El sentido hondo, comprometido, del ayuno, oración y limosna

martes, 30 de junio de 2009
image_pdfimage_print
“Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos:  de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.  Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres.  Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.  Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.  Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos.  Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.  Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.  Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan.  Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa.  Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.”

Mateo 6,1-6.16-18

Mateo en su Evangelio sigue desarrollando el tema de la justicia. Esta justicia del discípulo que es superior a la de los escribas y fariseos. Aún cuando ya hemos comenzado a leer éste capítulo 6 del Evangelio de Mateo no tenemos que olvidarnos que esto comenzó con aquel discurso justamente en el monte junto a las Bienaventuranzas, la perfección del amor.

Por eso para comprender el pensamiento que San Mateo nos quiere dejar es indispensable hacer una advertencia:¿ quién es el fariseo?.La palabra significa separar. Fariseo es el que se separa del mundo, del pueblo, que a menudo es su víctima. El fariseo se distingue por su rígida adhesión a la tradiciones de los padres, por la atenta observancia de la Ley y por su celo.

Simplificando pero también descendiendo en la profundidad podemos reducir a 3 las tendencias de toda ésta movida de los fariseos que aparece en el Evangelio. La tendencia al formalismo es decir la observancia escrupulosa de las prácticas cultuales y legalistas.

Cuando aparece esto que tantas veces Jesús va a advertirles se corre riesgo de perder de vista lo central de la Ley que es la caridad, el amor. Si nos acompañaste ésta semana en la catequesis en torno a éste capítulo5 y hoy el comienzo del 6 del Evangelio de Mateo lo hemos escuchado bastante a este tema. Si perdemos de vista lo central de la Ley que es el amor no es más una observancia estricta de algo exterior. La tendencia también en los fariseos a conseguir la salvación como mérito, como conquista en lugar de hacerlo como Gracia y como don gratuitote Dios.

Estamos haciendo ésta reflexión de que significa en el tiempo de Jesús el ser fariseo pero también tengamos que darnos cuenta que ésta realidad no escapa a nuestra situación y de pronto remarcar ésta segunda tendencia la de concebir la salvación simplemente como merito y como conquista y olvidarnos de éste don gratuito que significa la Gracia de Dios y por último la tendencia de concebir a Dios como un Señor que busca una gloria para si y no como un Padre que encuentra su satisfacción en la salvación y en la liberación del hombre.

Que bueno que hoy nosotros animados por el Espíritu Santo podamos descubrir esto: Dios no es un Señor que busca la gloria para si es un Padre que alcanza la gloria en la salvación y en la liberación del hombre. Que bueno poder pensarlo para nuestra propia vida cristiana de discípulos en éste tiempo en el que queremos poner en el centro de nuestra mirada la figura de Jesús.

Por eso Mateo va a enumerar 3 prácticas clásicas. Jesús no va a rechazar ninguna de las 3 pero si desea que se practique con un espíritu distinto. Justamente éste es el espíritu con el que vamos a vivir y nosotros de hecho estamos llamados a vivir. Esta limosna, oración y ayuno es lo que nos va a distinguir de aquellos que lo hacían simplemente por cumplir la ley. Por eso me parece importante en un texto que lo hemos escuchado tantas veces.

De hecho si participas de la Misa del miércoles de ceniza cuando comenzamos la Cuaresma permanentemente la liturgia nos presenta ésta invitación a la limosna, la oración y el ayuno. Tal vez todo resuelta significativo que esas tres prácticas aparezcan juntas. Es que el culto, la oración y la liturgia debe prolongarse en la caridad y la penitencia ha de consistir en privarse de algo en beneficio de los otros. No hay duda que la perfección está en el amor, en la caridad que es fruto del encuentro con Dios, en la penitencia que siempre termina en beneficio del otro y en segundo lugar se recuerda reiteradamente la necesidad de la recta intención.

Hay que buscar la recompensa de Dios, no la de los hombres. Hay que obrar en secreto y no hay que representar un espectáculo. Cuando decimos que buscamos la recompensa de Dios también tenemos que por ahí tener cuidado. Creo que la posibilidad de compartir la catequesis, la Palabra de Dios, de poder detenernos un momento en torno a la Palabra. Es bueno descubrir también si no es ya una sutil búsqueda de si mismo pretender la recompensa de Dios. Sin duda como sabemos decir es hilar bastante fino. Buscamos la recompensa de Dios pero hacer limosna, rezar, hacer ayuno no lo podemos hacer solo esperando la recompensa de Dios.

