El rezo del santo rosario

sábado, 26 de noviembre de 2011
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Vamos a comenzar con una hermosa carta, un hermoso regalo que nos dejara allá por el año 2002, el Beato Juan Pablo II. Aquella carta apostólica dedicada especialmente al Rosario, “El Rosario de la Virgen María”.

Te invito a que vayas descubriendo, pensando, haciendo memoria y dándole gracias a Dios, nuestra experiencia en el rezo del Santo Rosario.

El rezo del Santo Rosario, es una antigua forma de oración a nuestra madre. Oración humilde y sencilla. Es que sin duda en el rosario encontramos todo el misterio escondido de la fe, de la esperanza, del compromiso y de la alegría. El encuentro con el Dios de la vida, sigue ofreciéndonos su propuesta de amor. Sin duda que cada momento que vamos meditando los acontecimientos más importante de la vida de Jesús y de María, allí se hace presente esta propuesta de amor de Dios. También es la devoción más familiar, la más conocida por los cristianos en todos los tiempos, pero tal vez el que más recordemos haber rezado en familia, por lo menos muchos de los que compartimos en esta mañana la catequesis, tal vez otros, ayudados por tanta enseñanza de los sucesores de Pedro, por santos que encontraron a Dios y su amor, a través del Rosario, la podamos descubrir como esta oración de contemplación que es.

Oración que expresamos cariño, el respeto por la madre de Jesús y también por nuestra madre. Esto sin duda porque desde muy temprano se vio donde está la Madre, está Jesús. Qué hermoso, donde está María está Jesús, y donde está Jesús está nuestra salvación, donde está Jesús está nuestra paz, nuestra alegría. Donde está la Madre, está Jesús. Esta recomendación que nos llegó a lo largo de la historia, a través de tantas exhortaciones de la Iglesia, permanentemente, sobretodo en este último tiempo y para hablar de este último tiempo, en los dos últimos siglos, la Iglesia ha insistido en esta oración.

Tantos que dedicaron su vida a escribir sobre el Santo Rosario. Este encuentro con María y desde María con Jesús. Y que particularmente dedicó su tiempo, su espacio nuestro querido y recordado Juan Pablo II. Sabemos que él, en aquel momento, allá por el año 2002, nos dejaba el regalo de cinco misterios más para la meditación, los Misterios de la Luz, para enriquecer este contemplarlo a Jesús, a través de su Madre. Y junto a esta novedad que nos dejara Juan Pablo II, deja a la Iglesia un símbolo de unidad universal, el deseo y allí lo vamos a ir escuchando durante estos días, el pedido expreso que hacía Juan Pablo, orar por la paz y por la familia. A tantas intensiones que sumamos en nuestro rezo del Rosario, que todo el mundo rece por la paz y por la familia.

Mientras iniciamos este camino de reflexión en torno al rezo del Rosario del a virgen María, en torno a nuestra experiencia en el rezo del Rosario, te invito a que vayas acercando a este encuentro de la catequesis, dejándonos tu sentir, tu parecer, sobre cuál es tu experiencia en el rezo del Rosario. ¿Hay en tu vida algún momento en que particularmente te sirvió para el encuentro con Jesús, a través de María? ¿Cuál fue tu experiencia, tu recuerdo de niñez del rezo del 

 

Nos dice Juan Pablo II, en su sencillez pero también en su profundidad, sigue siendo también en este tercer milenio apenas iniciado, una oración de gran significado, destinado a producir frutos de santidad. En la sobriedad de sus partes concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico. Mensaje evangélico que en el Rosario se manifiesta como un compendio, como una síntesis. No hay dudas, mediante el Rosario, cada uno de nosotros creyentes obtenemos abundantes gracias. Es que las estamos recibiendo de las mismas manos de la madre del redentor.

Descubrir desde esta oración sencilla, desde esta oración cotidiana para muchos, de qué manera el Señor va obrando en tu corazón.

Sigue recordando Juan Pablo II, esta oración ha tenido un puesto importante en mi vida espiritual desde mis años jóvenes. El Rosariomeha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación, a él le he confiado tantas preocupaciones y en él he encontrado siempre el consuelo.

Apenas dos semanas de haber sido elegido sucesor de Pedro, en una de sus catequesis de los días miércoles, decía a toda la Iglesia, allá por el año 1978, “El Rosario es en su conjunto consta de misterios gozosos, dolorosos y gloriosos y nos pone en comunión con Jesús a través del corazón de su Madre. Y seguía diciendo allá, quince días después de ser Papa, de ser elegido sucesor de Pedro, al mismo tiempo nuestro corazón puede incluir en estas decenas del Rosario, todos los hechos que entraman la vida, nuestra vida, mi vida, tu vida, la familia, la nación, la Iglesia, la humanidad toda, experiencias personales, experiencias del prójimo, de mi hermano, sobre todas las personas más cercanas, aquellos que tal vez recordaremos y llevamos en el corazón, la sencilla plegaria del Rosario, sintoniza siempre con el ritmo de la vida humana. El contemplar cada uno de los misterios, deja de ser simplemente una repetición para ser una contemplación de la vida, de la obra, del testimonio de Jesús. La sencilla plegaria del Rosario, sintoniza con el ritmo de la vida humana, acompaña nuestro caminar, tu caminar. Y cuanta gracia y bendición, por experiencia personal, de manera particular, nos regala Radio María Argentina cuando en distintos momentos del día se toma este tiempo para ir desgranando estas cuentas del Rosario para ir contemplando la vida de Jesús para ir haciéndolo desde distintos lugares, situaciones, mundos, momentos, pero es el regalo rico de la Radio para desde María, encontrarnos con Jesús.

