En el fracaso, Dios ve una oportunidad

martes, 6 de noviembre de 2018
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06/11/18 – El Señor, a través del Evangelio del día, nos muestra que para Él no hay fracasos; y donde una historia se cierra, otra se abre. Desde la negación de los invitados a participar del banquete, el Padre amplía la mesa. Animate a dejarte impulsar por el amor para encontrarte con los que todavía no forman parte de tu mesa.

Catequesis en un minuto

En aquel tiempo: Uno de los invitados le dijo: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!”.
Jesús le respondió: “Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente.
A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: ‘Vengan, todo está preparado’.
Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes’.
El segundo dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes’.
Y un tercero respondió: ‘Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir’.
A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: ‘Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos’.
Volvió el sirviente y dijo: ‘Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar’.
El señor le respondió: ‘Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa.  Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena’.

Lc 14,15-24

El amor de Dios, la invitación de Dios, se extiende. a los pobres, a los abandonados, a los que nadie invita, a los que no poseen nada, a los que realmente tienen hambre, a los que no pueden invitarlo, a los que no pueden darle nada.

Dios no fracasa, porque siempre encuentra nuevas oportunidades de misericordia mayor, y su creatividad es inagotable. No fracasa porque siempre encuentra modos nuevos de llegar a los hombres y abrir más su gran casa. Debemos esforzarnos sobre todo por escuchar al Señor, en la oración, con una participación íntima en los sacramentos, aprendiendo los sentimientos de Dios en el rostro y en los sufrimientos de los hombres, para que así se nos contagie su alegría, su celo, su amor, y para mirar al mundo como él y desde él.

Catequesis completa