El valor y el sentido de la Eucaristía en nuestro camino cotidiano

viernes, 15 de noviembre de 2013
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Para quienes se han encontrado de una manera viva con Jesús en la eucaristía, ¿Qué significa esa presencia en su vida? ¿Qué significa esa presencia de Jesús eucarístico en tu vida? ¿Qué significa? Paz, alegría, gozo, alimento, ese lugar donde me encuentro, donde fui sanado, fui transformado, donde todos los días cuando participo de ella, o los fines de semana cuando participo de ella, reencuentro el sentido del camino, comprendo el misterio de Dios.
 
El valor y el sentido de la Eucaristía en nuestro camino cotidiano.
 
La Eucaristía es fuente y cumbre de la vida de la iglesia, así lo sostiene el Concilio Vaticano II en su documento y además dice, todos los demás sacramentos, todos los misterios y ministerios eclesiales y las obras de apostolados están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La eucaristía contiene todo el bien espiritual de la iglesia, quien es Cristo mismo, nuestra pascua.
 
Que hace la eucaristía, significa realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del pueblo de Dios, porque la iglesia es ella misma en el misterio eucarístico. En ella la eucaristía se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que en Cristo Dios santifica al mundo y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo por Él al Padre.
 
 Finalmente dice el catecismo de la iglesia católica, la celebración eucarística nos une a aquella liturgia que acontece en el cielo. En resumen, la vida eucarística es el compendio y la suma de toda nuestra fe, de nuestro acto creyente. Nuestra manera de pensar y armonizar con la eucaristía y a su vez la eucaristía confirma nuestro modo de ser, llamados a ser eucaristía. Como dice el apóstol San Pablo:   “Ustedes son hostias vivas en Cristo Jesús”. Ojalá además de alimentarnos en Cristo por el misterio eucarístico, reconozcamos que Dios nos quiere como alimento para nuestros hermanos.
 
Hoy compartimos ¿Qué le da a tu vida la Eucaristía en lo cotidiano? Paz, fortaleza, alimento, fuente de vida, serenidad…
 
 
 
A lo largo de la historia a recibido distintos nombres la Eucaristía. La riqueza inagotable de este sacramento se expresa mediante distintos nombres, como los que estamos intentando de dar nosotros hoy en la catequesis, cuando nos referimos a la eucaristía en relación a nuestra vida y lo que ha generado en nosotros. Eucaristía es el nombre propio, significa acción de gracias, Eucaristein, Eulogien, recuerdan la bendición judía que proclama sobre todo durante la comida, las obras de Dios, esto es la creación, la redención, la santificación. Dios crea, Dios redime, Dios santifica. Cuando hablamos de eucaristía, de misterio de Dios viviente en medio de nosotros, en acción de gracias, nosotros nos referimos a todo este quehacer divino en relación a nosotros. Dios creador, Dios redentor, Dios al mismo tiempo nos santifica. También ya se llamaba en la antigüedad, en la primera iglesia, banquete del Señor. Pablo en I Corintios 11,20 así se refiere a este misterio de presencia de Dios vivo en Cristo en el pan eucarístico, se trata de la cena del Señor, la que celebró con sus discípulos, en la víspera de su pasión, este banquete que en el Apocalipsis 19,9 se llama banquete de las bodas del cordero en la Jerusalén del cielo y es eso no, cuando uno participa de un buen banquete, allí se celebra y uno se viste de una manera distinta, se predispone a celebrar de una forma diversa lo de todos los días y participa de un alimento importante en su calidad, en su cantidad, se da el lujo de comer un poco más. En la eucaristía como banquete también el Señor nos quiere bien dispuestos, aprovechando todo lo que allí se nos ofrece.
 
La Eucaristía como banquete nos pone con otros en sintonía, por eso también se la llama fracción del pan a la eucaristía, porque este rito propio del banquete judío fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia. En los textos de la multiplicación del pan aparece anticipadamente el misterio eucarístico celebrado y ahí se nota esta característica de cómo el Señor, en el partir y el repartir del pan, se hace presente en el corazón de todos y de cada uno, es más, al Señor se lo reconoce claramente es este partir el pan, en la vida de los discípulos de Emaús así ocurre y en la de cada uno de nosotros también, en la medida en que nosotros partimos el pan eucarístico, reconocemos la presencia del Dios vivo, de ahí el valor de participar del misterio eucarístico, no como obligación de precepto, sino existencialmente convocados por el Señor a reconocer que en esa partición del pan por nosotros, dándose El por todos nosotros y repartiéndose en todo y en cada uno está la posibilidad del ser uno en Cristo, de ser uno en Jesús.
 
