Entrevista en estudio a Marta y Eduardo Furnier, que forman parte de un movimiento de matrimonios: “Encuentro matrimonial mundial”.
Gabriela Lasanta: Piloto automático significa pensar que las cosas en el amor se mueven solas, ya sea para bien o para mal, que no se puede hacer demasiado en relación al amor; que el amor es como un ente autárquico que tiene sus propias reglas (‘hay química’ dicen hoy los chicos, y entonces pongamos piloto automático porque la cosa funciona sola. Y la química dura uno o dos años, luego se empieza a poner en mal estado cuando empiezan las responsabilidades, los esfuerzos, cuando ya cuesta encontrar tiempos para la pareja)
Nosotros tenemos un problema. Creo que nos viene de la época del amor cortés, en la época del caballero y la dama… esa visión romántica del amor, como esa cosa mágica que nos envuelve y nos lleva en una cuna de goces y de placeres narcisistas. Y cada vez está peor la cosa, porque me parece que hay demasiados teleteatros en la cabeza y en los medios de comunicación, y entonces, tenemos la idea de que el amor es una especie de ‘alfombra mágica’ – o su reverso: paciencia, comprensión, porque así es el matrimonio: una larga secuencia de aguantes y de sufrimientos, como decían las abuelas-.
En realidad, dos horrores.
Por un lado, toda esta expectativa mágica, bastante tonta, hace que uno le ponga el ‘piloto automático’: me subo al avión, le pongo el piloto automático, y el avión sobrevuela las nubes, hasta que un buen día nos estrellamos contra la montaña de los obstáculos de todos los días (que pueden ser desencadenados desde ‘quién saca la basura?’, o ‘por qué le diste permiso a fulanito de ir a la fiesta donde se emborrachó. Se acabó, no nos queremos más’).
Y en el otro extremo, la cosa de aguantar y aguantar y aguantarse, también tiene que ver con un piloto automático. Uno tiene que ver con el de la expectativa del placer como cosa permanente, y el otro con el del sacrificio permanente. Los dos polos se encuentran -para mi gusto- con demasiada frecuencia.
Para poner luz en este tema, vamos a conversar con el Padre Javier Fernandez.
Gabriela Lasanta: Has asistido a muchísimos matrimonios así que has reflexionado acerca de este tema que tiene que ver con el ‘piloto automático’: a veces la fantasía nos lleva a pensar que el amor es como una plantita que crece sola. ¿Qué pensás acerca de esto?
Padre Javier Fernandez: Creo que los seres humanos actuamos parecido en todos los ámbitos de nuestra vida. Nos puede pasar a los sacerdotes como a los matrimonios, o como pasa con una profesión. Generalmente comenzamos con mucho entusiasmo, con muchos ideales, pensando que a nosotros no nos va a pasar como le pasa al resto. Y después hay una tendencia –que yo la comparo con la fuerza de gravedad- a ir cayendo de a poco en la repetición automática de las cosas, sobre todo aquellas situaciones que se dan con mucha frecuencia, diariamente, semanalmente. Al principio las hacemos con mucho contenido, las preparamos, somos conscientes de que las estamos haciendo, y después ponemos ese piloto automático que si bien tiene ventaja de ahorrarnos esfuerzo, también tiene la desventaja de que a veces nos hace obrar en la vida de una manera muy mecánica. (quizá los varones somos más proclives que las mujeres a esa automaticidad, pero en general es una tendencia humana muy común). Creo que por formación, los varones somos educados más para pensar no solo en la casa y en la familia sino para pensar en todo lo que está afuera: en el trabajo, las amistades, lo social. Se ha dicho alguna vez que “para los varones su amor es el mundo y para las mujeres el mundo es el amor”. De alguna manera hay una formación de la mujer hacia las relaciones personales dentro y fuera de la familia, hacia el cuidado de la relación, mientras que los varones tenemos que hacer un mayor esfuerzo para cuidar eso, porque lo damos por supuesto y seguimos haciendo otras cosas. Pero actualmente, en la medida en que la mujer se va implicando en el mundo externo, va adquiriendo cualidades y defectos que hasta ahora habían sido muy típicos de varones
GL: ¿Qué hace la Iglesia para modificar ese criterio de “su amor es el mundo” -tienen como prioridad más al mundo que a la familia- en tiempos en que se multiplican los divorcios, las familias se rompen, con todo lo catastrófico que eso puede generar sobre todo en los niños: heridas, dolores, angustias?
