El rayo es un simbolismo que en la Biblia remite a los poderes celestiales

miércoles, 5 de diciembre de 2018
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05/12/2018 – La profesora María Gloria Ladislao se refirió al simbolismo de los rayos y los truenos y comenzó diciendo que “el rayo es una chispa eléctrica que se desprende de una nube, mientras que el relámpago es un resplandor vivísimo que produce el rayo. Y el trueno es el ruido fuerte que acompaña al relámpago. Al igual que en el caso de la lluvia y la nieve, un primer nivel simbólico del rayo se vincula a la idea de ´algo que cae del cielo`, con lo cual hay una conexión evidente entre lo celeste y lo terrestre, entre lo divino y lo humano. Sin embargo, en este último fenómeno, se aprecian dimensiones que están ausentes en la lluvia y la nieve, y eso lo resemantiza desde su simbólica. La principal de ellas es la luz. El rayo no es algo más que desciende, sino que es una luz que aparece. Y es una luz que, como los hombres antiguos muy bien ya sabían, puede provocar incendios. Eso hizo que, desde tiempos remotos, el rayo fuera temido, reverenciado y admirado como manifestación activa de poderes celestiales de claro signo masculino, tal como lo es el elemento fuego”.

La especialista agregó que “en la mitología griega, los rayos son forjados por Hefesto, dios de la fragua y el fuego, y luego son entregados como atributo a la deidad suprema del panteón, que es Zeus. Los tres rayos de Zeus simbolizan el azar, el destino y la providencia. En tanto que Baal, dios cananeo, señor de los rayos y las tormentas, es también un dios guerrero. Se lo representa con un rayo en su mano, como si estuviera blandiendo una espada. Entre los incas, el rayo, el relámpago y el trueno también son patrimonio de una divinidad masculina: Illapa, el dios de la batalla”.

La biblista indicó también que “en las teofanías, en las manifestaciones de Dios, aparecen los rayos junto con otros fenómenos de la naturaleza. Así se quiere indicar que la presencia de Dios conmueve todo el mundo creado. Los rayos, relámpagos y truenos son enviados por Dios y manifiestan su presencia y su intervención en el mundo. En el libro del Éxodo se relata que al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Entonces Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque Yavé había descendido sobre él en fuego. Subía el humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte: Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno”. Ladislao añadió que “también en los salmo observamos acciones propias de una tormenta, con todos sus tremendos sonidos, y más específicamente la acción de los rayos que ´desguazan los cedros del Líbano` o ´lanzan llamaradas`. Muchos estudiosos sostienen que en este salmo 29 surgió como una forma de contrarrestar el culto a Baal. Sólo Yavé es el verdadero Señor de las fuerzas de la naturaleza, y las utiliza para manifestarse y realizar su plan”.

Finalmente, expresó que “el tiempo del Adviento nos exhorta a estar vigilantes y atentos, porque no sabemos en qué momento Jesucristo volverá para instaurar definitivamente el Reino, en su segunda venida. Estos son algunos pasajes bíblicos que se leen en tiempo de Adviento: ´Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del Hombre`. El rayo, como manifestación cósmica presente en las teofanías del Antiguo Testamento, aparece en la gran manifestación de Dios que es la Resurrección de su Hijo”.