Si buscar la recompensa del hombre impide llegar a la verdad y a la auténtica justicia descubrir que somos egoístas porque esperamos que Dios nos bendiga porque nosotros le estamos dando algo tampoco es el camino que El quiere para nosotros. Loo que Dios quiere y busca en el corazón de cada uno de nosotros, lo que como discípulos de Jesús tenemos que trabajar es todo aquello que nos libere justamente de todos estos condicionamientos de manera espontánea favorecer el amo y la verdadera justicia. Tal vez te ayude a pensar esto y si sos papá o mamá reciente de un bebé o de un niño pequeño.

En éste amor que le das a tu hijo podés entender fácilmente lo que el Evangelio de Mateo hoy va diciendo. Cuando un papá, una mamá sale al encuentro de la necesidad de su hijo y cuando más pequeño más indefenso no está midiendo quien lo ve, quien lo aplaude, quien lo va a sacar en los titulares de los diarios, solamente ama y el amor no tiene medida. Mateo además nos pone en guardia contra el peligro de que las buenas obras se conviertan también en riqueza. La justicia cristiana que nos propone Jesús en el Evangelio nos exige que las buenas obras no las tratemos como un negocio. No hay que llevar una contabilidad de lo que hacemos. Así como cuando somos egoístas o cuando miramos nuestros intereses una tentación permanente con aquellos que están a nuestro lado. Sabemos decir a veces: voy a pasar factura de todo lo que hice y no me recompensaron.

Con Dios puede pasar lo mismo. Puede que en algún momento queramos ponernos ante Dios y decir no me diste esto aquello o lo de más allá cuando yo hice esto y aquello tantas veces. Cuando amamos a Dios, cuando amamos al hermano no podemos llevar la contabilidad de los hombres. Finalmente la vida cristiana incluso en sus aspectos más heroicos se hade vivir con simplicidad. Por eso que lindo leer éste texto de la Palabra de Dios del Evangelio de Mateo a la luz de aquella actitud sencilla de Jesús que toma a un niño lo pone en medio de los discípulos y los invita a hacerse como niños para heredar el Reino de los cielos.

Nos está proponiendo la simplicidad, lo sencillo de lo que hacemos. Al testimonio de nuestra vida de discípulos de Jesús no hay que confundirlo con una obra de teatro. Tal vez puedan sonar hasta un poco duras las palabras. Es que la insistencia de Jesús es así. Si pudiéramos hacer la experiencia de volver a aquel momento en que Jesús está hablando a los fariseos no le tiene que haber sonado lindo a los fariseos de lo que Jesús estaba diciendo.

Y les estaba diciendo esto: el testimonio no es teatro es vida. Hacer limosna oración y ayuno no siempre lo podemos hacer a escondidas sin que nadie se entere pero cuando nuestra vida sale a la luz pero no lo hacemos para que nos aplaudan sino porque lo amamos a Jesús esto se convierte en testimonio y ésta es una de las ideas que sería interesante que ésta mañana podamos ir pensando y pidiéndole a Jesús que nos ayude a descubrir. Que nos motiva a vivir la vida cristiana, que me motiva a hacer limosna, a rezar, al ayuno.

En la última Cuaresma éste texto nos ayudó a vivir con un corazón preparado a la Pascua. Estas 3 prácticas que la Iglesia siempre me propone. La limosna la oración y el ayuno. ¿Con cual de ellas he vivido mi vida cristiana ayer?. ¿Que me motivó?. Porque en el fondo está todo nuestro testimonio de ser cristianos. Por eso la idea central de ésta Palabra de Jesús, de ésta predicación, de éste discurso. Es animar a cumplir las obras tradicionales de justicia y aquí hacemos un saltito hacia atrás. No vine a abolir la Ley vine a darle perfección pero con una intención nueva, agradar a Dios. Vivir con El para El y ante El en su presencia.