JF: creo que desde los años del Concilio, hace 50 años mas o menos, ha sido un período privilegiado para el surgimiento de grupos, movimientos, actividades dirigidas tanto a cuidar el matrimonio como a promover la educación de los hijos. Creo que particularmente la Iglesia Católica insiste en el cuidado de la familia, en proponer retiros, actividades, talleres, cursos, publicaciones relacionadas con todo esto. Siempre es poco ante los desafíos que se presentan, pero creo que hay una tarea, así como también hay una evolución cultural que en este punto tiene algo de positivo: la mayor implicación del varón en la familia y en la educación de los hijos (antes estaban más delimitados los roles del varón y de la mujer)
GL: ¿cómo se hace para evitar o para salir en piloto automático si uno ha caído en esa actitud?
JF: Creo que hay al menos dos maneras de salir: una planificada y la otra no. La no planificada, -que suele ser a menudo desagradable- es cuando aparecen crisis, grandes problemas, y entonces necesariamente uno tiene que tomar el volante y conducir conscientemente las situaciones (como quien va manejando en la ruta medio adormilado y de golpe se le viene un camión y tiene que hacer una maniobra brusca y se despierta de golpe). La otra, la deseable, es cuando por decisión propia al menos de uno de los miembros de la pareja dice: “No puede ser. Hemos dejado venir abajo muchos valores de nuestra relación matrimonial, de nuestra vida de familia. Tenemos que hacer algo por eso”. Y suele ser la mujer la que primero toma conciencia de esto, la que suele insistir más en esto: “vayamos a un encuentro, a un retiro, etc, para mejorar nuestra situación”. Es común que el varón diga “no, si no estamos tan mal, si vamos tirando, si después de todo hay quienes están peor que nosotros”
GL: y el problema está cuando la mujer dice “me voy, ya no tengo más nada que hacer”
JF: yo creo que la vida humana, en especial la vida matrimonial y familiar, es como esas frutas que se van secando por dentro y por fuera y parece que están bien.
GL: Hay gente que no solo aplica el piloto automático al vínculo matrimonial, sino que vive en piloto automático casi como un estilo de personalidad. Entonces uno dice: yo propongo una cosa, u otra, u otra, y no hay forma, porque su zona de comodidad donde está instalado es tan fuerte y está tan amurallado que no hay poder que pueda sacarla de allí. Hacen cosas ‘como si…’ pero en el fondo, en definitiva, el mensaje que manda es ‘sí, charlemos’ o ‘si, hagamos un retiro’ pero en el retiro se duerme o está pendiente de los goles de su equipo de futbol, o está ansioso por que termine, entonces el otro se da cuenta de que está ahí como pintado en la pared. Y la desesperación es del que quiere modificar esta situación y no encuentra cómo
JF: Creo que cuando un miembro de la pareja nota que el otro no responde a los estímulos, nota que se va enfriando la relación, que cada vez hay menos cosas en común y sin embargo la otra parte no es consciente de eso o no le da importancia, si después de plantearlo verbalmente, de buena manera, las cosas siguen así, creo que además de acompañarlo con la oración en el caso de quien es cristiano, no queda otro camino que darle un sacudón. Me ha pasado más de una vez de hablar con alguna esposa que me plantea ese problema. Mi marido es bueno, trabaja mucho, es un buen padre, pero a nivel pareja estamos como dos hermanos en muchos aspectos de nuestra pareja. Y más de una vez uno se da cuenta que la mujer con solo esperar o con solo hacer un pedido verbal, las cosas no cambian. Entonces la mujer ha optado por hacer un sacudón al menos verbalmente en término por ejemplo de decir ‘creo que nosotros vamos camino a una separación’ para que el otro tome conciencia de que, por más que él no lo capta, ella está sintiendo que cada vez hay menos motivos para estar juntos. Hay situaciones todavía más extremas que son poco deseables pero se dan, en que directamente una de las partes amenace con irse o pedirle a la otra que se retire un tiempo si las cosas siguen así. Creo que la persona que está en piloto automático tiene que sentir de alguna manera que la situación se ha puesto peligrosa, porque a veces solo entonces el otro reacciona. Porque el piloto automático se mantiene en la zona de comodidad en la medida que la persona capta que con mínimo esfuerzo todo sigue andando, entonces ‘¿para qué se va a esforzar si todo anda bien?’. En cambio cuando una de las partes capta que la otra, o los hijos reclaman, están desconformes, gritan, se pelean… entonces se da cuenta de que tiene que salir de esa zona de comodidad.
