El vestido

jueves, 9 de diciembre de 2010
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SÍMBOLO DEL DÍA:  EL VESTIDO

La vestimenta en los tiempos bíblicos:

La camisa larga de algodón, túnica interior o ropa interior se usaba pegada al cuerpo. Era una vestimenta de entre casa, y se recogía alrededor del cuerpo con un cinturón o faja para trabajar. Esta túnica interior era usada tanto por varones como por mujeres.

El cinturón de cuero o de lino se ponía para que no molestara la túnica (2 Re 4,29, Hech 12,8). El de cuero era más rústico, y era usado por los profetas; así se menciona a Elías en 2 Re 1,18 y a Juan el Bautista en Mt 3,4. El cinturón de lino o seda, bordado, era más costoso (Jer 13).
El cinturón tenía un ancho aproximado de 15 cm., de modo que servía para llevar dinero (2 Sam 8,11) y para afirmar la espada (1 Sam 25,13). Era una parte indispensable en el vestuario del hombre. El uso simbólico “ceñirse los lomos” o “ajustar el cinturón”  implica firmeza, que nada impida que uno esté listo para la acción, que impere la justicia o la verdad (cf. Lc 12,35; Sal 18,39; Is 11,15; Ef 6,24).

Encima de la túnica interior se llevaba un palio, especie de chaleco sin mangas; podía ser hecho de pelo de cabra o camello; los más pobres empleaban arpillera.

La vestimenta se completaba con el manto, túnica exterior o capa larga. Este manto estaba hecho de lana o pelo de cabra; en ocasiones de algodón. Se usaba aún con altas temperaturas porque se decía que si protege del frío, servirá también para proteger del calor (2 Re 2,8-13; Dn 3,21).

Las mujeres usaban túnica y palio, y debían llevar el cabello cubierto con un velo.

Con respecto al vestido de novia, como en todo Oriente hasta la actualidad, no era blanco como acostumbramos en nuestra cultura, sino de colores brillantes y con vivos adornos (ver en la foto un traje típico de novia palestina).

(Bibilografía: Itinerario bíblico II, Ricardo Pietrantonio, Ed. La Aurora)

La mujer revestida de sol

Y apareció en el cielo un gran signo: una mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. (Ap 12,1-2)

Esta mujer aparece resplandeciente  en medio del cielo. Está revestida del sol. ¿Quién puede hacer un vestido con la luz del sol? Solamente Dios. Ella ha sido revestida por Dios con toda la luminosidad.
A sus pies tiene la luna. En todas las culturas, la luna se asocia con las mujeres, ya que tanto las mujeres como la luna completan un ciclo de veintiocho días.
Lleva una corona de doce estrellas. A lo largo de la Biblia, muchas veces las estrellas simbolizan a los creyentes (Dn 12,3) o también a las comunidades (Ap 1,20). Aquí se trata de doce estrellas, que pueden simbolizar a las doce tribus y a los doce apóstoles.

Esta mujer, revestida de sol, que está a punto de dar a luz, puede simbolizar al pueblo de Dios, a esa comunidad “hija de Sión” a la cual se dirigieron los profetas (Is 26, 16-17; 66,7-9;  Sof 3; Jer 31).
Al aparecer como “mujer” en oposición al “dragón”, también evoca las figuras de Eva y la serpiente en el Edén. Así, la mujer representaría a toda la humanidad. Cuando, en el Edén,  el varón y la mujer se dieron cuenta de que estaban desnudos, Dios les hizo unas túnicas de pieles y los vistió (Gen 3,21). Ahora, la mujer renovada ya no viste un rústico cuero de animal, sino que está revestida de sol por el mismo Dios.

María, la mujer, es prototipo de la comunidad de fe. Por eso, la tradición católica también ha visto en esta mujer revestida de sol, que encarna al pueblo creyente, la figura de María.

Además de la mujer revestida de sol, en el libro del Apocalipsis aparecen en numerosas ocasiones los santos, los salvados, que llevan vestiduras blancas (el blanco es el color de la victoria y de la eternidad):

Alrededor del que estaba sentado en el trono había otros veinticuatro tronos, donde estaban sentados veinticuatro ancianos, con túnicas blancas y coronas de oro en la cabeza. (Ap 4,4)

Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente:
La salvación viene de nuestro Dios
que está sentado en el trono
y del Cordero.
¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas? Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero.  (Ap 7,9-14)

Contrariamente a lo que se acostumbraba en las bodas terrenales, en que se vestía  a las novias con colores vivos y brillantes, el Apocalipsis toma el simbolismo del color blanco (victoria y eternidad) para describir a la iglesia-esposa:

¡Aleluya!
Porque el Señor, nuestro Dios, el Todopoderoso, ha establecido su Reino.
Alegrémosnos, regocijémosnos y demos gloria a Dios,
porque han llegado las bodas del Cordero;
su esposa ya se ha preparado
y la han vestido con lino fino
de blancura resplandeciente.
El lino simboliza las buenas acciones de los santos. (Ap 19, 6-8)