El valor de las palabras

viernes, 15 de enero de 2010
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AM: La oralidad se aprende sola. La escritura y la lectura siempre tiene que ser de la mano de alguien que conozca la lengua que cada uno habla. No se puede aprender en una lengua que se desconoce. No se aprende en otra lengua, la única manera de aprender a escribir y leer es en la lengua materna. A pesar de estar escolarizado, el niño termina siendo analfabeto en el caso de que concurra a una escuela donde no se enseñe su lengua (es por ejemplo el caso de los niños de comunidades aborígenes de nuestro país).

 

GL: Pienso que la lengua, cuando se encuentra con otra lengua distinta y se hace impermeable porque no se establecen puentes de una a otra en la comunicación, marca las fronteras de nuestro propio egoísmo llevado a un ámbito colectivo.

 

AM: Además, no solamente se comunican palabras. La lengua es mucho más que eso: en ella queda la idiosincrasia del pueblo que la habla. La lengua es un testimonio de lo que al hombre le acontece. La historia de la humanidad está en la lengua. Solo que no nos enseñaron a veces a leerla. En la escuela, a veces los que somos docentes de lengua nos ocupamos solo de lo estructural de la lengua, es decir, nada más que a usarla correctamente. Y perdemos lo más rico, que es el alma, el significado.

 

GL: ¿Cuál es el alma de la lengua española?

 

AM; Hay cosas que no tienen traducción, porque la lengua recoge eso. Cuando uno se remonta en la historia de las palabras puede llegar a saber cómo vivían y como pensaban los antepasados. Las palabras se van vaciando de algunos significados y se van cargando de otros, y a veces el hablante pierde la historia de esas palabras y pierde junto gran parte de su propia historia. Por ejemplo ¿Por qué a la ‘bandera’ la decimos ‘pabellón’? El origen de la palabra ‘pabellón’ significa ‘mariposa’ (del latín ‘papilio’, va al castellano como ‘pabellón’). Y la bandera es como una mariposa, que flamea. Pero además ¿qué significa ese ‘flamear’? (también viene del latín: ‘flama’ se traduce como ‘llama’). Es una ‘mariposa en llamas’, una ‘mariposa ardiente’. Es una metáfora. Ahora bien, cuando también llamamos ‘pabellón’ al de la cárcel ¿cuál es la relación?, porque estos edificios son pesados y no vuelan. Esto tiene toda una historia: los romanos, cuando veían en la playa las carpas de los soldados árabes, a la distancia, las carpas se movían y parecían mariposas. Por eso a los ‘cuarteles’ , a los lugares donde se albergan soldados, se les llama ‘pabellones’, y por extensión, llega a las cárceles.<o