GL: o sea: “querido/a: si el piloto es automático, yo apago todos los motores: se viene abajo el avión”. Hay que tener audacia para eso.
JF: creo que sí hay que tener audacia, pero no es tan difícil hacerlo si se hace progresivamente. Lo que no hay que hacer es dejar correr las cosas de manera que lo primero que se diga sea algo catastrófico: no pasar de no decir nada a decir me voy de la casa.
GL: ¿hay personas especializadas para asistir en este tipo de conflictos sobre todo cuando uno de los miembros funciona en piloto automático y el otro está como dando pataditas?
JF: creo que, como esto suele ser parte de algo mas amplio, hay especialistas en cuestiones matrimoniales que abarca también esto. Pueden ser psicólogos, o experiencias de encuentros o retiros para matrimonios, grupos que se reúnen, matrimonios que ayudan a otros matrimonios… Ciertamente, cuando hay interés, hay muchas posibilidades. También, cuando una de las partes –generalmente el varón- no tiene ganas de hacer nada, no es tiempo perdido que la otra parte vaya por lo menos adelantando algo, vaya hablando con alguien, vaya haciendo algún retiro personal, vaya teniendo algunas charlas o entrevistas que la van a ayudar al menos para ver cómo encaminar las cosas.
Entrevistas con Marta y Edgardo Fournier que forman parte del movimiento “Encuentro matrimonial”.
GL: Empecemos por los casos graves de piloto automático. ¿Qué ofrece “Encuentros matrimoniales” en esta situación?
Edgardo Fournier : Cuando nosotros hicimos encuentro matrimonial (hace mas de 30 años) llevábamos 18 años de casados, y te puedo decir que yo estaba en piloto automático. Mi primer reacción fue “¿para qué vamos a ir si todo está perfectamente bien?: tengo mi trabajo, vamos al club, la pasamos bien, los chicos están bien”. Después comprendí claramente que éramos como una olla a presión a la cual se le ha trabado la válvula. Eso iba a una explosión, porque había muchos temas que sabíamos eran muy conflictivos, y habíamos aprendido elegantemente a esquivarlos. Y eso es lo peor que puede hacer una persona en una relación matrimonial. Esquivar los temas tensos. Hay que enfrentarlos, dialogarlos… encuentros matrimoniales da esa oportunidad de ver tu propio yo primero, luego tu propia relación con tu esposa/o, con tus hijos y con los demás, y te da una técnica de comunicación. Parece muy frío eso, pero en ese ambiente especial, incluso de oración –aclaro que es un ambiente abierto a todos, incluso a ateos-, lleva a que uno una vez en la vida haga una visión interna y profunda de sí mismo y de su relación. A mí me cambió la vida. Me hizo dar cuenta a tiempo de quitar el piloto automático y agarrar los mandos. Eso no significa una solución mágica ni receta. Nosotros decimos que el matrimonio es un ciclo: romance, desilusión y júbilo. El romance se da por naturaleza en el noviazgo y los primeros años de matrimonio. Después se dá ese piloto automático que llamamos rutina, que es por un lado necesaria, pero por otro es muy destructiva. La tarea del matrimonio es no descuidar las señales que puede haber y recuperar el júbilo de compartir la vida juntos.
