05/05/2020 – Las nociones de comunicación, comunidad y comunión son distintas, pero están íntimamente relacionadas. La fuerza de la comunicación es la fuerza del bien, que mueve al amor, y del amor, que quiere el bien para la persona amada y por eso comparte el bien propio con ella.
La comunicación que hace que lo que era solo mío sea ahora nuestro, nos constituye como comunidad: la comunidad de quienes ahora compartimos un bien común. La comunión consiste en que los miembros de la comunidad disfruten juntos del bien común. ¿De qué manera los cristianos podemos aplicar este paradigma de comunión-comunidad-comunicación? Dialogamos con el Dr. Roberto Ré, médico psiquiatra y fundador de la Red Sanar.
El hombre es un ser social, no solo porque su indigencia le impidió valerse por sí mismo, sino también porque la comunidad es un bien recíprocamente enriquecedor. La comunidad enriquece al hombre individualmente considerado; pero la comunidad está constituida precisamente por los hombres a los que enriquece.
El culmen de la comunicación es la comunión, señala Juan Pablo II, en su Carta Apostólica “El rápido desarrollo” (2005). Y es que para la fe cristiana el acercamiento y la comunión entre los hombres es el fin primero de toda comunicación y la Iglesia valora la comunicación social en cuanto ésta intenta crear entre los hombres un mayor sentido comunitario, aumentando el intercambio entre unos y otros.
Por otra parte, toda comunicación tiene su origen y modelo supremo en el misterio de la eterna comunión divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que existen en una misma vida divina.Es en la Santísima Trinidad donde encontramos la perfecta comunicación y, por lo tanto, la perfecta comunión. Por tanto, podemos decir que Dios es comunicación. Cuando la Iglesia afirma que “Dios es amor” está diciendo que es comunicación personal de sí, que es relación, que es comunión.
No te pierdas de escuchar la exposición del Dr. Roberto Ré en la barra de audio debajo del título.