así leemos en sus memorias, en su diario, el testimonio autobiográfico de San Roberto.

Leo un poco de sus palabras: “De pronto, dice el, cuánto más deseoso estaba de conseguir cargos honoríficos me vino de repente a la memoria lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta que todos vamos a tener que darle a Dios y me propuse entrar de religioso, es decir en una congregación, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido obispo ni cardenal, y esa comunidad era la de los padres Jesuitas”. 

De hecho, en los reglamentos de los Jesuitas estaba prohibido aceptar cargos de Obispo o Cardenal, pero los caminos de Dios no son como los de los hombres y de hecho San Roberto, al final de su vida, llegaría a ser el único Jesuita Obispo y Cardenal, porque el Papa lo obligó bajo pena de pecado mortal a aceptar esos cargos que el desde su juventud nunca había querido acepar.

El quería ir por el camino humilde, que es el camino de la santidad como dice Jesús: “El que se humilla será ensalzado, el que se ensalza será humillado”. Recuerdan la parábola de Nuestro Señor cuando a los invitados a una fiesta les dice el Señor: “Ocupa el último lugar para que te inviten a acercarte a la cabecera en cambio si ocupas un lugar principal serás humillado”.

Entonces, San Roberto elige el camino de la humildad, de todo corazón y fue ensalzado en la Iglesia. De hecho, ustedes saben queridos hermanos, todos los santos, todos los hombres llevamos cada uno de nosotros carga con su cruz; San Pablo habla del aguijón de la carne que el tenía que cargar para no ensoberbecerse dice en una de sus cartas: “Y por eso, para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de satanás que me abofeteaba para que no me engría”.

Así hace las cosas Dios, y San Roberto, entonces, tenía grandes dones naturales, espirituales, inteligencia, memoria, voluntad, procedía de una familia aristocrática y sin embargo Dios le dio un aguijón que lo abofeteó toda la vida que fue una enfermedad que lo humilló constantemente, que lo obligaba a estar en reposo durante mucho tiempo, cada dos meses San Roberto tenía que apartarse de su trabajo para reposar.

En una palabra, vivió enfermo y la enfermedad muchas veces dentro de una comunidad religiosa se agrava porque por la austeridad de la vida que implica el cumplimiento de las reglas, de las constituciones, fuese por la incomprensión de tus superiores, de tus hermanos que están sanos; ustedes saben que muchas veces las personas sanas tienen dificultad en comprender al enfermo.

San Bernardo, no sin ironía, decía: “Ojala que los superiores tengan una salud muy deficiente para que logren comprender a los débiles y enfermos”; y San Roberto habrá también sufrido la incomprensión de las personas que no tenían problemas de salud como los tenía el. San Roberto fue un gran predicador, tenía gran capacidad de convencer, fue una persona muy popular.

Cuentan los biógrafos que las personas iban con horas de anticipación para escuchar sus sermones, se paraban en las columnas, en fin, una persona muy popular, era un hombre muy erudito, sus sermones estaban llenos de frases de autores famosos, adornos literarios, una gran elocuencia, un gran fuego. Pero un día, y esto también es importante, le dicen que tiene que predicar un sermón, que tiene que improvisar, no le dan tiempo para preparar el sermón, como nos hacían a nosotros, como éramos diáconos nos decían en la sacristía “hoy vas a predicar”. Así le pasó a San Roberto Belarmino un día. 

El era un hombre que preparaba, que leía, que buscaba adornar sus sermones con imágenes traídas de la literatura clásica y ese día no tuvo tiempo y entonces antes de salir al ambón a predicar se propone hacer ese sermón únicamente con frases de la Biblia y el éxito fue mucho mayo que el que había tenido cuando adornaba sus sermón con textos de la literatura clásica, en fin fue un sermoncito, de esos bíblicos, un sermón sencillo para el pueblo y al tener ese éxito, al ver como la Palabra de Dios en toda su pureza llegaba al corazón de todas las personas, sabios e ignorantes, se propuso ese día de predicar solamente con argumentos tomados de la Sagrada Escritura, para no aparecer como sabio sino para transformar a los oyentes con el poder de la Palabra de Dios.

