23/08/2023 – La hermana Mariana Zossi, religiosa dominica, completó la reflexión sobre el perdón y comenzó desde el texto de la primera carta a los Corintios 13,2 y el de Mateo 5,23-24.”Debemos reconciliarnos sin demora. Cuando nos animamos a hacerlo entramos en comunión. Cuando la Iglesia, nuestras comunidades, nuestra propia familia logra transparentar ese misterio de sencillez y perdón, nos transformamos en un fiel reflejo de Cristo Jesús. Uno de los primeros testigos del evangelio, Pablo de Tarso, quien lo intuyó. Si fuéramos tan consciente de ello, sabríamos que los enfrentamientos, antiguos o recientes, fraccionan y quiebran a Cristo en su cuerpo”, afirmó la hermana Zossi.
“Todos estamos llamados a vivir ecuménicamente. No sólo aquellos que entran en diálogo con las otras Iglesias cristianas, los evangelistas, metodistas, anglicanos, bautistas, sino que todos tenemos la vocación ecuménica, aquella la de vivir la reconciliación sin demora. La palabra ecuménico, de origen griego, proviene de oikoumene, que significa tierra habitada y civilizada, universo, y está vinculada a términos derivados de oikos: casa, hogar, economía, administración. La vocación ecuménica implica el llamado que todos tenemos a hacer un lugar para el otro en nuestra casa, y que ese lugar sea digno, respetuoso, libre, sea su lugar habitable como decíamos la semana pasada. Que allí viva en plenitud, reconciliado y no en confrontación permanente”, sostuvo Mariana.
“Para el evangelio, la reconciliación no puede esperar. La relación horizontal con el hermano condiciona la validez de la relación “vertical” por medio del acto cultual. Si falta la primera, la segunda no tiene valor. Nuevamente Mateo, en ese capítulo 18 narrará una historia, que es un ejemplo de relato parabólico, testimonio de un mundo irreal, pero no por ello menos significativo. Lo que el siervo debe a su rey es una suma enorme que no sólo no podía ser pagada, sino que tampoco podía darse en aquella época en esa magnitud: son 10.000 talentos. Recordemos que el valor de un talento variaba entre los 6.000 y los 10.000 denarios, y que el denario equivalía al jornal diario. Si el siervo había contraído una deuda semejante, la fortuna del rey se vuelve incalculable. La súplica del siervo de que el rey tenga paciencia con él porque le pagará toda la deuda, es un gesto vacío porque promete lo imposible. De todos modos, ocurre lo inesperado: el rey le perdona la inmensa deuda y lo deja ir. El encuentro del siervo con uno de sus compañeros que le debe 100 denarios desenlaza el drama, porque, en lugar de imitar la generosidad del rey en una cantidad inimaginable, el siervo exige el pago de la pequeña deuda y, cuando no lo recibe, manda a la cárcel a su deudor. La reacción del rey cuando se entera del hecho tiene un detalle casi cómico: entrega al siervo a los verdugos hasta que pague todo lo que debía. Como si el pago de la deuda fuera posible”, indicó la consagrada tucumana.