Todos los que comen de este único pan partido que es Cristo, entran en comunión con El y forman parte con El de un solo cuerpo.
 
El Misterio Eucarístico también es llamado Asamblea Eucarística, porque la Eucaristía es celebrada en la asamblea de los fieles. Al ser el pan partido en donde todos y cada uno comemos parte de esa realidad que se nos entrega y ofrece constituyéndonos en un cuerpo, no se puede sino celebrar como misterio en asamblea, expresión visible del ser uno en Cristo. Lo más importante en el misterio eucarístico es que allí hay un memorial de la pasión y la resurrección de Jesús, que no es un vago recuerdo sino una actualización del sacrificio y la entrega de Cristo, porque actualiza el único sacrificio de Jesús, el salvador e influye la ofrenda de la iglesia, que es parte de ese cuerpo de Cristo. Cada vez que se ofrece el pan eucarístico, se repite en el memorial de esa ofrenda la entrega de Jesús en su pascua, y nosotros que constituimos el cuerpo de Jesús, somos invitados a ser ofrenda de nuestras pascuas también con Cristo para que en aquel sacramento memorial en la asamblea, como cuerpo seamos renovados cada uno en particular sea transformado. Morir a lo que nos aparta del camino y renacer a la vida de Dios para gloria suya, como creador redentor, para bien de los hermanos, para humilde santidad nuestra.
 
También se la llama a la Eucaristía Divina, liturgia, porque toda la liturgia de la iglesia encuentra en su centro y su expresión más densa en la celebración de este sacramento. En el mismo sentido se la llama también Celebración de los Santos Misterios. Se habla también del Santísimo sacramento porque es el sacramento de los sacramentos. Con este nombre se designan las especies eucarísticas guardadas en el sagrario del santísimo. Del santísimo porque allí están todos los sacramentos, es más, Cristo vivo, el sacramento del Padre permanece allí.
 
También se lo llama comunión, porque por este sacramento nosotros en el amén al recibirlo nos unimos a Cristo que nos hace partícipe de su realidad, en su cuerpo y en su sangre.
 
Se lo llama también Cosa Santa, es el sentido primero de la comunión de los santos de la que habla el símbolo de los apóstoles, símbolo de la fe.
 
Por último el nombre que recibe este sacramento es Santa Misa, porque la liturgia en la que se realiza el misterio de la salvación se termina en el envío de los cielos, a fin de que cumplan la voluntad en su vida cotidiana. Participamos de la misa en cuanto que participamos de la misión que el Señor nos comparte en el misterio eucarístico.
 
El signo del pan y del vino. La eucaristía en la economía de la salvación, todo lo que estamos compartiendo en torno a la eucaristía en el día de hoy, viene puesto como síntesis en el Catecismo de la Iglesia Católica en los números 1324 y 1344. En el corazón de la celebración eucarística se encuentran el pan y el vino que por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo se convierten en el cuerpo y la sangre del Señor. Fiel a la orden de Jesús la iglesia continúa haciendo este memorial “hasta que vengas”. Lo que Él hizo en la víspera de la pasión, lo hace la iglesia todos los días, toma el pan, toma el cáliz lleno de vino y la convertirse por la oración en el espíritu misteriosamente en el cuerpo y la sangre de Cristo, los signos del pan y del vino, siguen significando también la bondad que la creación nos ofrece. Así en el ofertorio damos gracia al Creador por el pan y el vino, fruto del trabajo del hombre pero antes fruto de la tierra y de la vid, de los dones del Creador. Y en ello se expresa todo nuestro modo de estar parados frente al misterio de Dios, como regalo, como don, como ofrenda y como lugar de trabajo, de transformación. Todo lo dado, lo recibido en la vida como este pan que se transforma en la sangre y cuerpo de Jesús, está llamado a ser transformado también en nosotros. Reconocemos entonces que la vida es don y al mismo tiempo en todos sus aspectos es tarea, ofrenda y sacrificio. Y nuestra vida en la Eucaristía se reconoce como igualmente misterio pascual. La pascua es una verdadera transformación de la vida en lo de todos los días, en lo cotidiano, igualmente quiere acontecer en nosotros y por eso nos alimentamos de este misterio pascual del pan y el vino transformados en cuerpo y la sangre de Jesús.
 
 
 
                                                                                                             Padre Javier Soteras