Encontrar en otros y en nosotros el rostro de Dios

jueves, 12 de mayo de 2011
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Sobrenaturalizar los vínculos en Dios
 

Lucas 1, 39-45

39 En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.

40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

41 Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,

42 exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

43 ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?

44 Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.

45 Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

 

Nos alegra el corazón el hermano, que es un don de Dios para mí. De esto se trata: ¿cómo encontrar en el otro el rostro escondido de Dios que viene a llenarnos el corazón de gozo y alegría con su sencilla visita fraterna?

Este Evangelio nos ofrece el grado de sobrenaturalidad con la que se establecen los vínculos desde una perspectivamariana. María e Isabel son testigos de esto. Sobrenaturalizar los vínculos supone entrar en una dimensión distinta en el trato fraterno. Y esto es posible cuando nos hacemos eco de la Palabra en la que Jesús nos dice que cada cosa que le hicimos a uno de los pequeños, al mismo Señor se lo hicimos.

A esto nos invita hoy la Palabra: a entrar con María en esta dimensión de descubrir al otro como una oportunidad, una bendición, una gracia. Significa entrar a la relación desde otro lugar, no desde los lugares ya conocidos, sino desde una dimensión donde al otro lo trae Dios de la mano.

Teresa de Jesús cuenta una experiencia mística: cuando comulgó, vio que el Señor lo traía de la mano al padre Gaspar (uno de sus acompañantes espirituales ) para que fuera él quien la acompañara en el camino. A esta experiencia de sobrenaturalidad podríamos nosotros traducirla para ver cómo Dios quiere que vivamos todos los momentos.

Si el que viene a saludarte o a reunirse con vos, aún cuando el encuentro sea duro, difícil, conflictivo, pudieras ver que te lo trae el Señor de la mano, ¿no te parece que las perspectivas del encuentropodrían cambiar radicalmente? Esto es lo que ocurre entre María e Isabel: ellas tienen una relación de sangre, son primas; y sin embargo el trato viene marcado por un cariz distinto: es la presencia del Señor en medio. Para poder vivir la sobrenaturalidad vincular hay que poner a Jesús en medio.

Experiencia de esto hacía habitualmente Juan XXIII: cuando se le complicaban mucho los asuntos entre sus manos, él decía voy a mandar a mi ángel de la guarda, para que hable con el ángel de la guarda de la persona con quien me voy a encontrar. Y lo hacía con espíritu de fe. Esto es vivir los vínculos en una dimensión distinta, en una clave distinta. Si no salimos de los lugares desde donde nos relacionamos, difícilmente encontraremos salida a lo que estamos buscando. Hace falta dar este salto de calidad relacional.

 

 

El gozo que produce la visita de María

Cuando María visitó a Isabel, le produjo un gozo enorme: Apenas me saludaste, el niño saltó de alegría en mi seno.

Nosotros solemos decir que hay gente que trae buena onda. Es más que eso, es más que positiva. Es un regalo de Dios que nos alegra el corazón. María tiene ese don, para con su prima y para todos los que Ella visita: alegra la vida.

La alegría es una condición mariana, y se debe a que está el Señor en el medio, el que alegra su vida: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.

Y decimos que canta, porque Lucas se inspira en el Libro de Samuel (2 Sam. 1, 14), donde está el texto correlativo a la Visitación. En Samuel aparece el Arca de Jerusalén, conducida por David hacia el lugar donde va a quedar establecida para siempre. Cuando David se encuentra ya en Jerusalén, danza, canta, baila frente al Arca, con una ropa muy liviana, casi desnudo, tiene este gesto de libertad interior con el que expresa su gozo de estar ante lo que porta la presencia de Dios. El Arca de la Alianza contiene dentro el testimonio de la ley, y esto es el corazón del vínculo entre Dios y su pueblo. Estaba puesto sobre unas tablas, pero es signo de una realidad que lo trasciende: es Dios que ha venido a establecer un vínculo de amor con su pueblo.

 

María es el Arca de la Nueva Alianza, porque Ella es portadora del Hijo de Dios que viene en su seno. Isabel reconoce esto; entre las dos se abrazan y seguramente bailan, gozan, disfrutan, celebran.