GL: O sea: hay que comprometerse, hay que buscar ayuda en este caso, no se puede salir solo
Marta Fournier: Justamente nosotros decimos que la relación de pareja es como una mesa: tiene patas. Una de las patas es la relación con otros matrimonios que tengan los mismos intereses de crecer, de ser cada vez mejores, de estar cada vez mas unidos, y dialogar sobre diversos temas. Porque lo que a veces pasa en la pareja es que uno dice “sobre tal tema por ejemplo el dinero, la distribución, cómo lo vamos a gastar o qué prioridades vamos a tener, eso ya lo hablamos, ya sé lo que el piensa. Yo me manejo por mi cuenta…” Todos esos temas, aunque ya los hayamos hablado, los debemos volver a dialogar porque con el paso del tiempo las personas vamos cambiando: van cambiando los intereses, la forma de ser, la visión que uno va teniendo de la vida. ENTONCES ES BUENO SEGUIR DIALOGANDO DE LOS MISMOS TEMAS.Para nosotros, ese encuentro matrimonial de fin de semana fue el sacudón. Pero no terminó allí. Seguimos yendo, seguimos dialogando sobre los mismos temas, volvemos a replantearnos, volvemos a seguir avanzando sobre cosas que ya hemos vivido pero las volvemos a vivir en otra etapa de la vida. Creo que permanentemente la relación hay que re-evaluarla.
GL: Alguien podría decir, por ejemplo respecto del dinero “él tiene la necesidad de priorizar ésta compra, y yo esta otra”. Hasta hace unos años era notable el egocentrismo de los varones, hoy está muy repartido: se ven varones muy preocupados por el bienestar familiar y mujeres sumamente egocéntricas con su cabeza puesta en su ropa, en sus amigas, etc… Supongamos que los dos vengan de una cultura en cierto modo narcisista, cada uno centrado en lo suyo. Entonces: yo invierto acá, vos invertís allá. ¿para qué vamos a seguir hablando si nadie afloja?
M: Y justamente como hoy la mujer trabaja y tiene un sueldo equiparado al del hombre, cada uno dispone de su dinero y hace lo que quiere. Nosotros decimos: en el matrimonio somos dos que vamos a ser uno. Entonces tenemos que dialogar. No es que uno va a imponer en qué se va a gastar. Hay que dialogar cuales son las prioridades. También podemos darnos gustos, pero consensuados. Nosotros insistimos mucho en que para que la relación de pareja perdure en el tiempo, hay que dialogar. Todos caemos en la rutina, en la independencia, en las superioridades…pero es necesario retomar y volver al diálogo
EF: Hay una frase que dice “El dinero ¿es mío, tuyo o nuestro?” Aunque uno solo de los dos trabaje fuera de la casa, no puede decir que el dinero es suyo. En todo caso, el que no trabaja afuera es el ‘gerente’ del hogar, y 24 hs por día.
GL: es mejor un NOSOTROS que un YO + YO
EF: Por supuesto. Cada uno tiene su personalidad, y no puede cambiarla. Si no, dejaríamos de ser quienes somos. Entonces las tendencias de cada uno permanecen, y deben ser motivo de diálogo permanente. El tiempo de encuentro es tiempo de trabajo a brazo partido
GL: ¿y qué pasa cuando no se ponen de acuerdo, cuando uno ve las cosas de una manera y el otro de otra?
M: a veces es bueno buscar otro matrimonio, o un sacerdote, alguien que esté en el diálogo con esa pareja y que ayude. No que tome partido o haga de juez, pero que vaya ayudando a que cada uno vaya abriendo el corazón y deje entrar al otro. Porque también nosotros hablamos del amor, pero cerramos el corazón. Y no es fácil. La lucha es de todos los días. Y muchas veces el dialogo con otro matrimonio nos ayuda a ver.
