El Principito

miércoles, 19 de diciembre de 2007
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El Padre Lorenzo Pavec es sacerdote francés, miembro de la fraternidad sacerdotal Molokai y actual responsable de la obra Puntos Corazón en América Latina.

Está aquí para compartir con nosotros algo de la vida de Saint Exupéry, aviador, escritor francés y como todos sabemos autor de El Principito.

¿Por qué un miembro fundador de esta obra se interesa en venir a Argentina a hablar sobre la pasión por el hombre que manifiesta en sus libros Antoine de Saint Exupéry?

 

Gabriel Lasanta: Hola Padre, ¿cómo estás?

 

Padre Lorenzo Pavec: Muy bien.

 

GL: Gracias por estar entre nosotros.

 

PLP: Gracias por invitarme. ¿Por qué me intereso? Porque cuando hice la experiencia algunos años atrás en el 92´ en Colombia, en el Puntos Corazón de Colombia, el leer Saint Exupéry me ayudó a entender lo que estaba viendo. Puntos Corazón es una experiencia que es muy católica en el sentido de lo universal.

Vivimos en un barrio donde no conocemos a muchas personas, personas con las cuales no tenemos mucho en común, porque son de cultura diferente, de historia diferente, de hablar diferente y un encuentro se produce de una manera maravillosa con las personas adultas pero a nivel profundo del corazón.

Es lo que siempre me ha fascinado den todos los escritos de Saint Exupéry, fue su mirada profunda hacia el hombre, hacia el deseo más profundo, hacia su sed más profunda que es siempre a nivel espiritual, a nivel del alma y por eso también su libro El Principito tuvo y tiene un éxito mundial y a través de los años no envejece, porque de lo que habla es una realidad sumamente humana, sumamente profunda, por eso que tanto un argentino, un francés, un chino, no se en cuantos idiomas fue traducido, como un niño y un adulto se reconoce en la experiencia que encuentra el autor.

 

GL: Lorenzo, ¿qué estabas viviendo en Colombia que encontró anclaje, encontró respuesta en la obra de Saint Exupéry? ¿cuál era tu pregunta? ¿Cuál era tu inquietud?

 

PLP: Más bien era una confirmación que una inquietud. La confirmación es que lo que más necesita el hombre es vivir de lo esencial, es lo que lo sana, es lo que necesita, no es primero como dice en la última página de su libro “Tierra de los hombres”, no es tanto comedores, no es tanto el problema principal la pobreza material, si no se le permite al hombre ser plenamente hombre, a vivir de lo esencial, de lo que tiene en el corazón y que lo esencial pasa a través de la amistad, a través de la belleza, a través de encontrar un profundo sentido en su vida, pasa por supuesto, a través de un encuentro con Dios.

Hoy día, en nuestros amigos de nuestros barrios, muchas veces se les niega esto. Se les autoriza sí a darle comida, darle un techo, darle algo para hacer pero no se les respeta en su dignidad de ser alguien.

Y constantemente en sus libros, Saint Exupéry apunta a esto, y su gran pregunta fue ésta, en plena Segunda Guerra Mundial ¿qué hay que decir al hombre de hoy?, se va a terminar la guerra, bueno, pero ese no es el problema profundo. El hombre está en el desierto, tiene sed de algo más que nadie le permite vivirlo.

 

GL: ¿Por qué nadie le permite vivirlo? ¿Quién tiene el poder de impedir a los hombres que vivan según su esencia?

 

PLP: EL se refiere más que nada en el sentido de la cultura, el cuestionamiento de hoy es que los ideales que se proponen al hombre como el dice, una cultura de la heladera, del auto, de los crucigramas, de la música, va a una rebaja que no lleva hacia el misterio, que todo es amontonar plata, amontonar granjas, poro como él dice, nadie hace un viaje para ver un depósito, para visitar un galpón.

