El simbolismo universal del pez

martes, 8 de noviembre de 2011
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Simbolismo universal del pez:

En la mayoría de las mitologías se le atribuye al agua ser el elemento generador e iniciador de toda vida. Por eso, también los peces están asociados con las nociones de vida, fertilidad y creación. La extraordinaria abundancia de sus huevos llevó a que algunos pueblos los consideraran símbolo de fecundidad.

 

La pesca en tiempos de Jesús

Las escenas del evangelio donde hay pesca se desarrollan en el Lago o Mar de Galilea, también llamado Genesaret, Kineret o Tiberíades.

También se pescaba en la costa del Mediterráneo, pero los evangelios no hacen ninguna mención de este mar.

En cuanto a la alimentación con peces, en el judaísmo era muy importante la clasificación en peces puros e impuros, según consta en Levítico cap. 11:

 

9 Entre los animales que viven en el agua, ya sea en el mar o en los ríos, ustedes podrán comer aquellos que tienen aletas y escamas. 10 Pero deberán tener por una cosa inmunda a cualquier animal que carezca de aletas y escamas, entre los seres que se mueven por las aguas y entre los vivientes que están en las aguas, ya sea en el mar o en los ríos. 11 No comerán su carne y sentirán repulsión por sus cadáveres. 12 Todo lo que vive en el agua y no tiene aletas ni escamas, será para ustedes una cosa inmunda.

 

 

 

Concretamente, de los peces que abundaban en el Lago o Mar de Galilea, estas son las especies que se comían:

1. Musht, de forma chata, apropiado para freír. Hoy se lo conoce también como pez de San Pedro.

2. Biny (o barbos) de la familia de las carpas.

3. Sardina del Kineret, la más pequeña de las especies del lago, parecida a la sardina de agua salada. Se conserva fácilmente en salmuera.

 

Escenas del evangelio:

+ Pesca milagrosa: Lc 5,1-11

+ Parábola de la red llena de peces: Mt 13, 47-50

+ Comidas con pan y peces: Mc 6,30-44 y paralelos; Mc 8,1-10 y paralelos; Lc 24,36-43 y Jn 21,1-14

 

1 Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: 2 estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. 3 Simón Pedro les dijo:

«Voy a pescar».

Ellos le respondieron:

«Vamos también nosotros».

Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.

4 Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. 5 Jesús les dijo:

«Muchachos, ¿tienen algo para comer?».

 Ellos respondieron:

 «No».

 6 Él les dijo:

«Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán».

Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. 7 El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro:

 «¡Es el Señor!».

 Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. 8 Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.

9 Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. 10 Jesús les dijo:

«Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar».

11 Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.

12 Jesús les dijo:

«Vengan a comer».

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres?», porque sabían que era el Señor. 13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. 14 Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.

 

 

Esta pesca infructuosa se ubica después de Pascua. La frustración de no pescar nada puede equipararse con la desazón de la comunidad ante la muerte de Jesús. El Resucitado, presente en la orilla sin ser reconocido aún, sabe dónde hay peces; o sea, dónde hay abundancia y vida, porque El dijo: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).

Esa abundancia de peces es lo que permite reconocer, en esa figura misteriosa en la bruma de la incipiente mañana, al SEÑOR.

Con respecto al número de peces que sacan en la red, ciento cincuenta y tres, los estudiosos debaten sobre su simbología. Puede ser el número de naciones según un catálogo de la época o tal vez una combinación aritmética que significaría “plenitud”.

La comida, a la cual Jesús invita, evoca la comida pascual, la eucaristía.

 

El pez, símbolo del cristianismo:

La palabra griega PEZ es  I X TH U S (se pronuncia ictus).

Con esta palabra, los primeros cristianos formaron el siguiente acróstico:

 

I     Iesus          Jesús

X    Xristós      Cristo

TH Theou        de Dios

U     Uiós          Hijo

S      Soter         Salvador

 

Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador

 

Este acróstico y el dibujo del pez, se han encontrado en las catacumbas cristianas.