San Roberto tiene esa conversión y comprende que la Palabra de Dios es viva y eficaz, “más tajante que espada de doble filo” dice San Pablo, entonces utiliza ya la Palabra de Dios, los lugares paralelos que decimos de la Sagrada Escritura para enriquecer sus sermones y luego el escribe un catecismo que es llamado Catecismo resumido, porque en es tiempo, como hoy también, hoy somos todos católicos o la gran mayoría de los argentinos somos católicos, sin embargo, muchas veces nos falta un conocimiento de las verdades de la fe, el contenido del credo, de los mandamientos, de los sacramentos, etc., entonces, San Roberto viendo la ignorancia, la falta de conocimiento de la gente escribió este catecismo resumido que tuvo también un gran éxito.

Fue traducido a 55 idiomas, tuvo 300 ediciones, después de la Biblia y la Imitación de Cristo fue el libro más editado el Catecismo resumido de San Roberto Belarmino. Luego escribió las Controversias, fue un libro como lo dice el título, polémico, por la reforma protestante. Los protestantes, en aquella época, como el día de hoy negaban el culto a las imágenes, la intercesión de los santos, el culto a la Santísima Virgen María, el valor de la tradición como fuente de la revelación, la estructura Jerárquica de la Iglesia, la libertad del hombre en relación a la gracia, el valor de las buenas obras, etc. Son problemas, aún hoy en día, muy complicados, entonces San Roberto saca este libro de las controversias como respuesta católica a la reforma protestante.

Finalmente, como le dije, San Roberto había entrado a la orden de los Jesuitas para no llegar a ser ni Obispo ni Cardenal, para ser un humilde, escondido sacerdote, pero el Papa le dice: “Mirá tenés que aceptar”. El acepta, sigue viviendo sin embargo una vida de gran austeridad los últimos años de su vida y quiere pasar mucho tiempo entre los novicios jesuitas obedeciendo como un novicio más. San Roberto murió el 17 de septiembre, un día como hoy, del año 1621.

Vamos ahora a las lecturas de la liturgia del día de hoy. El tema es el de la Fe. La lectura del Evangelio es la del Centurión y recuerdo lo que hace poco salió en los diarios de todo el mundo las cartas de la Madre Teresa de Calcuta.

Ella, como ustedes saben, siempre estaba de buen humor, sonreía, irradiaba literalmente la presencia de Dios a través de su sonrisa, de su bondad. Todos los que la veían creían que la Madre Teresa gozaba de una gran unidad con Dios aún en el orden sensible, que sentía la presencia de Dios en su alma. En realidad, la Madre Teresa, como lo revelan sus cartas, dirigidas a su director espiritual, sufrió como todos los santos una gran soledad espiritual, lo que se llama la noche oscura.

Por ejemplo, en una de sus cartas a un sacerdote dice: “Jesús tiene un amor muy especial por ti, en tanto que hacia mí el silencio el vacío son tan grandes que miro y no veo, oigo y no escucho”. A eso lo escribió en el año 1979. Que nos sirva este texto de la Madre Teresa como introducción a las lecturas del día de hoy.

 

1ra. Lectura

Querido hijo: Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos, y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad y llevar una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios Nuestro Salvador porque El quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre el también, que se entregó a si mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que el dio a su debido tiempo y del cuál fui constituido heraldo y apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad y no miento, por lo tanto quiero que los hombres oren constantemente levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.

1 Timoteo 2, 1 – 8

 

Salmo

¡Oye la voz de mi plegaria Señor!

Oye la voz de mi plegaria, cuando clamo hacia ti, cuando elevo mis manos hacia tu santuario.

El Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón confía en Él. Mi corazón se alegra porque recibe su ayuda: por eso le doy gracias con mi canto.

El Señor es la fuerza de su pueblo, el baluarte de salvación para su ungido. Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; apaciéntalos y se su guía por siempre.

 

Evangelio

Jesús entró en Cafarnaúm. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo,  a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a sanar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús le suplicaron con insistencia diciéndole: “Y merece que le hagas este favor porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga”. Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa el centurión le mandó decir por unos amigos: “Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me considero digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará, porque yo, que no soy más que un oficial subalterno, tengo soldado a mis órdenes y cuando digo a uno: “Ve”, el va y a otro “ven” y el viene, y cuando digo a mi sirviente: “Tienes que hacer esto” él lo hace”. Al oír estas palabras Jesús se admiró de el y volviéndose a la multitud que lo seguía dijo: “Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe”. Cuando los enviados regresaron a la casa encontraron al sirviente completamente sano”.

Lucas 7, 1 – 10

 

El tema es la fe. Una cosa es lo que tus ojos te señalan, otra lo que tu fe te obliga a aceptar. Es que el pan es el Cuerpo de Jesucristo y que en el Cáliz se encuentra la Sangre de Jesucristo. Creo que no es una casualidad el hecho de que en la Santa Misa nosotros repetimos las palabras del centurión cuando el sacerdote levanta el pan consagrado: “Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”.