Uno viaja, sube arriba de la montaña porque el hombre necesita el infinito en sus ojos, cruza todo el país para ver el mar, va en el desierto para ver algo nuevo y es un poco su preocupación ¿qué hay que decir al hombre para que por fin despierte en él lo más humano que tiene? Porque sino, lo que pasa, es que se utiliza y un poco su análisis de la Segunda Guerra Mundial, que se utilizan estas aspiraciones y se canalizan el ago feo y el analiza todo el movimiento porque le proponemos algo grande al hombre: luchar por algo ideal, ser alguien, ir más allá de su rutina.

 

GL: Eso es lo que propine Hitler.

 

PLP: Por ejemplo. Pero él va realmente a la raíz del problema, Hitler usa esto porque nadie le estaba ofreciendo esa misma grandeza.

 

GL: Una grandeza que tiene que ver con lo sublime.

 

PLP: Con el infinito que es invisible, para citar a El Principito, “lo invisible es esencial a los ojos”, es una frase muy conocida.

 

El diálogo en el desierto entre El Principito y el zorro lo relata así Saint Exupéry:

“El zorro calló, miró largo tiempo al Principito y dijo “te lo ruego, domestícame”

 

“Bien lo quisiera” respondió el Principito “pero no tengo mucho tiempo, tengo muchos amigos que descubrir y muchas cosas que conocer”

 

“Sólo se conocen las cosas que se domestican” dijo el zorro “los hombres no tienen tiempo de conocer nada, compran cosas hechas a los comerciantes y como no existen comerciantes amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, domestícame”

 

“¿Y qué hay que hacer?” dijo el Principito

 

“Hay que ser paciente” respondió el zorro, “primero te sentarás un tanto lejos de mi, si, en la hierba. Te miraré de reojo y tu no dirás nada, la palabra es fuente de malos entendidos. Pero cuando se pasen los días, podrás sentarte un poco más cerca”

 

Al día siguiente, el Principito volvió.

 

“Hubiera sido mejor que volvieras a la misma hora” dijo el zorro “si tu vienes por ejemplo a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz, cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, sólo así descubriré el precio de la felicidad. Pero si tu vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón. Los ritos son necesarios.”

 

“¿Y qué es un rito?” dijo el Principito

 

“Ahhh, es algo también olvidado” dijo el zorro, “ es lo que hace que un día sea diferente a otros días, una hora de otras horas, entre más, si tu vienes por ejemplo a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz.”

 

GL: Bella página para meditar. Lo invisible, la belleza, lo infinito, lo trascendente parece un lujo, una vez cubiertas necesidades básicas que garantizan supervivencia. Ustedes viven en los barrios más pobres del mundo, ¿cómo se combinan esas dos dimensiones?

 

PLP: Me gustaría para responder dar ejemplos. Porque muchas veces las ideas que tenemos es importante llevarlas a la realidad.

 

Una primera experiencia que pasó en Brasil al primer o segundo año de estar allí. Había un niño que llegó a la casa llorando y llorando, lo conocíamos bien, “¿qué pasa Washington?” y no había forma de consolarlo. Al final comentó que su mamá se había ido hacía varios meses y que hacía unos pocos días que el papá consiguió trabajo en la ciudad y que no pasaba más el día con sus hijos, se iba muy temprano y volvía muy tarde y a veces al día siguiente lo que hacía era encerrar a sus niños en el rancho y este niño, Washington, en el segundo o tercer día se había escapado por el techo por una chapa que había levantado.

Fuimos al rancho, abrimos la casa y encontramos a los dos hermanitos de Washington que tenían 4 y 3 años, frente de ellos había como una palangana, un tacho de sopa que el papá había dejado.

Lo que más nos impactó es que los ojos de estos niños estaban sin vida, rostros de niños de muerte y que la sopa no la habían tocado ¿para qué comer si nadie está? ¿por qué comer si mamá no me ama, si papá no está por aquí? ¿por qué vivir? Y que sin no hay una realidad de amistad y de amor, la gente, los niños mismos se dejan morir.

No hay que entrar en una falsa dialéctica.