 

Celebrar la vida

 

Es necesario dar lugar a la celebración en nuestra vida; darse cuenta de que a los esfuerzos que se hacen para alcanzar objetivos y llevar adelante tareas y cumplir con metas, les corresponde un espaciocelebrativo.

¿Cómo celebrás las cosas que te resultan importantes? ¿Cómo celebrás el fin de semana, por ejemplo?

¿Por qué celebrar? Porque celebrar le da al alma aire, entusiasmo, fuerzas; le da la posibilidad de ponerse de pie para que lo que venga sea bienvenido y bien aceptado. Cuando es así, se desarman muchas artillerías que vienen contra nosotros para terminar con nuestro gozo.

 

Nada mejor que asumir el día con una sonrisa. Una de las reglas de salida, de escape de la desolación, es cantar, cantar y celebrar.

 

 

María nos ayuda con su alegría a sobrenaturalizar los vínculos
 

Para sobrenaturalizar los vínculos tenemos que estar en consuelo interior, acompañados por María. Esta presencia mariana de consuelo que recibe Isabel también nosotros la recibimos misteriosamente todos los días, a través de personas que forman parte de nuestra historia y que cuando se hacen presentes nos llenan el corazón de alegría. ¿Quiénes son esos visitantes marianos que se suman a tu camino con gozo y alegría, para ponerte en sintonía de consuelo, de sobrenaturalidad en las relaciones y en los vínculos?

 

 

Quédate con nosotros, Madre
 

 

Como los discípulos de Emaús, a María le decimos quédate con nosotros, Madre, como también lo hizo Isabel, quien lo hizo celebrando.

Este Hijo tuyo, que es carne de tu carne y hueso de tus huesos, que te alegra el corazón, nos alegra en Vos, María. Y queremos que Él también venga a impregnarnos de una dimensión de gracia distinta.

Le decimos sencillamente a María: ¿quiénes somos nosotros para que nos visites con tu ternura y nos acaricies el alma con tu presencia de Madre? ¿Quiénes somos nosotros para recibir este mensaje de paz y alegría?

María nos va a responder: son mis hijos, y a mis hijos los visito así. Si querés saber si estoy con vos, registrá cuanta alegría hay en tu corazón; porque allí donde hay alegría profunda y consuelo en el corazón, ahí estoy yo que soy la Madre. Así nos diría

Ella, de alguna manera.

Ella ha querido detener su mirada en la grandeza y en la paz y la alegría de Dios, el Salvador. Cuando nos visita, nos invita a enfocar la mirada también en ese sentido. Pongamos el corazón en María. dejémonos llevar y guiar por su modo de ver la realidad. Ella nos invita todos los días a vivir en clave suya, en clave mariana, con alegría.

Cuando uno se enfrenta a la vida, dice la vida es una lucha, un combate con uno mismo (como de hecho lo reconocemos cuando hacemos camino interior). En términos paulinos diríamos que la lucha es con la carne, que atenta contra la vida del espíritu. Pero una cosa es pelearla sonriendo, con buen ánimo, y otra cosa es hacerlo con el seño fruncido.

 

María es la que sale a nuestro encuentro. Ahora ya no visita a Isabel, sino a nosotros, con este mensaje: alégrense conmigo. Pablo se lo decía a sus discípulos cuando estaba en medio del combate y la lucha, en la cárcel: alégrense en el Señor, se lo vuelvo a repetir, alégrense.

 

¿Cómo se sale en la vida de algunos lugares conflictivos, enredados, marcados por enfrentamientos? Un buen ejemplo es la película La vida es bella, en la que un padre le pinta una realidad distinta a su hijo para que no viva el drama del campo de concentración. No digo que nos evadamos de la realidad, sino que con un corazón como el de ese padre, podamos encontrar los costados risueños, alegres, bellos, aún en el medio del drama.

Hay gente que sabe despertar una sonrisa en el medio del drama. Visitas que nos llenen el corazón de alegría. Con esas visitas nos queremos vincular. Y actitud de sumarnos, desde lo profundo del corazón, a esos caminos de pintar al mundo como La vida es bella, con el costado que mejor tiene en medio del drama.

María nos invita a que afrontemos la vida de todos los días, con sus bellos y hermosos desafíos, peleándola con un alma llena de gozo y de sonrisas. Allí nos conduce la presencia mariana.

 

Padre Javier Soteras