EF: Hay otro factor a medida que pasa el tiempo. Cuando el que trabajaba se jubila y comienza a pasarse las 24 hs en la casa, es un ajuste muy, muy costoso a veces. En cosas sencillas y cotidianas, el otro tiende a hacer de maestro, le da las instrucciones. Y eso, depende de los caracteres, puede pasar. Pero en otros termina mal la relación. Las señales rojas de la relación matrimonial, son como la tortura china: una gotita en la cabeza, que uno dice “¡tan poca cosa!” pero es lo peor. Esas pequeñas cosas son las que más dañan los matrimonios, quizá peor que las grandes ecatombes.
GL: a veces incluso se puede perdonar más una gran ecatombe que el desgaste y la erosión permanente. Ahora: también hay un desgaste y una erosión que se da por esta cosa mágica entre las novelas, las canciones , los teleteatros, que nos meten esa idea del amor romántico ¡que veneno! Porque el amor es una construcción, un trabajo de todos los días. Esta fantasía de que voy a encontrar el alma gemela: el alma gemela es el sumun del narcicismo, es decir, con mi mismo ADN, criados todos iguales, idénticos… no tengo ni que mover un dedo porque hasta me miro en él y soy yo…¡es de terror!!!
Participan los oyentes
Te cuento que estoy embarazada de dos meses. Mi novio me dejó y tengo mucha bronca hacia él y me cuesta aceptar este bebé. Te pido oración-
GL: es lógico que tengas bronca y que te cueste aceptarlo. Estás haciendo un duelo: tu novio te dejó, los planes han cambiado, quizá el bebé llegó en momentos en que tal vez no lo habías proyectado. Más adelante harás tu reflexión y tu discernimiento acerca de por qué entregaste así tu vida a quien no te ofrecía garant+ias de compromiso. A veces hasta teniendo un nido armadito cuesta aceptar el embarazo. No te asustes de estos sentimientos. Son naturales y se pasan. En este momento concentrate en tu salud y en la de tu bebé. A medida que va pasando el tiempo ese bebé va a ir ganando tu corazón y tus afectos. Por el momento lo único que él te pide es que lo dejes vivir. Y si no gana los espacios de tu corazón, se irá ganando el espacio de la vida. Contá con nuestras oraciones
Para esta oyente: que busque si donde ella vive no hay algún centro “Grávida” que trabaja exactamente dando apoyo a este tipo de situaciones
¿cómo podemos hacer para ayudar cuando vemos familiares que están muy mal en su situación de pareja? Yo también pasé por la experiencia de separación y se que es terrible sobre todo para los hijos por las consecuencias que todo esto les genera
GL: es tan traumática una separación como la no separación cuando lo que corresponda sea eso. lo que se trata es de hacer un discernimiento buscando el mal menor. A veces una separación es necesaria porque el ambiente, el clima, la toxicidad del vínculo o la indiferencia está lastimando el alma de las personas. A veces es al revés: la gente se separa porque la cosa no sale fácil, y hay muchas cosas que se pueden hacer antes de llegar a la separación
Cuando le damos ese sacudón y a pesar de eso no hay cambio ¿qué tenemos que pensar? ¿Qué no hay amor de verdad?
– Mi matrimonio está en crisis hace 3 años y mi marido no sale de esa zona de comodidad. Ya pasé por encuentro matrimonial y no puedo sostener la promesa de mejorar ¿qué otra alternativa se puede buscar a esto si él no quiere recibir ayuda?
EF: Me pone triste esto. Pasar por un encuentro matrimonial es todo un esfuerzo que uno vive: un esfuerzo estar tantas horas dialogando, exponiendo las debilidades y las grandezas en la relación. Lo que les aconsejaría es que se decidan a vivirlo de nuevo. Quizá lo vivan desde otra óptica al ser ahora 3 años mayores. Por otra parte, no olvidarse de ‘las 4 patas de la mesa’. Las relaciones con matrimonios afines, la oración: rezar juntos, leer juntos una lectura, o hacer juntos una reflexión tan simple como ‘gracias Señor porque amanecí vivo’, las relaciones sexuales. Pasan los años, las nuevas situaciones fisiológicas tienen un montón de variantes, pero las relaciones sexuales son como el altar de Dios para el matrimonio. Tienen que estar, y si están fallando, tienen que dialogar para ver qué pasa y si es necesario buscar ayuda.