 

GL: Aquí lo absoluto sería el amor, la comunión, no la sopa, el hambre.

 

PLP: El niño se descubre a través de la mirada de su mamá, cuando está mamando recibe una comida y a la vez recibe amor. Pero no va a comer de alguien que no lo conoce.

 

Otro ejemplo un poco diferente pero que responde a esto, es una experiencia con los niños de la calle que tuvimos y que me pasó en Colombia.

Nosotros íbamos a visitar a los chicos y nunca les brindamos ni un apoyo económico ni una comida, solamente íbamos con una pelota de fútbol, jugábamos y ellos cuando estaban con nosotros no inhalaban pegamento y teníamos diálogo y pasábamos tiempo, mucho tiempo y cada semana a la misma hora, como El Principito. Una amistad creció durante dos años.

Cuando era el momento de mi despedida, les dije “les voy a invitar a comer algo” y ellos dijeron “no Lorenzo, nosotros te invitamos” y ellos me pagaron la coca-cola y el sándwich con plata que habían mendigado o robado.

Es decir, si tengo hambre, pero soy capaz de dar también es lo que los dignifica.

 

Y un tercer ejemplo, que encontraos en el libro “Ciudadela” de Saint Exupéry que habla de una guerra en el desierto y que el emperador tiene 2000 presos y como es bueno no quiere matarlos. Los pone en un lugar y les da de comer, les da alojamiento y poco a poco los hombres pierden esta fuerza de ser soldados, toda esa mística de ser héroes y poco a poco se van como acabando, van chusmeando y si alguno sobre sale lo matan.

La único que hacen comen y reclaman y todo el hombre se va como bajando y ni siquiera quieren escaparse. No quieren otra cosa que la casita que tienen y el plato de arroz que tienen y se transforman como en un rebaño.

Entonces, Saint Exupéry manda a un poeta que va a hablar de las mujeres, de la belleza y todos se revelan y terminan matándose pero como hombres, porque en ellos se despertó algo más grande que la vida de rebaño.

 

Hay que ayudar y desde la amistad ayudamos. Muchas veces veo hoy día, que le di de comer, le di un techo y basta y no, es todo por hacer.

La experiencia que vivimos en nuestros barrios es lo que más quieren nuestros amigos. El sufrimiento mayor de nuestros amigos es el no poder invitarnos, no recibir una carta.

Yo iba entregando carta de amigos de los primeros voluntarios y para nuestros amigos era la primera vez que recibían una carta en su casa y fue una alegría inmensa.

La vida en nuestros barrios, el hecho de cambiar información que es básica no existía, me refiero en el 92´, ahora hay internet, cyber café, etc. Pero algo que es tan básico para nosotros y para mucha gente como recibir una carta, para nuestros amigos era la primera vez en su vida.

 

GL: ¿Eso pasa en todas partes del mundo?

 

PLP: En los lugares donde estamos si, siempre fuimos recibidos con los brazos abiertos.

 

GL: ¿Es una característica de los pobres la hospitalidad?

 

PLP: Exactamente. Vivir el día a día con este corazón sencillo, con un corazón de niño. Como de o, me acuerdo, con 5 años, iba a casa de las amigas de mi mamá, no conocía a nadie y al rato ya estaba jugando con todos los niños.

Es esto un poco lo que nos quiere invitar a vivir Saint Exupéry, es que el hombre moderno perdió esta esencia, esta sed de comunión con el otro y por supuesto con Dios.

 

GL: Hace muchos años, yo venía en el auto por una avenida y cada uno de los semáforos vinieron a limpiarme los vidrios unos chicos que trabajan en la calle. Monedita para uno, monedita para otro, y cuando llegué al cuarto semáforo, ya sin moneda, le digo al chico “mirá, no me quedó ni una moneda, tres veces ya me limpiaron el vidrio” me dijo “no se preocupe doñita” me limpió, pone la mando en el bolsillo, saca una moneda de un peso y me dice “tome doñita, para la próxima parada tiene algo para dar”.

