02/09/2025 – ENDEPA cumple 45 años caminando junto a los pueblos indígenas y, en ese recorrido, ha tejido una historia que no solo pertenece a las comunidades originarias, sino que desnuda los mecanismos de exclusión y despojo que persisten en la Argentina. Como afirma su coordinador nacional, Rodolfo Fernández: “El mayor desafío siempre es el territorio para los pueblos indígenas. Ellos sin el territorio no existen”. Esta sentencia ilumina la raíz del conflicto: mientras la lógica económica dominante ve en un árbol “dinero”, las comunidades ven un ser vivo, parte de una trama que sostiene la vida.
El contraste es brutal. Fernández recuerda que, desde antes de la conformación del Estado argentino, los pueblos eran dueños de estas tierras. Sin embargo, la historia oficial —con campañas militares, matanzas y despojos— consolidó un modelo que aún hoy repite su violencia en clave económica: “Estamos viendo atropellos, vulneración de derechos, y acompañamos esas luchas fuertemente”. La minería del litio en Jujuy, la extracción de madera en Misiones, el avance petrolero en el sur: distintos rostros de la misma lógica extractivista que reduce la tierra a mercancía y el futuro a negocio.
La crítica se vuelve más aguda cuando Fernández subraya el sesgo cultural que acompaña a estas estructuras. “El sistema educativo oficial no nos enseña realmente lo que son los pueblos indígenas”, denuncia. La escuela, dice, nos formó con prejuicios que los mostraban como vagos o sucios, invisibilizando su existencia presente. Esa omisión no es ingenua: responde a un proyecto de país que se construyó negando a quienes preexistían al Estado y legitimando su despojo.
Pero ENDEPA no se detuvo en la denuncia. En 1994 acompañó la lucha que logró incluir en la Constitución Nacional el reconocimiento de los pueblos indígenas. “Fue una conquista histórica”, señala Fernández, aunque advierte que la letra de la ley no siempre se cumple. La distancia entre la norma y la realidad revela otra grieta: un Estado que, mientras reconoce derechos en los papeles, sostiene políticas que los contradicen en el terreno. Una vez más, las estructuras sociales y jurídicas quedan tensionadas por los intereses económicos.
En este marco, la espiritualidad indígena aparece como una alternativa radical frente al paradigma del consumo y la acumulación. “Ellos nos enseñan otra forma de entender la vida”, dice Fernández, recordando que su relación con la tierra no es de explotación sino de reciprocidad. Esta mirada, incomprendida muchas veces incluso dentro de la Iglesia, es hoy un aporte indispensable en tiempos de crisis climática y colapso ambiental. Como subraya el propio Fernández: “Nos enriquecemos con ellos respetando su cultura”.
El Anuario 2024-2025 de ENDEPA recoge estas luchas, voces y experiencias. Más que una publicación, es un espejo que devuelve la pregunta incómoda: ¿qué modelo de país sostenemos cuando el litio, la soja o el petróleo pesan más que los derechos humanos y el cuidado de la casa común? ENDEPA nos recuerda que los pueblos indígenas no son un vestigio del pasado, sino una presencia viva que interpela. Y quizá, como señala Fernández, “ellos son los que nos hacen mejores seres humanos”.
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