17/01/2022 – En “Levántate y resplandece”, Mariela Ziraldo, coordinadora de Grávida en la arquidiócesis de Santa Fe e integrante del equipo del programa Raquel, y el padre Luis Anaya, asesor nacional del programa de sanación Raquel en Grávida, pusieron el foco en la herida que queda en el varón al pasar por la experiencia del aborto. Recordemos que en el sitio web quierosanar.com.ar hay más información al respecto. “El aborto ya sea espontáneo o provocado, tiene consecuencias individuales y sociales, la mayoría negativas. Muchos papás también experimentan la culpa y sufren por la paternidad pérdida y por el impacto en su pareja. El aborto siempre impacta en la relación de pareja, puede ser una fuente de frustración y pena; incluso puede llevar a la separación. Muchas veces no se considera los efectos en el padre, el padre también pierde un hijo, sea esperado o no y su reacción muchas veces debida a su rol masculino de protección hacia la mujer, le impiden dolerse por su pérdida. Es importante validar su dolor, su participación y responsabilidad en las decisiones y favorecer que viva su duelo para que su paternidad lastimada sane y logre realizarla a futuro plenamente. Ante el aborto provocado, hay muchos sentimientos guardados, “no hice lo que se esperaba de mi”, “la decisión fue de ambos”, “fue mi decisión”, “la presioné”, “no me dijo y lo decidió sola”, “fuimos presionados”, “no vimos otra alternativa”, “no quería ser padre”, “tenía miedo”, “no lo era lo que queríamos, pero lo hicimos” y como estas tantas frases que manifiestan los papás. Palabras que resuenan en su interior y les generan mucho dolor y culpa”, expresó Ziraldo.
“En este tema de los sentimientos guardados podemos mirar, como punto de referencia para la sanación desde la fe, el episodio de las negaciones de Pedro a Jesús. Por ejemplo, en Mateo en el capítulo 26, versículo 69 y subsiguientes. Interrogado por algunas mujeres que estaban allí, luego por otros circundantes, Pedro niega terminantemente su pertenencia, su vinculación. Podemos poner a la conciencia moral en lugar de las preguntas que llegan de fuera. Fue el gallo el que provocó un crack en Pedro y lloró amargamente. Lucas dice que fue el cruce de la mirada con Jesús lo que provocó sus lágrimas. ¡Qué bien nos hace tener a alguien, o algo cuya presencia o memoria me ayude a quebrarme, a reconocer la razón de la culpa, a arrepentirme para oportunamente pedir perdón. Es el punto de partida de un duelo sanador”, agregó el padre Anaya.
Mariela se preguntó: “¿Qué pasa con el varón-papá? Él también pierde un hijo, pierde ilusiones, expectativas, su proyecto de vida. En el aborto provocado quizás no lo siente así y lo ve como obstáculo a todo esto y con el tiempo se transforma en un dolor, en una culpa que lo atormenta y no tiene consuelo. Tienen dificultad para poner en palabras sus sentimientos, en ocasiones no validad su propio dolor, corre riesgo de aislamiento al no poder expresar lo que siente. El papá debe darse permiso a procesar su duelo, único y personal. Reconocer que también era su hijo, que existe una herida, lo llevará a iniciar el gran paso para pedir ayuda. El hombre es tan digno padre, como lo es la madre, es acallado por otros y por sí mismo”.
El padre Luis dijo que “poner en palabras los sentimientos. La importancia de verbalizar, de exteriorizar, de escribir lo que hay dentro. Es parte de todo proceso de duelo. Desde la perspectiva bíblica traigo a colación un episodio del antiguo Testamento llamado del pecado o la culpa de David en el segundo libro de Samuel, en el capítulo 12. Una vez más, a través de una mediación, en este caso el profeta Natán, Dios ayuda a David que ha cometido un pecado y no siente el peso de la culpa pero guarda en su interior una carga insoportable, la posibilidad de ver lo que hizo y pedir perdón. Él ha pecado con Betsabé, esposo de Urias. Para esconder su adulterio y el embarazo de Betsabé, manda matar a su esposo para poder tomarla como esposa y legitimar al hijo de las entrañas de esta mujer. Todo ello haciendo uso de su poder y de la mentira. En el fondo se engañaba a sí mismo. Hasta que Natán le cuenta la parábola del hombre rico y del hombre pobre y como el rico se aprovecha del pobre. David, hombre justo, se enoja con la actitud del poderoso, lo que basta para que Natán lo señale y le diga: ese hombre eres tú. David reacciona: ¡he pecado! Puso en palabras el sentimiento que le costaba reconocer y más aún expresar“.
