El Señor es mi pastor

martes, 20 de mayo de 2008
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La sombra de la muerte en nuestro valle ya se está proyectando. En este punto, podemos invocar, al pastor, en este caso, al Pastor del universo.

Me gusta imaginármelo pastoreando sus estrellas y sus galaxias porque es el pastor del cosmos y se que tiene poder sobre los vientos, sobre las lluvias, es el que le puso tope al abismo, es el que dividió la luz de la oscuridad, es el que le dijo a las tempestades ¡basta!. En Job se ve la imagen de pastor del universo. Podemos entonces invocarle para que cree las situaciones saludables y suscite en los hombres sentido de la responsabilidad, en los pueblos sentido de solidaridad y en los jefes de las naciones sentido de pertenencia al universo.

El es el nuevo pastor del universo, que creo yo, puede conducirnos por este valle tenebroso de la muerte.

Hay valles sombríos a donde se proyecta la sombra de la muerte, no solamente por la amenaza de los lobos, hay varios riesgos en las quebradas. Caerse, despeñarse, senderos muy peligrosos por donde rueda la piedra bola y uno, por más que pise con la mayor prudencia posible, se puede caer. ¿Has hecho esa experiencia? Y que difícil cuando hay una oveja quebrada en alguna de esas instancias, o que difícil cuando en alguno de esos viajes hay una persona quebrada.

Me pasó una vez, tener que trasladar a una persona desde arriba del Unitorco con una fractura y el más mínimo movimiento era un grito y a duras penas si podíamos, por el sendero que íbamos, bajar nosotros, que difícil bajar con una persona quebrada. Hay muchos peligros, de pronto, en esos valles donde se proyecta a veces la amenaza de golpe, la amenaza de la muerte. Pero si trasladamos esto a otros ámbitos, a otros niveles, podríamos decir realmente que la humanidad ha atravesado en su momento, en su historia por oscuras quebradas donde la sobra de la muerte se puso intensa. Pensemos en la segunda guerra mundial, por ejemplo, pensemos en la guerra fría. ¿Recuerdan cuando fue esa semana terrible en que el mundo estuvo al borde de la tercera guerra mundial?… cruzamos quebradas y oscuridades muy densas donde la sombra de la muerte se proyectó, ¿quién la proyecta? ¿quién proyecta, hermanos, esto?

Hoy, esta sombra tiene un nombre: “calentamiento global del planeta” y es grave, escasez de agua potable, lluvia ácida, desaparición de las especies. Pero podemos ir al plano personal, al plano familiar, al plano nacional. Hemos pasado como país, en el 2001, quebradas muy oscuras, las otras naciones nos dicen: “ la verdad no entendemos como han podido atravesarlo”. Quizás seamos un país que tenga un buen pastor, me estoy refiriendo a toda esa cantidad de voces que se elevaron en la oración de la Patria, yo no me animaría a asignarle todo el mérito a ninguna voluntad humana, creo que varios han colaborado, pero tendría que decir que me sorprendo, junto con varios especialistas, que dicen que realmente es increíble como Argentina ha podido salir, al menos, de los aspectos más críticos de este valle de las sombras de la muerte.

¿Habrá acá alguna responsabilidad religiosa quizás?

Pero hay personas que tienen que atravesar dolorosas travesías. Me refiero a personas que tienen que padecer una injusticia manifiesta, por ejemplo, a personas que están oprimidas sin razón alguna, a personas que experimentan lo que los místicos llaman la noche de los sentidos y del espíritu, noche oscura y terrible decía San Juan de la Cruz, en donde el espíritu, el alma humana no ve nada. Hay quienes están así aunque no haya nada objetivo exteriormente, viviendo la soledad más lacerante, aún cuando no haya una explicación fehacientemente acabada que pueda dar cuenta de lo que le está pasando. Hay quienes están en peligro inminente de perder la vida, hay quienes se sienten ferozmente perseguidos por adversarios o enemigos en un clima de trabajo donde se cuecen habas tan amargas, hay quienes están atravesando una gran humillación o una exclusión inmisericordiosa, como mis hermanos, los presos, ¡qué exclusión! O una soledad devastadora, o determinada crisis en la que, de pronto, todo se vino abajo; o una crisis económica.

En los textos bíblicos, se dice que Jesús descendió a los infiernos. En realidad, esta expresión, el valle de oscuras quebradas o el valle de las sombras de la muerte, es algo así como la experiencia del descenso a los infiernos. Lo que se quiere expresar con esta expresión, no es tan sólo el hecho de que Jesús muere realmente, sino que conoció la soledad extrema y el abandono absoluto, incluso por parte de su propio Padre del cielo. Jesús pasó efectivamente por el valle de la sombra de la muerte, le conoce, sabe el camino, conoce e infierno de la condición humana, nada le asombra. Por eso, yo le elijo como Pastor en estas horas y me resulta esperanzador poder decirte: “ánimo hermano, El viene con nosotros”.

El miedo es el enemigo de la vida, el miedo es el enemigo de la alegría de vivir y es la primer arma que utiliza cualquier poder oscuro. Cualquier sombra sobre la vida, utiliza en primer lugar el miedo.

Lo primero que intenta un sistema de opresión es infundir miedo. La explotación en el trabajo tiene que ver con el miedo, el miedo a quedarse sin trabajo. No digo que sean miedos infundados, digo que es la herramienta de división, de aislamiento, es la herramienta que pone a unos en contra de otros. Es clásico. La pelea entre los pobres, cuando se siembra miedo, se roban entre ellos, en vez de unirse para hacerse solidarios y solícitos, se destruyen entre ellos. Mientras los ricos y los poderosos diseñan este tipo de estrategias para dominar mejor.

