El profetismo de Jesús por sobre la convenciones religiosas

martes, 7 de febrero de 2023

07/03/2023 –  Desde siempre se reconoce a Jesús como un profeta del tiempo que denuncia las observancias tradicionales. La búsqueda apasionada de la voluntad del Padre era su alimento.

 

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”. El les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”. Y les decía: “Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte. En cambio, ustedes afirman: ‘Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte…’ En ese caso, le permiten no hacer más nada por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!”.

 

San Marcos 7,1-13

 

 

Los cristianos de los primeros siglos reconocían a Jesús como profeta de su tiempo que denuncia con audacia los peligros y trampas de toda observancia legalista. Lo suyo claramente no era la observancia de la religión sino la búsqueda apasionada de la voluntad del Padre.

Entre las críticas más radicales de Jesús a los jefes religiosos de su tiempo, hay que destacar dos: el escándalo de una religión vacía de Dios y el pecado de sustituir su voluntad por tradiciones humanas, al servicio de otros intereses.

Jesús cita al profeta Isaías: “Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me da está vacío, la doctrina que enseñan es humana” El señor lo explica por qué : “ dejan de lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de los hombres.”

En nosotros el vacío de Dios lo podemos identificar como la indiferencia de Dios y la práctica religiosa externa que aparta de Dios Dos realidades que alejan el corazón de Dios.

Una atmósfera de indiferencia

 

Otro costado desde donde el evangelio de Dios nos interpela hoy es en orden a la indiferencia religiosa como atmósfera del tiempo que corre. La indiferencia religiosa es una atmósfera que no es fácil de describir , pero que podemos intentarlo: Dios no interesa. La persona vive en la despreocupación , sin nostalgia ni horizonte de lo religioso como guía para la vida. Es una atmósfera donde la relación con Dios queda diluida. Algunos viven un alejamiento progresivo de Dios , la persona se va distanciando cada vez mas de la fe, se corta lazo con practicas creyentes, otros viven absorvidos por lo de cada día , otros viven olvidados de Dios.

En otros la indiferencia es fruto de un conflicto religioso vivido a veces en secreto, han sufridos miedos o experiencias frustrantes, no guardan buen recuerdo de su niñez o adolescencia, no quieren oír habla de Dios le produce daño.

La indiferencia de otros es resultado de circunstancias diversas. Salieron del pequeño pueblo y hoy viven de manera diferente en un ambiente urbano se casaron con alguien poco sensible a lo religioso y han cambiado de costumbres, la vida los va alejando de un modo de vivir a Dios y no conocen otro modo

 

La sacramentalidad de la fe un modo sutil de alejar de Dios

Hemos cosificado la fe. Y hemos establecido una fe bajo signos convencionales. Hemos hecho de la vida sacramental, un objeto de consumo. Entre tantos objetos de consumo en la sociedad, del consumo, también la fe tiene su estación de servicio.
. Hemos puesto nosotros la moralidad y la sacramentalidad, como primer capítulo a través del cual, las personas deben vincularse a la fe. Y en realidad, en el proceso de evangelización de Jesús, este es el último capítulo que deviene justamente de un encuentro, a través del cual, la persona puede liberar, lo que tiene escondido dentro de sí, como aquello que le oprime y después de que se ha liberado, puede como comenzar a encontrar una nueva tabla, un nuevo modo en torno al cual poder vincularse, responsablemente al nuevo estilo de vida al que es invitado.

Tomemos, por ejemplo, los encuentros de Jesús con Zaqueo. El encuentro de Jesús con publicanos y pecadores. Con la pecadora pública. El encuentro de Jesús con la samaritana. Nos detengamos para ver como Jesús dialoga con el ciego de Jaricó. Como es que el Señor se relaciona con los leprosos. A ninguno le pide una carta de buena conducta. Es más, sabe y reconoce que, aquellos que se acercan a él, con los cuáles el desea relacionarse y compartir, como fueron de hecho sus discípulos, tienen poco para ofrecer. Y que en todo caso tienen mucho más necesidad del médico, que ningún otro. Y por eso, lejos de pedir más, Jesús ofrece más de lo que pide. En todo caso después de haberles ofrecido la gracia de la redención, del perdón, de la sanidad, de la transformación, de la luz en medio de la oscuridad. El agua para su sed, el pan para su hambre. El Señor sólo después de haber ofrecido este alimento bajo todas las formas en las que Él, lo ofrece (luz, agua, pan, pastoreo); sólo después de todo esto, empieza una exigencia que brota, no de una norma externa, que se establece como condición para acceder, sino de un proceso interior de transformación, que ubica a la persona frente a una necesidad de elección, ante la vida que está reciben:

 

Criterios para favorecer una fe viva

 

1. En primer lugar hemos de poner todos los medios para lograr una pastoral que ayude a los miembros de nuestras comunidades a la personalización de la fe, superando la fe heredada. Esto ayudará a la presencia de verdaderos y sinceros testigos de Jesucristo en la Iglesia y en el mundo. Para ello es necesario continuar ofreciendo una auténtica formación cristiana, que tenga en cuenta las capacidades y el nivel espiritual de cada cristiano

2.La fe en Jesucristo no puede vivirse al margen de la Iglesia por Él fundada. Creer en Jesucristo comporta siempre creer en la Iglesia y sentirse miembro vivo de la misma. Por ello hemos de impulsar una pastoral más comunitaria y diocesana, es decir, que esté abierta a los criterios pastorales diocesanos y que esté fundamentada en la escucha y meditación de la Palabra de Dios, en las celebraciones sacramentales y en la vivencia del amor fraterno.

3. La fe en Jesucristo muerto y resucitado por la salvación de la humanidad, vivida en el seno de la comunidad cristiana, reclama de cada bautizado salir en misión. Por eso hemos de impulsar una pastoral más misionera y evangelizadora, que comience por la renovación y conversión personal y que favorezca la conversión de los restantes miembros de la comunidad cristiana. De este modo podremos vivir y actuar con criterios evangélicos, con los criterios de Dios, en las relaciones familiares, laborales y en los distintos ambientes en los que se desarrolla nuestra existencia.

4.Teniendo en cuenta lo dicho en los puntos anteriores, será necesario también dar los pasos oportunos para que todos los bautizados descubran su responsabilidad en el anuncio del Evangelio. Por ello deberemos impulsar una pastoral más corresponsable y participativa, en la que los fieles se sientan convocados a participar en la vida de la comunidad, en las parroquias o Unidades Pastorales para servir mejor al Evangelio.

5.La comunidad cristiana, que celebra la fe en Jesucristo y que asume el mandato misionero, no debe olvidar nunca que el amor a Dios debe expresarlo y concretarlo en el amor a los hermanos, especialmente a los más necesitados. Por eso será necesario impulsar una pastoral que dé prioridad a la atención de los pobres y necesitados, creando cauces de solidaridad y de justicia social hacia todas las personas marginadas por la sociedad.

6. Finalmente, una pastoral comunitaria, corresponsable y misionera exige una organización de los miembros de la comunidad cristiana. Por ello hemos de continuar programando en el futuro las acciones pastorales a realizar en las parroquias y arciprestazgos, teniendo en cuenta las orientaciones diocesanas y la realidad social de la zona.

P Javier Soteras