23/06/2025 – El pasado viernes se conmemoró el Día de la Bandera en honor al paso a la gloria del General Manuel Belgrano, una figura central en la historia argentina. Más allá de su reconocido rol como creador de la enseña patria y militar, Belgrano se destacó por su visión educativa, plasmada en el reglamento que elaboró para las escuelas públicas, un aspecto a menudo desconocido.
Este reglamento surgió en 1813, tras la victoria en la Batalla de Salta. Belgrano, lejos de aceptar un premio personal de 40.000 pesos, una fortuna para la época, decidió destinarlo a la creación de cuatro escuelas en Santiago del Estero, Tarija, Jujuy y Tucumán (Salta ya contaba con instituciones educativas). Lo verdaderamente asombroso fue que, además de la donación, Belgrano se dedicó a redactar un minucioso reglamento escolar, previendo cada detalle de su funcionamiento.
El documento detallaba el salario de los maestros (400 pesos, una suma considerable), el presupuesto para materiales escolares destinados a alumnos de bajos recursos, y la creación de premios para estudiantes destacados. Sorprendentemente, Belgrano también anticipó el sistema de concurso por oposición para la selección de maestros, un método que hoy sigue vigente, exigiendo exámenes y evaluadores idóneos.
En cuanto al currículo, Belgrano estableció la enseñanza de lectura, escritura y aritmética, priorizando la gramática castellana, la religión y la doctrina cristiana. Además, incorporó los rudimentos de la historia y, de forma innovadora, los derechos y obligaciones del hombre, así como aspectos del gobierno, lo que hoy consideraríamos formación ética y ciudadana. Los exámenes públicos y la obligatoriedad de asistir a misa y festividades religiosas también formaban parte de la rutina escolar.
Un aspecto notable del reglamento es el lugar de preferencia que Belgrano otorgaba al maestro en los actos públicos, incluso por encima de los miembros del cabildo. Esto reflejaba su profunda convicción de que el docente era un «verdadero padre de la patria», fundamental en la formación de futuros ciudadanos. Esta valoración del rol docente contrasta con la percepción actual en muchos casos.
El reglamento de Belgrano, escrito hace más de dos siglos por un hombre que no era pedagogo, sorprende por su modernidad y humanidad. Preveía horarios de doble jornada (seis horas de clase diarias), tareas de escritura obligatorias y asuetos en fechas significativas. En cuanto a la disciplina, Belgrano fue pionero al recomendar que los castigos no fueran públicos para no humillar a los alumnos, mostrando una visión que anticipaba la preocupación por la salud emocional del estudiante, algo que hoy se aborda con el término «estigmatización».
Este documento es un testimonio del espíritu innovador y la dedicación de Manuel Belgrano a la construcción de una nación a través de la educación, un legado que, aunque menos conocido, es tan relevante como su papel en la creación de la bandera argentina.
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