 

Vos decías que en muchos casos no hay solución a los problemas, cuando un amigo nos traiciona, cuando tengo fiebre, hay sufrimientos que no son un problema a solucionar sino una situación que tengo que transitar.

Y vos decías bellamente que es el rostro del Amado el que me permite en estos casos transitar sin demasiadas llagas tránsitos muy amargos.

Pero también sabés, Lorenzo, que hay situaciones en las que sí hay solución. Recién hablabas de los barrios pobres de Brasil, por ejemplo, vos conocés el sufrimiento de tantos hermanos lacerados por la injusticia, por la sordera de los poderosos. Cuando se toca esa llaga viva todos los días como te ha pasado, llegar a un rancho y encontrar los chiquitos encerrados frente a un plato de sopa, toda esa soledad, todo ese abandono vos sabés que tiene responsables, no es Dios quien ha castigado así a los hombres y a su proyecto.

¿Cómo se procesa la bronca, la impotencia, el sentimiento de indignación que da, a veces, tanto sufrimiento causado por los hombres? ¿Cómo se reflexiona eso?

 

PLP: Pienso que justamente, me parece que hay que ir hasta el final de la reflexión. Y es verdad que avanzar en nuestros barrios cada vez más uno se encariña con los niños y cada vez más uno sufre por las personas que amamos y sufren injustamente estos inocentes.

 

De nuevo vemos la masacre de los santos inocentes. Pero aquí es importante ver toda la realidad.

Primero una pregunta, ¿quién es el culpable? Y Les Luthiers tiene una frase muy linda que dice “errar es humano, pero echarle la culpa al otro es más humano todavía” y frente al problema buscar quien es el culpable.

Yo me preguntaba en este barrio de Colombia ¿quiénes son los culpables?, los norteamericanos que explotan a la pobre América Latina, no, son los comunistas con la guerrilla que es una realidad difícil, son los ricos que explotan a los pobres, son los pobres que son perezosos porque podrían levantarse y armar, son los curas, son los padres, son los tíos… hasta que llegué a un “soy yo”, soy yo porque no me convierto.

Hice tantos miles de kilómetros pero si es el momento de la siesta quiero dormir y al niño que golpea la puerto no tengo la fuerza para recibirlo.

 

Me pasó una historia muy fuerte una vez, había recibido una carta de mi madre con algo muy importante y en el momento de la siesta, había un niño que nosotros recibíamos.

El niño, después de comer quería seguir hablando con nosotros y yo le dije que estaba cansado, quería ir a leer la carta y cuando él vio que la carta era más importante se la llevó y la empezó a romper frente a mis ojos.

Eso despertó en mi al indio y me enojé mal, y con bronca lo reté. Hasta cuando a punto de echarlo cruzó su mirada como diciéndome “no tienes derecho de mirarme así”. Me sentí tan mal. Y ahí surge esto de hiciste tanto viaje, estás rezando todo el día, y ¿haces esto? ¿para que? Y me sentí en crisis. Lo que más necesito es convertirme.

 

Hoy caigo en una cierta amargura, en una rebeldía, que si bien hay que denunciar cosas, desde mi propia necesidad, desde mi propia fragilidad soy primeramente hijo de la Misericordia, que sea sacerdote o voluntario es igual, somos bautizados y desde esta experiencia es que yo puedo brindar con esperanza.

 

Después me parece muy importante conocer los ámbitos. Hoy personas que no tiene necesidades económicas pero no son felices.

En Nueva York, en un restaurante importante cerca de Wall Street, donde va gente que trabaja en la bolsa y un almuerzo cuesta U$S 200 ó 300, en medio de un almuerzo, un hombre se levantó y dijo “hoy es mi cumpleaños y estoy solo, invito a todos los que quieran”. Eso nos abrió también a otro sufrimiento que aquí también existe. Esta persona tiene igual sed que el niño de la calle, también es capaz de dar, como los niños me ofrecieron la comida este hombre con éxito profesional. Por aquí pasó una conversión del corazón.