Es así que la fe va más allá de lo que aparece a los sentidos, tantos externos como internos a los sentimientos, las emociones, como lo testimonió la Madre Teresa: “En tanto que hacia mi, repito palabras de su carta enviadas al padre Michel Van del Peet en el año 1979, el silencio y el vacío son tan grandes que miro y no veo, oigo y no escucho”.

Es la crisis de la fe, la noche oscura que dicen los santos, como decía también Santa Teresita del Niño Jesús un poco utilizando la imagen de la barca, recuerdan ustedes cuando empezó una tormenta en el lago de Genesaret, Mar de Galilea y los apóstoles pensaban que se hundían: “Nos hundimos” empezaron a gritar. Jesús dormía y entonces lo despierta: ¿Señor no te importa que nos hundamos? Jesús apacienta la tormenta pero también recrimina a los apóstoles por su poca fe.

Santa Teresita que también sufrió ese tipo de pruebas interiores dice: “Jesús duerme en la barca de mi alma y no lo despertaré, está presente durante la prueba, durante la enfermedad, durante los problemas de nuestra vida de cualquier orden, está presente, Dios está en nuestra vida, sin embargo muchas veces está y se hace el dormido. Entonces, depende de nuestra fe el creer en esa presencia a pesar de que no tengamos los signos externos como no los tenemos por ejemplo en la Eucaristía.

 

Catequesis del Padrenuestro

 

Ustedes oren de esta manera: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación sino líbranos del mal”. 

Mateo 6, 9 – 13

 

Cuando oren, digan: “Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino; danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”.

Lucas 11, 1 – 4

 

Vamos a comenzar nuestra catequesis del Padrenuestro diciendo que es tan importante el considerar las palabras del Padrenuestro. Es tan grande la riqueza de nuestra oración que podríamos estar toda la vida hablando sobre este tema, porque en las palabras del Padrenuestro está contenida toda la teología católica, toda la verdad revelada en Cristo. Descubrir a Dios como Padre es el gran desafío del cristiano.

Es una experiencia que puede transformar la vida de un hombre. Ojala pudiéramos tener parte de la gracia que recibió, por ejemplo, San Francisco de Asís. Se acordarán ustedes cuando el saca las ropas de seda que había recibido de su padre y queda desnudo, como un loco, en la plaza de Asís porque el dice que tiene un solo Padre, el del cielo: “Mi Padre es Dios”.

Esa fue su experiencia. Esa fue también  la experiencia de esa persona Rusa que les comentaba el viernes, la filósofa Tatiana Goricheva que practicando el yoga, repitiendo mecánicamente la oración del Padrenuestro como un ejercicio de concentración, a la enésima vez que ella repite las palabras se dio cuenta que alguien la estaba escuchando, que había un Padre en el cielo, que es Dios, que la estaba escuchando, que ella se estaba dirigiendo a alguien, a una persona, y su experiencia de Dios como Padre fue una experiencia que la transformó.

A eso lo escribe ella en un libro que se llama “Hablar de Dios resulta peligroso” en el cuál ella relata la vida de las comunidades cristianas, principalmente ortodoxas, durante la época del comunismo en las últimas décadas antes de la caída del muro de Berlín. Ella se descubrió también como persona. Es importante entender y es clave en la filosofía en el pensamiento cristiano saber que el hombre también se descubre como persona en su relación con Dios porque descubriendo a Dios como Padre nos descubrimos a nosotros como hijos, y cambia también nuestra idea del hombre y de nosotros mismos.

La persona humana es persona humana en relación a Dios y es tan importante el descubrimiento de uno mismo como persona humana sobre todo en un régimen en el cuál se había disuelto la concepción de la persona humana porque todos eran individuos de la sociedad, parte de un mecanismo de producción según la teoría marxista de la sociedad, según la cuál lo más importante es la economía, el trabajo. “Gloria al trabajo” decía en grandes carteles, oxidados, ya nadie creía, era un gran cinismo en la sociedad soviética en relación al ideal comunista el lema “Gloria al trabajo”, como si el trabajo fuera lo que te transformara, te hiciera hombre, te hiciera persona. El trabajo, que después entra en un mecanismo de producción para realizar el paraíso socialista. Lo que te hace a vos persona es tu relación con Dios, sos hijo de Dios, Dios es tu Padre, eso es lo que te hace persona.