En cuanto a los síntomas, Ziraldo reflexionó que “el más consistente y evidente es la ira, teniendo un alto nivel de enojo que puede ser perjudicial para sí mismo o para otra persona, como una bomba de tiempo a punto de explotar. La ira y la frustración de no poder proteger y proveer para su bebé nonato, como consecuencia del aborto, se manifiesta de varias maneras. A menudo recurre al alcohol y a sustancias para disfrazar el dolor al pensar que participó o era demasiado débil para evitarlo. Otros se convierten en adictos al trabajo para evitar el contacto con otras personas o en un esfuerzo desesperado por tener éxito en un aspecto de su vida. La relación de pareja frecuentemente falla, las relaciones futuras son difíciles o imposibles. El no poder decidir le dejo una terrible desconfianza hacia las mujeres. No quieren repetirlo”.
El padre Anaya añadió: “Otro texto nos puede ayudar es el capítulo 24 del evangelio de Lucas. Es el texto de los discípulos de Emaús. Allí está presente la ira, cuando los discípulos desesperanzados regresan a su tierra discutiendo entre ellos. Los embarga el dolor y la tristeza. ¿Qué son el dolor y la tristeza? Un sentimiento, una pasión asociada al irascible. La pasión tiene una maravillosa función en nosotros: enfrentar la dificultad, vencer lo que se me presenta como amenaza, mantenerme entero en lo arduo. Pero cuando se vuelve contra mí, cuando me desequilibra porque se dirige contra mi culpa, entonces me enloquece. ¿Qué sacó a los discípulos de esa situación? La palabra de Jesús que se puso a su lado y les re-significó lo que habían vivido”.
Mariela también manifestó: “¿Cómo se acompaña a sanar a un varón-papá? Es importante acompañarlo desde su existencia, como hombres con consideración y dedicación.Toda herida es digna de ser atendida. Abordando la experiencia del aborto desde lo que significa para él según sus valores, creencias o historias de fe y entorno. Brindar confianza, validando sus emociones para que puedan expresar la tristeza llorando y el enojo de una manera sana. Buscando que no reprima, que encuentre la razón de su ira y trabaje la causa para que aprenda a manejar sus emociones. Dejarlo llorar, decirle que “está bien llorar”, él tiene que llorar la pérdida y la vergüenza, desahogar la opresión interior y sentir el alivio que solo Dios nos da. Explorar la conducta que provenga de la culpa tóxica que le hace dañarse más. Que reconozca la culpa real si siente alguna y pueda acceder al perdón y perdonarse. Ayudarle a que se permita vivir el duelo de su hijo, reconociéndolo e integrándolo a su vida en una hermosa relación personal de papá e hijo”.
Luis finalizó diciendo que “Brindar confianza. Validar las emociones. Que se pueda expresar la tristeza llorando. ¿Qué texto me puede ayudar? María Magdalena en el evangelio de Juan 20,11 y subsiguientes. Allí hay un llanto desconsolado. No es el llanto del duelo. Porque el llanto tiene que ser sanador, que me saca de la angustia, que se transforma en misión. ¿Qué es lo que cambia el llanto de María? La presencia de Jesús y el reconocimiento de Él. Con su presencia el amor triunfa sobre el desanimo, el desconsuelo y se transforma en misión: “Ve a decir a mis hermanos”. Para esto se necesita de una palabra que la ayude al reconocimiento, en el caso su nombre. Resignifica su dolor, transforma la desesperanza en esperanza”.
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