Hoy tenemos ante nuestros ojos los más hermosos gestos de aquella verdadera religión. la que une verdaderamente a Dios que es Padre: La limosna, la oración, el ayuno pero la insistencia que hoy nos hace la Palabrada Dios es a tener cuidado de no desviar el verdadero sentido de éste hacer de la práctica religiosa un encuentro con el Señor.

Porqué éste verdadero sentido? Porque cuando lo descubrimos es que lo único que buscamos es a nosotros mismos volvemos a ser fariseos y aquellos que Jesús está condenando. Rezaba una oración: Señor que ninguna de mis obras de caridad, que ninguno de mis gestos de práctica religiosa aleje a los hombres de ti

En la medida en que purificamos nuestra intención, en la medida en que somos rectos nuestras obras de caridad van a ser testimonio que arrastran y esto no hace falta decir mucho, simplemente el contemplar la vida de aquellos que nos están testimoniando o aquellos que nos testimoniaron éste vivir las obras de caridad, vivir el amor y arrastrar con el ejemplo.

Alguien que cuando hablamos del amor, de la limosna, de la oración, del ayuno y la penitencia como que espontáneamente nos viene a la mente la Madre Teresa de Calcuta. Ella supo amar en silencio sin embargo como la luz del sol que entra a una habitación que siempre encuentra una hendija para hacerlo así también fue la Madre Teresa. Aun en aquellos corazones más cerrados Dios se encargó de que su luz pueda entrar. Jesús encomienda al máximo el secreto.

Que tu caridad sea invisible, que también lo sea tu oración, que tus sacrificios no aparezcan, que nadie pueda notarlos salvo Dios. Los fariseos en tiempos de Jesús eran gente sin duda admirables por su fidelidad. Jesús no reprocha esto. Lo que reprocha es la manera de hacerlo.

El lo hace para que los demás también aprendan. En éste sentido hoy podemos seguir descubriendo fariseos pero leer la Palabra de Dios, dejarnos interpelar por la Palabra de Dios no es para juzgar al otro sino para mirar mi corazón y descubrir que en mi corazón no están guardadas algunas actitudes de los fariseos. A quien no le gusta ponerse en la primera rila.

Por eso volvemos a los consejos de Jesús. Hacer gestos de caridad verdadera pero no para que nos reconozcan sino para encontrarnos con Dios y tu Padre que ve en lo escondido te recompensará. El que ve lo escondido, lo invisible. Es una mirada de Dios que todo sabemos.

Cuantas veces lo habremos compartido o se lo hemos dicho a nuestros hijos o lo hemos escuchado de nuestros padres: Dios lo ve todo. Tal vez en ésta mañana sea un momento importante para corregir ésta imagen de Dios que lo ve todo como juez. No. Dios lo ve todo como papá. Dios lo ve todo para ayudarme a ser feliz y a ser libre en cada uno de mis gestos y de mis actitudes. Que grande éste Dios que es Padre y que está atento a todo lo que nos pasa en la vida.

Lo que cuenta en nuestra vida no es la opinión que los demás puedan tener de nosotros sino lo que piensa Dios que nos ve por dentro. Y tu Padre que está en lo escondido te recompensará y tantas veces esa recompensa también el que los demás reconozcan nuestra virtud, nuestra santidad. Pero cuando Dios es el dueño del corazón, lo que importa es amar

Entre las mediaciones que utilizaba la ley judía para obtener la Gracia, para obtener el perdón de los pecados estaba ya la limosna, la oración y el ayuno .Por allí es interesante descubrir como Jesús simplemente viene a darle perfección a lo que Dios le había revelado a través de los Profetas en el Antiguo Testamento pero éstas mediaciones que Dios había regalado para obtener la Gracia y el perdón de los pecados se habían convertido en un legalismo y de allí hacer ostentación y vanidad es un paso.

Por eso habían perdido éstas prácticas su verdadero sentido de ser mediación manera que Dios había regalado al hombre para vivir el perdón y el amor de Dios para que se perdone todos sus pecados se había convertido en ostentación y en querer manifestar y revelar simplemente a los hombres el propio egoísmo. Como puede ser esto que de tanta Gracia, de tanto amor lo convirtamos en vanidad.