Descubrir la dimensión vertical, eterna de nuestro ser personal, que no depende de quien seas, de como seas, de lo que tengas, de lo que sepas, ni siquiera depende de tu vida moral, porque Dios vino a salvar a los pecadores.

Ayer leíamos en la Santa Misa que hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por 99 justos que no necesitan de conversión.

Lo del Padrenuestro, verdad, lo de la oveja perdida. La oveja perdida es la persona humana, te descubrís a vos como persona humana irrepetible, teniendo un precio increíble a los ojos de Dios en tu relación con Dios, al decir “Padrenuestro”, es por eso que dice el Concilio Vaticano II que Jesucristo revela al hombre no solamente el misterio de Dios sino el misterio del hombre, el misterio de la filiación divina, de que somos creados a imagen y semejanza de Dios, comprados al precio de la sangre de Jesucristo y redimidos y hechos hijos y herederos del Reino.

Esa es la dignidad enorme del cristiano, es el gran secreto del cristianismo, el misterio de la filiación divina, de la adopción divina, y es lo que descubrió Tatiana en esa experiencia que fue una experiencia integral de su persona, no fue una conclusión lógica sino que fue una revelación que ella recibe de un modo personal, como la recibió San Pablo en el camino a Damasco, recordarán ustedes cuando cayó del caballo: “¿Quién eres tú?, “Soy Jesús a quien tu persigues”. San Pablo descubrió el misterio de la filiación divina en su encuentro con Jesús. Es por eso que vamos a intentar desarrollar utilizando los medios que nos da el catecismo de la Iglesia Católica y los comentarios de los Santos Padres que utilizaban el Padrenuestro como preparación al Bautismo.

Ustedes saben que en la Iglesia antigua, el período del catecumenado, es decir la preparación al Bautismo era mucho más amplio que la de hoy cuando bautizamos a los niños siendo recién nacidos, en cambio en la antigüedad muchas personas se bautizaban siendo adultas y existía el catecumenado y durante el catecumenado los adultos catecúmenos recibían el Padrenuestro y las palabras y comentarios del Padrenuestro.

Es por eso que santos como San Cipriano, San Gregorio de Niza, San Cirilo de Jerusalén, San Juan Crisóstomo y otros, escribieron sus comentarios al Padrenuestro como parte del catecumenado. Después encontramos otros comentarios de gran valor como el de San Máximo confesor, San Agustín de Ipona, de Casiano, de Tertuliano en su libro de la oración, y más tarde en la época escolástica Santo Tomás de Aquino o de Pedro Abelardo en su posición en la oración del Padrenuestro, y en la época moderna tenemos el comentario en el catecismo de la Iglesia Católica, también Catecismo Romano, y comentario de autores como Romano Guardini o Teófano el recluso que es un santo moderno de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Comentarios hay mucho y es imposible citarlos a todos.

Vamos el texto, al texto del Padrenuestro lo tenemos en el evangelio de San Mateo y en San Lucas. Al menos dos veces Jesús lo transmitió. En el evangelio de San Mateo está incluido dentro del sermón de la montaña, en el evangelio de San Lucas, en cambio, encontramos el Padrenuestro como respuesta de nuestro Señor al pedido de sus discípulos “Enséñanos a orar”.

Hay cierta diferencia entre los textos de Mateo y de Lucas. Por ejemplo, en San Lucas no tenemos la doxología final que tenemos en San Mateo. Un biblista ortodoxo ruso, el padre Alexander Men habla de este tema que es un tema muy concreto, habla de que Nuestro Señor pronunció esta oración no en griego como la conocemos nosotros sino en arameo, entonces hay una fuente aramea de la cual proceden los textos de Mateo y de Lucas, obviamente la de Lucas fue primero, y la diferencias se explican por el hecho de que Mateo y Lucas escribían sus evangelios con finalidades distintas y con destinatarios diversos. San Lucas escribió su evangelio para los cristianos provenientes del paganismo, en cambio San Mateo escribió su evangelio sobre todo teniendo en cuenta a los cristianos provenientes de la sinagoga, que tenían un gran conocimiento del antiguo testamento.

El Padre Alexander Men, que fue un gran hombre, un gran biblista. Me gustaría, si me permiten, dedicarle dos palabras al menos a este gran hombre, creo que vale la pena que todos sepan quien fue el padre Alexander Men. El Padre Alexander Men fue una persona clave en la renovación espiritual de Rusia en los últimos años del comunismo. El Padre Alexander fue un sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Rusa, una persona que vivió su fe con gran coherencia, un hombre que sufrió mucho por su fe, que muchas veces tuvo que pasar interrogatorios en la KGB porque su popularidad iba creciendo a través del tiempo.

