21/10/19- “Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume” (Jn. 12, 1-11) . Sobre este pasaje del evangelio nos preguntamos: ¿Qué mensaje podemos extraer de este relato para la sana elaboración de los duelos?.
“Este es un relato de un duelo anticipado”, dijo el Padre Mateo Bautista quien nos acompaña cada lunes en el ciclo “Los duelos de Jesús y de María”.
La mujer del Evangelio hizo mucho y no hablo nada
Los silencios, los gestos, los símbolos, las manifestaciones y los detalles son importantes en el duelo anticipado, en el acompañamiento del duelo y en sus procesos. La mujer de Betania realiza un signo profético ante la muerte del Salvador: «Ha hecho lo que ha podido, anticipándose a ungir mi cuerpo para la sepultura» (Mc 14,8). Jesús se deja querer y agradece el gesto simbólico de aquella mujer a quien regala una peculiar bienaventuranza como recompensa: «Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo» (Mc 14,9).
Cuando hay gestos desproporcionados, hay detrás un gran mensaje
Entre los antiguos era común bañarse antes del ir a un banquete. Cuando se saludaba al invitado que había llegado, un sirviente le quitaba las sandalias para que no introdujera en la casa la suciedad del exterior. Luego el sirviente le lavaba los pies con agua y se los secaba con una toalla y a continuación la cabeza del invitado era ungida con aceite de oliva aromatizado con especias, con ello se indicaba que el invitado era digno de una recepción pacífica. Antes de iniciar la despedida se lo volvía a ungir al invitado y se quemaban especias que perfumaban el ambiente. Todo esto era una tarea propia de sirvientes o esclavos.
Ungir los pies con perfumes era extraordinario
Por eso lo que hizo la mujer de Betania fue unción regia: sin palabras a Jesús lo unge como Rey antes de entrar y Jerusalén, es también una unción profética porque sin hablar una palabra dijo con sus gestos: “Gracias Jesús por morir por mí” , esta reconociendo el valor del sacrificio y duelo de Jesús; “es por tanto la unión de una discípula que ha captado plenamente el mensaje y vida del Señor Jesús. Jesús destaca el gesto caritativo de esta mujer porque en ese momento la persona más pobre del mundo era el Señor Jesús. Sus heridas nos van a curar y sus pobrezas nos harán ricos. Es un anticipo de sus cuerpo inmolado.”
No se pierdan de escuchar la entrevista completa en la barra de audio debajo del título.
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