 

GL: Que experiencia tan vital y existencialmente tan concreta respecto de lo que decía el Señor, “no solo de pan vive el hombre” y este hambre de amor puede ser mucho más acusante que el hambre de pan. ¿Qué propone Saint Exupéry como camino de salida para encontrarnos con esas esencialidades que hacen a lo propiamente humano? ¿Qué propuestas se abren en la obra de Saint Exupéry?

 

PLP: No se si tiene una propuesta, lo que vi es que es su búsqueda constante, esta frase “lo esencial es invisible a los ojos” fue la búsqueda de que es lo esencial para el hombre y que es lo que puede decir al hombre de hoy para que busque lo esencial.

Lo que pasa es que cuando el hombre ha perdido lo esencial, también ha perdido el sentido que necesita lo esencial.

Pierde la sed de lo esencial. Necesitamos constantemente volver a que es lo que mi corazón necesita, exige, quiere. Por eso la cultura tiene un papel muy importante y por eso la misión de Puntos Corazón no es solamente una experiencia en un barrio marginado, sino es. Lo que llamamos ahora, hacia una cultura de compasión.

Esta experiencia queremos difundirla en otros ámbitos. En el mundo artístico, político, empresarial, científico, donde también desde una amistad gratuita se despierta en el otro el sentido de lo que está haciendo.

 

GL: ¿Sienten la maduración necesaria, el coraje necesario, o la confianza en la Gracia necesaria para enfrentar estos otros ámbitos que son mucho más complejos que el de los pobres?

Los barrios pobres serán una llaga lacerante, pero esa misma llaga abre los corazones de los hombres y uno tiene acceso directo, en estos otros mundos hay tantas capas de cebolla que descubrir hasta poder llegar ahí.

 

PLP: Esto es una llamada que sentimos desde hace 3 ó 4 años al cual es Señor nos invita. Por eso abrimos un centro en el norte de Nueva York, un centro internacional para el desarrollo de la cultura de compasión y la experiencia que tuvimos hasta ahora con científicos, con empresarios, con artistas que también es una persona muy marginada, es que si nos acercamos con una amistad gratuita, sin un discurso para cambiar sino por un simple encuentro personal, vemos pasar cosas maravillosas.

 

GL: Padre, ¿por dónde empieza la compasión?¿por uno mismo ó por los demás?

 

PLP: No sabría decir si empieza con uno o con el otro. Lo que es seguro es que uno no puede dar lo que no ha recibido. Y la compasión es primeramente un don que no se puede vivir hacia el otro si no lo hemos vivido para nosotros mismos y a la vez es un poco la gracia de vivir con los pobres.

Los pobres nos hacen pobres.

Cuando estamos frente a una persona que sufre, estamos siempre totalmente desamparados, no hay una técnica de la compasión.

La persona que sufre, la primera reacción es que quiere huir, y a la vez, cuando uno acepta que no es mejor que el otro, que tiene miedo, pero acepto mis limites, mi pobreza, me encuentro con el que está frente mío, se vive una comunión y un milagro y el misterio entra en la relación.

Si estoy acá es porque El me ha enviado, y El me dará la gracia que necesita la presencia que busca al otro.

Para mi, la compasión es algo que se vive cotidianamente con uno mismo y que el otro también me despierta. Por eso elegimos nuestra fraternidad de consagrados Molokai, referente al Padre Damián, que trabajaba con los leprosos. Elegimos como nombre no Padre Damián sino Molokai que es el lugar donde vivió su apostolado porque es gracias también a los leprosos que el Padre Damián es santo.

 

GL: Padre ¿qué es lo esencial en la vida de Saint Exupéry?

 

PLP: Lo esencial es vivir profundamente, no terminar su búsqueda ya que murió trágicamente cuando cayó su avión a los 44 años en la última misión que tenía al final de la 2º Guerra Mundial en el mar Mediterráneo, era ya un piloto viejo pero hizo todos los trámites para seguir.