Un hombre que se dedicó a escribir y a llevar el diálogo con la clase culta rusa y a explicar lo que el Papa Juan Pablo II haría en su encíclica a cerca de la fe y la razón que no se contradicen, al contrario, que la fe enriquece y  profundiza lo que conocemos a través de la razón. El Padre Alexander escribió una obra monumental, monumental por el tamaño y también por el esfuerzo que hizo porque en ese tiempo no había libros religiosos, no había bibliotecas ni nada en Rusia, la gente escuchaba hablar de Jesús en el catecismo del ateísta por ejemplo, que era de lectura obligatoria para ellos y ahí se hablaba de un mito de un tal Jesús. O como Tatiana Goricheva que descubrió a Dios como padre utilizando el Padrenuestro como método de concentración.

El Padre Alexander, a pesar de no tener fuentes, de no tener medios, de estar perseguido, observado, etcétera, llegó a escribir una obra monumental: “La historia de las religiones” en la cual el hace un análisis profundo, exhaustivo, de la religión como fenómeno desde los orígenes hasta el día de hoy, estudiando todas las escuelas, entre ellas la materialista, que dice que la religión surge como producto del temor del hombre ante lo desconocido, ante los fenómenos de la naturaleza, entonces el hombre se refugiaba en los ídolos, y de la idolatría del politeísmo el hombre se fue refugiando en el monoteísmo, entonces el Padre Alexander, al contrario demuestra que la base de todas las religiones es un monoteísmo que después se fue deformando en un politeísmo.

El lo hace de un modo extraordinario muy erudito y llega hasta el día de hoy, evidentemente, resaltando la figura de Jesucristo como plenitud de los tiempos, como presencia de Dios en la tierra, como el Dios encarnado. Después el escribió libros de catecismo explicando la misa, los mandamientos, para la gente muy sencilla. Escribió una obra, la única traducida al español que se llama: “El hijo del hombre” donde el relata la vida terrena de Jesucristo, lo hace de un modo muy sencillo y muy adecuado para las personas que no conocían nada del Evangelio ni del antiguo Testamento. Describe los edificios, el contexto histórico, filosófico, social, el pensamiento de la época, la Palabra de Jesús, etc. de modo que se puede decir que a través de este hombre, de esta única misión del padre Alexander, muchas personas llegaron a la Iglesia.

En el año 1990 fue asesinado el padre Alexander, todavía nadie sabe quién lo mató. El salió de su casa dirigiéndose a la estación de tren para ir a su parroquia y detrás de un árbol lo esperaba un hombre con un hacha y le pegó un hachazo en la cabeza; el padre llegó hasta su casa y murió en la puerta. Así este hombre coronó su trabajo apostólico con un martirio hace apenas 16 años. El padre Alexander Men también tiene su comentario a la Biblia donde el nos da esta nota a cerca del Padrenuestro. Quería sencillamente, como ex-director de Radio María en Rusia, hacer este pequeño homenaje a este hombre desconocido para la mayoría de ustedes pero que fue un gran hombre de los tiempos actuales, un gran testigo de Jesucristo en Rusia.

Hoy, en el día de San Roberto Belarmino, es una linda fiesta en su memoria, un santo que se distinguió por su paciencia en las enfermedades, por su gran humildad a pesar de haber tenido tan grandes dones naturales y sociales, de haber provenido de una familia aristocrática, sobrino de un papa, hombre de gran humildad, de una gran capacidad, de una gran erudición, y sencillez y finalmente, como predicador, cuando empieza a utilizar la Sagrada escritura como lugar único en sus sermones con un gran éxito, y termina su vida siendo, de mala gana, involuntariamente, aceptando por obediencia, Obispo y Cardenal, pero siempre sintiéndose novicio. San Roberto Belarmino una gran figura de la época de la gran reforma.

San Alexander Men, un sacerdote de nuestro tiempo que se consagró a predicar la Palabra de Dios en un mundo que se había olvidado de Dios, un gran ejemplo para nosotros realmente. Su libro traducido, “El Hijo del Hombre” puede ser una muy buena introducción para aquellos que quieran conocer más de cerca la vida terrena de nuestro Señor Jesucristo.

Continuaremos durante esta semana con la catequesis sobre el Padrenuestro.