Recitar el Rosario es en realidad contemplar con María, el rostro de Cristo.

La necesidad de contemplar el misterio cristiano era uno de los desafíos que se nos proponía al comenzar el milenio que hoy vivimos. Es necesario que el cristiano se distinga en el arte de la oración, pero una oración que lleve al encuentro profundo con Jesús, Jesucristo vivo, salvador, el único que hoy puede dar respuesta a tantos interrogantes que tenemos los hombres. Jesucristo resucitado que es el único que en este día puede darte una respuesta de esperanza y de alegría, aún en la oscuridad de la cruz, aún en la oscuridad de tal vez no ver claro el futuro, pero en Jesús estás seguro y el Rosario te ayuda a contemplar ese camino de amor de Jesús por nosotros. Ante tantas y novedosas experiencias religiosas, sin duda que el Rosario, el encuentro con Jesús a través de María, es aquel que la podemos mantener como auténtica escuela de oración, sobre todo cuando por allí nos cuesta la oración y aún cuando muchas veces venga la distracción, aún cuando muchas veces cuando nos iniciamos, pueda parecer algo aburrido, pero cuando vamos descubriendo y vamos contemplando el rostro de Jesús, esta contemplación hace que en nuestro tiempo de oración pase volando.

En aquel momento, y no pierde actualidad, la carta apostólica nos mostraba dos urgencias para poner en nuestra oración del Rosario, la urgencia de implorar a Dios el don de la paz y otro ámbito crucial de nuestro tiempo, que requiere una urgente atención es el de la familia, célula de la sociedad. Familia que muchas veces, se ve amenazada por fuerzas que quieren disgregarla. Tantos ataques pero tanta fortaleza, decía Juan Pablo II, que podemos darle a la familia a través del rezo del Santo Rosario.

El don de la paz e implorar a Dios la unidad de las familias. Cuanto podemos ayudar a tantos hermanos nuestros con esta oración. Y sabemos y lo experimentamos, cuantos enfermos, ancianos ya desde la serenidad de no poder hacer todo lo que quieren, a través del Rosario van sosteniendo este don de la paz que también es la paz en el corazón y este don de la unidad de la familia.

Esta expresión que leemos en el evangelio de Juan 19, 27 “Hay tienes a tu madre”, en esta mañana fuimos recordando de manera personal y seguro que lo hiciste vos en tu lugar, tantos signos que muestran cómo la Virgen, también hoy desde el Rosario, va viviendo esta solicitud materna para con todos los hijos de la Iglesia, sí, todos los hijos. Jesús desde la cruz, poco antes de entregar su Espíritu al Padre, le confía en la persona del discípulo predilecto a todos, Mujer ahí tienes a tu hijo. Cuántos de nosotros tendremos esta experiencia de esta presencia amorosa de nuestra Madre, acompañando, sosteniendo, mostrando el camino correcto haciendo silencio y escucha de nuestras penas y angustias.

Recordamos del evangelio San Mateo 17,2 La escena evangélica de la transfiguración de Cristo, en la que los tres apóstoles, Pedro, Santiago y Juan, aparecen como extasiados por la belleza del redentor, puede ser considerada, sin duda como el ícono de la contemplación cristiana. Te invito en esta jornada a fijar los ojos en el rostro de Cristo, descubrir su misterio en el camino ordinario, tantas veces doloroso, preocupado de toda su humanidad. Camino ordinario, doloroso y de preocupación por cada uno de nosotros. Es el rostro de Cristo que contemplado en el Rosario nos ayuda a descubrir y a percibir el fulgor divino, hasta descubrirlo definitivamente resucitado, glorificado a la derecha del Padre. Es la tarea de todos los discípulos de Cristo, por lo tanto también es nuestra tarea.

Contemplando este rostro de Jesús glorificado, nos disponemos a acoger el misterio de la vida trinitaria, experimentar de nuevo el amor del Padre y gozar de la alegría del Espíritu Santo. Se realiza así en cada uno de nosotros lo que nos va a recordar más tarde el apóstol San Pablo, “reflejamos como en un espejo la gloria del Señor”, nos vamos transformando en esa misma imagen, cada vez más. Así es como actúa el Señor, que es Espíritu.

 

                                                                                                                                  Padre Gabriel Camusso