El tejido

jueves, 5 de mayo de 2011
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“He sabido que en los tejidos
las mujeres utilizan hilachas de viejas mantas de lana
para representar escenas en sacos de lana hechos a mano
– nuestro viejo arte de crear de la nada –
¿o es hacer que de la vida vieja surja la nueva?”

 

Adrienne Rich, A wild patience, poems, N. York

 

En tiempos bíblicos, las mujeres tejían en telar con lana de oveja o de cabra, confeccionando mantos y túnicas.

11Durante ese tiempo, mi esposa Ana se dedicó a trabajar en labores femeninas. 12Se las enviaba a sus patrones, y ellos se las pagaban. Un día, el siete del mes de Distro, terminó su tejido y se lo envió a sus patrones. Ellos le pagaron todo y además le regalaron un cabrito para que nos lo comiéramos. (Tobías 2,11-12)

 

Las ropas más finas, por ejemplo las vestiduras de los sacerdotes, eran hechas con lino y teñidas con un molusco, el múrice, que proporcionaba el color púrpura. En estos casos, se nombra a varones con el oficio de tejedores.

 

22Besalel, el hijo de Urí y nieto de Hur, de la tribu de Judá, hizo todo lo que el Señor había ordenado a Moisés que se hiciera. 23Lo ayudó Oholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, que era herrero, tejedor y bordador en tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino fino.(Ex 34,22-23)

 

27Las túnicas de lino para Aarón y sus hijos fueron hechas por un tejedor, 28lo mismo que el turbante, los tocados y los calzoncillos de lino torcido; 29el cinturón de lino torcido, tela morada, tela de púrpura y tela roja, fue bordado artísticamente, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.(Ex 39,27-29)

 

Lidia, la primera mujer mencionada cuando San Pablo y los misioneros llegan a Europa, a Filipos, era comerciante de púrpura:

 

Una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, nacida en Tiatira y que adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo. (Hech 16,14)

 

San Pablo tejedor

 

Pablo, como todos los fariseos, tenía un oficio: era fabricante de carpas. Estas se hacían tejiendo pelo de cabra.

 

En Corinto, Pablo se encontró con un judío llamado Aquila, originiario del Ponto, que acababa de llegar de Italia, y con su mujer Priscilla, por haber decretado el emperador Claudio que todos los judíos saliesen de Roma. Se llegó a ellos, y como eran del mismo oficio, se quedó a vivir y a trabajar con ellos. El oficio de ellos era fabricar tiendas. (Hech 18,1-3)

 

AL CALOR DE UNAS MANTAS…                     
 

Había en Joppe una discípula llamada Tabitá, que quiere decir Gacela. Era rica en buenas obras y en limosnas que hacía. Por aquellos días enfermó y murió. La lavaron y la pusieron en la sala superior. Lida está cerca de Joppe, y los discípulos, al enterarse de que Pedro estaba allí, enviaron a dos hombres con este ruego: "No tardes en venir a nosotros."

Pedro partió inmediatamente con ellos. Cuando llegó lo hicieron subir a la sala superior y se le presentaron todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y los mantos que Gacela hacía mientras estuvo con ellas.

Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas y oró; después se volvió al cadáver y dijo:

 – "Tabitá, levántate".

 Ella abrió sus ojos y al ver a Pedro se incorporó. Pedro le dio la mano y la levantó. Llamó a los santos y a las viudas y se la presentó viva. Esto se supo por todo Joppe y muchos creyeron en el Señor.

 (Hechos de los Apóstoles 9,36-42)

 

Pienso en Tabitá, rica en buenas obras y limosnas. Y con ese nombre, libre, ágil y pacífica como una gacela. ¡Qué dolor para la comunidad perder una mujer así! Es la comunidad la que constata que Tabitá está muerta: la lavan y la colocan en una sala aparte. Y al mismo tiempo, no se resignan a su muerte y mandan llamar a Pedro.

 

La presencia de Pedro es la oportunidad para que la comunidad constate, no ya la muerte, sino la vida de Tabitá. Ahí estan las obras de sus manos: túnicas y mantos. Abrigo para los necesitados, calor en medio del frío. Horas y horas en las cuales las manos de Tabitá no se ocuparon de ella sino de los otros. Mientras avanza el tejido -un hilo sobre otro- se entraman fecundamente el trabajo y la oración con las lanas y los telares. Abrigo y calor que no son sólo refugio contra las malas temperaturas, sino también tibieza necesaria para seguir viviendo. El regocijo que provoca al necesitado no sólo encontrar una manta, sino encontrar las manos y los ojos de quien llega a ofrecer la manta.

 

Ahí están las mujeres de la comunidad para constatar la vida de Tabitá. Vida que no fue solitaria porque fue abrigo para otros y también con otros y otras. Son las túnicas y los mantos que Tabitá hacía mientras estaba con ellas,  con las otras mujeres de la comunidad. Que me las imagino como a tantas mujeres de hoy, ágiles, libres y pacíficas, compartiendo al Dios que les pone calor en el corazón para que ellas concreten con sus manos el calor para los despojados. ¡Qué alegría para la comunidad tener mujeres así!

 

Es la comunidad la que abre los ojos y se incorpora con la presencia de Pedro. Es la comunidad la que se levanta, vestida con las túnicas y los mantos que tejió Tabitá. Porque allí Tabitá está viva.

María Gloria Ladislao

del libro “Palabras y Pasos”, Ed. Claretiana