M: En el amor forman parte lo físico y lo espiritual. El amor se construye todos los días y la relación sexual es una de las patas (no la única ni la principal) y tiene que ser el punto final.
GL: acá puede variar la psiquis masculina y la femenina: lo que pasa es que al varón, la sexualidad le puede ‘abrir’ el alma, en cambio la mujer necesita que el alma esté abierta para acceder a la relación sexual. Entonces hay como un desencuentro: para uno es punto de partida y para el otro de llegada.
M: pero la base fundamental es el diálogo, en todo. Si no dialogamos no sabemos ni qué siente ni qué piensa el otro. Entonces, a partir del diálogo va a ir surgiendo todo lo demás.
Volviendo a la pregunta de esta señora: es difícil cuando una de las partes no quiere hacer nada, no se esfuerza por hacer el cambio. Por eso yo también le diría que se anime a reflexionar y tomar decisiones importantes para seguir caminando.
GL: porque a veces también alguien ya “punteó” (así se dice en mediación): ya clavó la bandera, y aunque por distintas razones no lo dice, está divorciado. Hay un divorcio dentro, y está esperando que el otro se de por aludido cuando quiera, como quiera. Como va a ser el primero en cantar que se vaya él o ella. Esas situaciones hay que desenmascararlas. “Qué es lo que querés? ¿A dónde estás yendo?¿Qué pretendés: que sigamos así y nos jubilemos de aburrimiento, o de odio” –porque del aburrimiento después se pasa al odio-. Alguien dijo que EL ABURRIMIENTO ES RABIA ENMASCARADA. “Yo así no estoy dispuesta a seguir” Es decir: obligar a que la situación salte. Una vez que salta, decir: ¿vamos a buscar ayuda o no? ¿dónde la vamos a buscar?
EF: en todo el país existe “Encuentros matrimoniales”. Es fácil averiguar en la parroquia dónde está el sacerdote y el matrimonio referente de cada lugar.
GL: los que ya han hecho encuentro matrimonial ¿tienen alguna garantía de continuidad o de reconexión.
EF: Sí. Es lo que se llama “post encuentro”. Durante dos años hay una reunión mensual. Esto parece técnico y frío, pero por dentro uno siente el reencuentro con su grupo, sale un tema, se lo dialoga con mucho respeto sin inmiscuirse (nadie da consejos: cada uno comparte, regala su propia experiencia ara bien de sí mismo y de los demás), y aún así no es obligación compartir. Uno puede simplemente escuchar. Encuentro es como un idioma: si no se practica, se lo olvida . El post encuentro es un apoyo.
M: el Encuentro lo dan tres matrimonios y un sacerdote. Son testimoniales. Los que lo dan ponen su propio testimonio: no dan consejos ni charlas didácticas. Tampoco el sacerdote da una charla teológica. Da un testimonio fuerte sobre su propia vida. Eso me cambió a mi y me reinsertó en la iglesia hace ya 31 año. Y las parejas que asisten a vivir el Encuentro escuchan y después hacen la relfexión y el diálogo entre ellos dos. Nadie los escucha. Están totalmente separados, cada pareja habla de lo suyo y no tienen por qué hablar en público.
GL: Esto en “Encuentros matrimoniales”. También está “Encuentros conyugales”. También está el equipo arquidiocesano donde la familia tiene asistencia de matrimonios a la casa de cada uno de los matrimonios. Hay muchas alternativas para pedir ayuda. Pero hay que “poner los puntos sobre las íes” y poner fin a este ‘piloto automático’ que termina destruyendo no solo a la pareja sino a toda la familia, porque se da una imagen tan pobre de matrimonio que después los chicos dicen “yo, casarme ¡ni loco!”
Hay casos de matrimonios donde la ayuda que necesitan es psicológica para saber cómo ubicarse frente a una persona que está enferma, y la persona enferma hacer tratamiento