Todo el universo está pensado como un sistema, no somos islas, o si lo somos, estamos llenos de puentes. Todo el universo es un sistema de puentes. Las leyes que rigen el cosmos, cosmos es orden, son leyes de relación. Las fuerzas que sostienen a los astros, son fuerzas gravitatorias; las fuerzas gravitatorias son fuerzas de seducción. Mi hijo me decía: “mamá, el universo es un juego de imanes” y es así, somos un juego de imanes, de atracción y repulsión; ni demasiado cerca como para pegotearnos, ni demasiado lejos como para quedarnos solos. Estamos interconectados entre sí, las células, los planetas, los átomos, las neuronas y también nuestra alma; y el mayor temor es perder ese contacto y sentirnos aislados o no, he visto con asombro, como los hombres soportan dolores tremendos con la anestesia o el calmante de la compañía. ¿Qué madre, al parir, no ha podido experimentar la fuerza que tiene una presencia que sostiene? El dolor no disminuye de ninguna manera, es el mismo, sin embargo, algo surge en la presencia que acompaña, que hace que el dolor tenga menos efecto sobre nosotros. Si vamos a la imagen del pastor, seguramente las ovejas huelen la presencia de los lobos, pero algún sonido que emite el pastor que indica que “yo estoy contigo” las tranquiliza y permite que las ovejas al tranquilizarse, sean de alguna manera, cuidables, porque no hay nada peor que una majada en pánico, nada puede hacer allí el pastor.

El pánico torna al pastor impotente, mientras que el las llama a cada una por su nombre, entonces la oveja se queda calma y se queda en su lugar. “A ningún mal temeré”, refuerza el sentido en el mismo salmo de “nada me falta” porque la densidad y la solicitud del pastor y la seguridad de su presencia hace desaparecer en mí el temor a que algo me pueda faltar o que algo me pueda acontecer. Todo está completo mientras el está. Lo que destruye la alegría de vivir es el miedo, el mundo y las personas hoy se ven desoladas por el miedo hasta el pavor, lo cual es consecuencia de este tipo de sociedad construida en los últimos siglos basada en la competitividad, en la violencia, en la acumulación de los bienes para resolver los problemas sociales.

La competitividad, no es la emulación de algo bueno, no es imitar a alguien que lo ha hecho mejor, que puede hacer aflorar lo mejor que hay dentro de nosotros. No. La competitividad es la victoria del más fuerte de cuantos compiten, pero implica necesariamente la derrota de todos los demás. El vencedor, el más fuerte, tiene todas las ventajas, pero esto no es lo grave. Lo grave es que absorbe y elimina a los más débiles. ¿Qué vemos hoy en el plano comercial, en el plano económico? acuerdos entre lobos para poder devorar mejor a las ovejas. Entonces el problema no es que crece el mejor, el problema, es que al crecer el mejor elimina a los más débiles, entonces, lo que se genera es una cultura del miedo. El miedo a perder mercados, a perder ventajas competitivas, a perder beneficios, a perder el trabajo, a perder la vida.

Otro factor que engendra mucho miedo es la voluntad de la acumulación, porque el que no tiene quiere tener, el que tiene quiere tener más y el que tiene mucho dice “nada es suficiente”.

¿Qué se puede esperar de una sociedad donde todos corren desaforadamente tas el tener más? El que no tiene, el que tiene y el que tiene más.

¿Qué se puede esperar de una sociedad para la cual nunca nada es bastante, donde no hay saciedad, donde no hay satisfacción, donde no haya paz? Esto engendra violencia. Sólo hay consumidores si previamente se ha despertado esta voluntad de acumulación y este deseo que no tiene límites y que en el fondo es insaciable. El efecto último es el desasosiego, la insatisfacción, la ansiedad, el miedo a no tener, a perder capacidad de consumir, a descender del status social, a empobrecerse. Todo esto es muy violento. Es bueno tomar conciencia y sobre todo, en las medidas de nuestras posibilidades en nuestras comunidades, en nuestras familias, buscar antídotos. Es un mal de raíz que engendra violencia. Un fin pacífico requiere medios pacíficos.

El ser humano puede perder, pero nunca va a tolerar ser humillado o herido en su dignidad y esta sociedad, en esta dependencia y voluntad de tener, termina humillando, con lo cual, se generan nuevos conflictos y graves.

Entonces el miedo reina en nuestra sociedad y se ha apoderado de nuestra casa común que es la Tierra. Frente al miedo, la presencia, la fuerza de la presencia. Igual que cuando éramos niños, la presencia de nuestros padres bastaba para ponernos en paz. Un ambiente generalizado de presencia y cuidado es lo que debemos generar y gestar en nuestras comunidades que se saben acompañadas por Dios, que se siente hijos e hijas de un padre maternal y de una madre paternal. De nosotros depende transformar esta Tierra en un valle de lágrimas o en el jardín del Edén.

Cuando se vive de la Fe, atravesada por la esperanza y el amor se hace la misma experiencia que pasaron los hebreos y de lo que dan testimonio las sagradas escrituras, experimentaron a Dios como aquél que acompaña a su pueblo en su andadura, como aquel que nos convoca para el futuro, como aquel que es presencia viva, como aquél que constantemente repite “no tengas miedo, yo estoy contigo” “no tengas miedo, yo soy tu Dios” “no tengas miedo, yo soy fiel a mi alianza”.