Hubo al final una búsqueda espiritual muy profunda, siempre buscó a dios más que todo desde el principio en su experiencia de vida en el desierto.

 

GL: ¿En esa época se encontró con Charles de Foucault?

 

PLP: Foucault falleció en 1916 y Saint Exupéry nació en 1900, así que en esos 16 años se conocieron. Hay mucho paralelo entre las dos vidas, mucho amor al desierto, son personas totalmente apasionadas.

Pienso que en su búsqueda de lo esencial hay algo que se llama de la belleza, la gratuidad. Hay un diálogo con los arquitectos que una casa nos revela algo más grande.

Está todo el tema de la amistad, aunque al momento de escribir “yo hubiera querido comenzar esta historia como empiezan los cuentos de hadas, me hubiera gustado decir “Erase una vez un Principito que habitaba un planeta apenas más grande que el y que necesitaba un amigo””, todo el libro se resume en la frase “que necesitaba un amigo”, y Saint Exupéry decía eso, que es triste olvidar un amigo, todo el mundo ha tenido un amigo.

La amistad es lo esencial, la comunión con los demás. El tuvo hermosos amigos y después de entrar en el destino que uno tiene, por ejemplo, tenía su amigo que hacía el aéreo postal, estaba en Buenos Aires y cruzaba los Andes y la gente le decía por que arriesgaba su vida por algunas cartas, pero la vida no es una cuestión de cifras sino de abrazar la vida. Este amigo, cada día se despierta a algo nuevo y cada día abraza la vida como una montura.

 

La amistad, la belleza, el sentido de la vida y Dios fue la búsqueda de Saint Exupéry.

Tuvo educación católica en varios momentos, reza. Estuvo en el Santuario mariano de Lyon.

Tuvo también sus dificultades porque encontraba en algunos lugares de la Iglesia algo demasiado achicado, algo rutinario, algo demasiado moralista y para el la vida era algo que nos despierta al infinito.

Y si somos fieles estamos llamados a algo más.

Juan Pablo I dice que el drama del cristianismo moderno es el de reducir. El cristianismo arregla leyes para seguir y olvidarse que primeramente es una presencia que nos asombra. Uno de los pocos textos que ha dejado Juan Pablo I.

Pienso que el encuentro de Saint Exupéry tuvo esas características.

 

GL: Para cerrar, ¿nos querés compartir otro texto?

 

PLP: Este es un texto de El Principito, es un poco otra respuesta de que es lo esencial para avanzar, es un diálogo del piloto con El Principito. Es a lo que apunta Saint Exupéry cuando pensamos que nunca hay tiempo para lo esencial y pienso que primero hay que reconocer lo esencial pero también dedicarle el tiempo que corresponde y calorarlo.

Este es un diálogo con el tema del cordero que va a comer la rosa o no y por que las rosas tienen espinas que para él es una cuestión fundamental, y el piloto está armando su motor para irse y le dice que son preguntas que no sirven y acá está la respuesta de El Principito.

 

“…enrojeció El Principito y agregó “si alguien ama a una flor de la cual no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, eso basta para que sea feliz cuando la mira. Se dice a mismo: mi flor está allá en alguna parte. Pero si el cordero se come la flor, para él es como si de repente todas las estrellas se apagaran y esto ¿tampoco es importante?”

No pude decir nada más, estalló bruscamente en sollozos. La noche había caído, yo había dejado mis herramientas, ya no me importaba ni el martillo, ni el perno, ni la sed, ni la muerte. Había allí, en una estrella un planeta, el mío, la Tierra y un Principito que necesitaba consuelo.

Lo tomé en mis brazos, lo acuné y dije “la flor que tu amas no está en peligro, dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para tu flor”

Yo no sabía como acercarme ni como llegar a él, es tan misterioso el país de las lágrimas…”

 

GL: Para que nos quedemos pensando. Gracias Padre.

 

PLP: No, gracias por invitarme a este programa. Gracias también porque a través de la radio se comunica lo esencial.

 

GL: Que Dios los bendiga.