“El silencio contemplativo”, por la Hna. Érica Godoy

jueves, 4 de abril de 2019
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04/04/2019 – “La vida contemplativa no está destinada sólo para las monjas o los místicos”. “Todos estamos llamados a beber en estos tiempos el agua de la vida interior, la que tenemos que cultivar”, comenzó reflexionando la hermana Érica Godoy del Monasterio San Alberto Magno de Lavalle, Corrientes, en torno al tema “El silencio contemplativo”.

En este sentido, indicó que “En este tiempo histórico que nos toca, donde hay un bombardeo de ruidos antinaturales, que atentan contra nuestra propia naturaleza, no es fácil cultivar la vida interior”.

Por consiguiente, relató cómo Santa Catalina de Siena, descubrió que podía mantener su celda interior, en medio de sus quehaceres cotidianos:

“Santa Catalina vivió en el siglo XIV, fue una laica consagrada de la tercer orden, aunque la vemos con hábito no fue monja, usaba hábito porque así se usaba en esa época”, explicó. Y resaltó que “Ella es doctora de la Iglesia, sin saber leer ni escribir”.

“La madre y sus hermanas la incentivaban a que se arregle para poder ser cortejada, pero Catalina sabía desde muy pequeña que quería consagrarse a Dios”. “Y como ella se pasaba mucho tiempo en oración, y como a la mamá no le gustaba esto, le dijo que no iba a tener más tiempo para ir a misa, ni para rezar porque iba a tener que hacer todas las tareas de la casa, esto lo hacía para no dejarle ningún espacio para que pueda detenerse a hacer oración o pensar en una consagración a Dios”, explicó la hermana Érica.

Ante esto, señaló, “Catalina creó su celda interior y desde allí cultivó el silencio interior”.

¿Para qué sirve la celda interior según Santa Catalina?

Al respecto, indicó que “En primer lugar sirve para conocerse a sí mismo y luego conocer a Dios”.

Advirtió que “Cuando empezamos a hacer silencio, de golpe nos agarran las angustias, la gente me pregunta: <Hermana… porqué lloro, tengo ganas de salir a correr, no quiero …>, y yo les digo que cuando se para un poquito, empiezan a salir todas esas angustias, esos viejos rencores, pero tienen que salir -dijo- hasta que el agua quede cristalina y mansa”.

Finalmente, recalcó la necesidad de ser soberano de los sentimientos, de las emociones, “Nosotros tenemos que ser dueños de nosotros mismos, tenemos que conocer nuestros sentimientos”. “Tenemos que tomar el control porque el Señor nos quiere soberanos”. “El amor es obrar”.

“Todo eso se debate -refiriéndose a lo que se siente- y se decide en una celda interior serena, por eso pasan tantas cosas feas, porque no hay una celda interior, porque las pasiones, los deseos, los impulsos, los instintos se han adueñado de las personas”.

“Y luego hay que conocer al Señor, y esto se logra escuchando la Palabra de Dios, a través de alguna jaculatoria mientras voy al trabajo, para que el Señor y el Espíritu Santo empiecen a habitar en nosotros, hay que cultivar la celda interior”, concluyó.