En la Biblia, compartir el manto es considerado un acto de justicia

miércoles, 21 de noviembre de 2018
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21/11/2018 – María Gloria Ladislao eligió el símbolo del manto como elemento para hablar este martes y comenzó diciendo que “en sus diversas formas, cada manto es una prenda universal. El material y adornos de que está hecho esta prenda de una sola pieza permite conocer el rango y nivel social de quien lo usa. Entre reyes y caballeros medievales el manto se llevaba prendido sobre el hombro derecho, para dejar libre ese brazo. Antiguamente, el broche para sujetar el manto se llamaba fíbula”. Ladislao agregó que “en tiempos de Jesús, el manto servía de abrigo porque estaba hecho de lana o pelo de cabra, o de algodón. Podía ser de color café oscuro, de diferentes tonos y con tiras blancuzcas perpendiculares; se usaba contra el viento y la lluvia y como cobertor por las noches. Aun con alta temperatura, este manto se utilizaba porque se creía que si protege contra el frío, sirve también para proteger contra el calor. En el mundo bíblico, los mantos color púrpura estaban reservados a las autoridades. El color púrpura era un signo de buena posición económica, ya que esta tintura se extraía de un molusco y era muy costoso obtenerla. En el libro del Apocalipsis, el manto púrpura representa al Imperio Romano, ya que ésta era la prenda que distinguía a los senadores romanos”.

La especialista indicó que “en la Biblia, los mantos de piel de animal simbolizan la vida sencilla, austera y rústica. Tal es el caso de los profetas Elías y Juan Bautista. Pero el manto puede ser signo de autoridad sacerdotal., o ser usados para rezar si está adornado con flecos. Es así que Jesús critica a los fariseos que alargan los flecos de sus mantos. Por otra parte, el manto de Cristo es signo de protección y sanación. En el capítulo 22 del Éxodo se dice que el manto del pobre es una prenda inembargable. A su vez, según predica Juan Bautista, compartir el manto es un acto de justicia”.

Ladislao expresó que “el profeta Elías transfiere el carisma profético a Eliseo, al dejarle su manto. Es que Eliseo no pide todo el espíritu profético de Elías, sino solo las dos terceras partes. Es decir, pide la herencia que correspondía por derecho al primogénito. De esta manera, Eliseo quiere ser reconocido como sucesor y heredero espiritual de Elías. Y este último manifiesta que él, por sí mismo, no podía hacer de Eliseo un profeta. En cambio, le indica el signo que le permitirá reconocerse como tal: si Eliseo logra verlo cuando el Señor lo aparte de su lado, habrá visto algo que está oculto al común de los hombres. Así tendrá la prueba de que Dios lo ha elegido para el ministerio profético”.