Como va recompensar Dios lo que se hace esperando la paga de la alabanza si ya la misma alabanza se convierte en recompensa. Es ésta certeza que si somos honestos nos damos cuenta cuando nos pasa. Cuando la vanidad se adueña del corazón nos damos cuenta que lo que estamos haciendo ya tiene recompensa y es que el corazón como que explota cuando entra en éste camino o en ésta rueda de hacer siempre las cosas por vanidad. Por eso una vez más recordar que la esencia, aquello que es lo profundo, lo fundamental de la vida de Dios es su amor gratuito por nosotros.

Es su amor que llena el corazón más de lo que podemos pensar y cuando Dios llena el corazón del hombre no hay lugar para la vanidad, para la auto alabanza. Jesús no viene a anular la limosna, la oración y el ayuno. Sabe que nosotros los hombres lo seguimos necesitando. El como verdadero Dios pero también como verdadero hombre hizo la experiencia. El también vivió en plenitud y en todo el Evangelio nos habla que pasó haciendo el bien. El Evangelio nos habla que pasaba la noche en oración con el Padre. Es que a través de estos medios nosotros los hombres nos encontramos y nos unimos más íntimamente al amor de Dios.

Jesús viene a purificar para que lo único que se persiga en estos actos o gestos sea el mismo Dios. Por eso éstas mediaciones, estos medios que hoy nosotros seguimos viviendo son más que motivos para liberarnos de las ataduras que tantas veces nos tienen prisioneros, que no nos dejan ser felices. La oración salva cuando somete nuestra vida a una confrontación permanente con la voluntad de Dios.

Contemplarlo al Señor. La limosna salva cuando destruye nuestro egoísmo y considera que el necesitado tiene derecho nuestras cosas, a lo nuestro porque es hermano nuestro y dentrote la limosna en esto de la caridad recordar con dureza aquello que nos decían los Padres de la Iglesia en los primeros tiempos: aquello que me sobra en justicia es de mi hermano.

Y el ayuno salva cuando tiene la intención que nuestra carne participe del vuelo del Espíritu y cuando ésta tendencia que intenta atrapar en el egoísmo y atraparnos en las cosas de la tierra a través de la penitencia y el ayuno alcancemos una mayor donación. Hay 2 obstáculos que frenan la entrega de uno mismo tanto en la limosna, oración y el ayuno. Una palabra que usamos tantas veces: cuando somos tacaños. Es una generosidad con el freno de mano puesto. Esto de no dar, de no poner la mano en el corazón que va mucho más allá que poner la mano en el bolsillo.

Cuando sacamos el freno de mano vamos a dar con alegría, no vamos a dar calculando y pensando si lo que estamos haciendo llegará buen término o no. Si mi limosna está bien dada o no, si mi oración Dios la escucha o no, simplemente abrimos la mano para significar que abrimos el corazón y lo damos todo.

Por eso aquel que vive calculando lo que da a la donación la convierte en una cosa extraordinaria, una cosa que pasa cada tanto pero nunca experimentará la alegría que supone el dar y el darse .Pablo lo dice con claridad quien siembra midiendo, quien siembra poniendo límites no va a cosechar más que éste egoísmo, quien siembra con generosidad va a cosechar generosamente.

Y la vanidad que quizás en éste tiempo, en ésta cultura de la imagen nos esté golpeando más fuerte como tentación. La vanidad convoca siempre a rueda de prensa cuando hacemos algún pequeño gesto generoso. Hoy es muy frecuente esto porque lo solidario vende. Cuantas veces se presume haber hecho un gran donativo a Cáritas o colaborar con una ONG que ayuda a los demás o hacer un servicio de voluntariado.

Tal vez ésta imagen nos puede ayudar para medir de que manera está nuestro corazón. La vanidad es como el alcohol. Se evapora rápidamente. Por eso Jesús es muy claro. Cuando hagas limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Tal vez leyendo el Evangelio algo de nuestro corazón esté pronto a cambiar. Tal vez las Palabras de Jesús vana seguir resonando en el corazón todo éste día. De que manera estoy viviendo ésta intimidad con Dios en el hacer el bien.