“El Papa nos ha dictado un protocolo de la misericordia para la Iglesia hospital de campaña”

viernes, 22 de junio de 2018

Al profundizar en el mensaje de la exhortación de Francisco “Alégrense y exulten”, el padre Diego Fares dijo que el primer punto del protocolo de la santidad es ser misericordiosos; y que hoy, esa misericordia nos indica que lo primero es dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir, alojar, visitar, enseñar y corregir al que lo necesita.

22/06/2018 – El sacerdote jesuita mendocino Diego Fares, maestro en discernimiento espiritual, quien por estos días lleva adelante su ministerio en Roma, aseguró que en un mundo en el que el hambre mata más que el Sida, la malaria y la tuberculosis juntas, en el que hay 800 millones de personas con hambre y 3 millones de niños mueren por desnutrición, “el primer gesto de misericordia y de santidad es dar de comer al hambriento”.

“En la exhortación Gaudete et exsultate -dijo Fares-, el Papa usa la palabra ‘protocolo’ para que lo que nos dice el Evangelio para lo más urgente (dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar al preso, etcétera), se nos grabe como un procedimiento inmediato, como de memoria, porque todos nosotros, como pueblo de Dios, estamos en una Iglesia que es ‘hospital de campaña’”.

Fares agregó que el protocolo que tenemos que incorporar es el de la misericordia. “La misericordia tiene una serie de gestos y pasos concretos. Un protocolo también lo tenemos en la parábola del buen samaritano: ver, compadecerse, acercarse, vendar las heridas, llevar al hogar, cuidar, volver a ver cómo está el herido y pagar lo que se gastó de más”.

Destacó, en ese sentido, que “es importante seguir los pasos” del protocolo: “Cuando uno ve (al hermano herido), hay que dejar que el corazón se conmueva y se compadezca. Esto es lo primero. Luego hay que acercarse. Es clave acercarse, no pasar de largo… Lo demás, va saliendo solo”.

También citó otro ejemplo de protocolo que da el Evangelio: “La parábola del Padre misericordioso (o del hijo pródigo) enseña a los padres cómo hay que actuar: dar libertad a los hijos, esperarlos atentamente, correr a abrazarlos, permitir que se recuperen, hacer fiesta, hablar con el que se enoja. Recién después de la misericordia vendrán las exigencias, la reparación, el crecer y el mejorar”.

 

Estado de “insatisfacción”

El padre Fares remarcó que el papa Francisco destaca como una virtud de quien busca de corazón la santidad, “un sano y permanente estado de insatisfacción”. “No se trata -explicó- de la ansiedad que produce el consumo, sino de la bienaventuranza de la justicia que debe ser buscada con hambre y con sed. En la justicia hay que mantener despierta esta ‘insatisfacción’. Porque la justicia hay que revisarla todos los días. Esta ‘insatisfacción’ es sana”.

El sacerdote, hijo espiritual de Bergoglio, puso como ejemplo a los papás de las víctimas de la Tragedia de Once, de quienes dijo: “Ellos eligieron el camino largo de buscar justicia legal, con la justicia y las leyes que tenemos. Y cuando esta justicia tarda o chicanea y reduce condenas, por ejemplo, ellos siguen adelante, sin prisa ni pausa. Buscando más justicia, pero valorando cada paso dado. Son un ejemplo de ciudadanía”.

El Papa y el padre Diego Fares.

 

El problema del consumismo

Otro de los puntos que el Papa toca en Gaudete et Exsultate es el problema del consumismo. Según Fares, al consumismo “no se lo puede evadir”, porque nos ha invadido a todos desde hace rato. “Hay que mirarlo de frente y ponerle precio a cada cosa que el consumo nos ofrece. Pero no ponerle precio en pesos sino en tiempo, en horas reloj. Cuando uno ve que lo que el diablo y la mundanidad le roban es ‘tiempo’ a cambio de ‘productos’, y que el anzuelo es el ‘entretenimiento’ que te distrae precisamente del robo, uno tiene que cambiar la mentalidad: Hay muchas cosas apasionantes, hermosas y buenas, llenas de amor, fecundas, gozosa, que quiero hacer. Entonces uno las pone primero y ordena el día en torno a estas cosas grandes, a su misión principal. Y estas cosas buenas y hermosas, ensanchan solitas el día y le roban tiempo al consumo”.

En el mismo sentido, y con humor, el padre Fares dijo: “Está permitido robarle tiempo al diablo, porque, como dice el dicho: ‘el que roba a un ladrón…’. Quizás ayude a abrir los ojos y a discernir al Maligno que nos roba la vida, la alegría, los bienes más lindos, como el Amor a Jesús, la lectura de la Biblia, el trabajo por la justicia”.

Por último, reflexionó sobre la palabra “consumismo”, para hacer notar que termina en ‘mismo’. “Yo no consumo Coca-Cola, series de tv, sustancias o dinero: me consumo a mí mismo. Y si uno gana el mundo y se pierde a sí mismo, es mal negocio, como le decía San Ignacio a San Francisco Javier, que era un «consumista» que se quería beber la vida y tragar el mundo, y terminó consumiéndose pero por los otros, por los miles y miles que bautizó”.