09/03/2021 – En el ciclo “Renacer a la esperanza”, Carlos Barrio y Lipperheide, integrande del Movimiento de Schoenstatt, habló del tema de la limosna. “Esta es una palabra un tanto antigua, que poco se usa hoy. Pero detrás del concepto cuaresmal de la práctica de la limosna hay verdades muy profundas. Yo creo que la limosna se resume en las obras de misericordia que desde siempre ha catequizado la Iglesia. En el año de la Misericordia, entre el 2015 y el 2016, el papa Francisco nos invitó a que reflexionemos sobre las obras de misericordia, las corporales y las espirituales. Son 14 en total. Y el ayuno y la oración tienen mucho que ver con la limosna, y con las obras de misericordia en definitiva”, manifestó el abogado y escritor.
“Si no tengo amor, de nada me sirve, dice san Pablo. Y es que tienen que estar integradas la oración, el ayuno y la limosna”, remarcó Barrio. “Fue impresionante el viaje apostólico del papa Francisco a Irak del pasado fin de semana. Francisco se atrevió a ir, a recorrer este país marcado por la guerra y ahora por la pandemia. Y sus gestos y palabras llevaron esperanza, amor y reconciliación”, dijo el especialista. “En las obras de misericordia tenemos siete que son corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, redimir al cautivo y enterrar a los muertos. Tenemos que redescubrir estas obras, no solo las materiales, sino también las espirituales. En ellas hay una riqueza espiritual enorme”, expresó.
“En nuestro país donde casi la mitad de la población está sumida en la pobreza, por eso este tema cobra especial importancia. A veces no nos damos cuenta que estamos recibiendo misericordia de otros, no siempre misericordiamos nosotros a los otros. Francisco es un apóstol de la unidad, buscar unir y nunca separar. Visitó a cristianos en medio shiitas, sunitas y kurdos, en medio del casi permanente conflicto en Iraq. Este viaje significa un paso hacia adelante en la búsqueda de la paz mundial. ¿Yo soy hogar para otros o genero distancia, soy cálido o frío para los demás en el ámbito laboral? Esta puede ser una pregunta apropiada para que quienes quieren “dar posada”, quienes quieren acoger a los demás”, resaltó Barrio.
Por último, compartió esta oración:
Señor, llego en este día hasta vos,
cargando el peso de mi humanidad,
con mis incapacidades y virtudes,
mis pecados y mis logros.
Vengo a ofrecerte
las obras de misericordia corporales
que he llevado a cabo en mi vida.
Tómalas en tus manos de Padre amoroso,
lleno de ternura y transfórmalas
en mi pequeña ofrenda.
Te ofrezco las veces que supe dar de comer
y beber a los hambrientos y sedientos
que pusiste en mi camino.
Ojalá los haya aliviado.
¿Estuve distraído alguna vez
cuando pasaron a mi lado?
Te agradezco las veces que supe recibir
de otros el alimento y la bebida,
material y espiritual.
Ojalá haya visto y sentido
el gesto que ellos tuvieron.
Enséñame Señor a descubrir las mil formas distintas
en las que puedo colaborar
para saciar el hambre y la sed del hombre.
¿Qué más puedo hacer?
¿Cómo puedo colaborar de alguna forma
que aún no he descubierto?
¿Sé recibir el alimento
que otros tienen para ofrecerme?
¿Sé distinguir los distintos alimentos
que me ofrecen?
Enséñame a estar despierto y agradecido.
Te ofrezco Señor también la ropa
que sobra en mis armarios y otros necesitan para cobijarse.
Que no la olvide. ¡Transfórmala en más vida!
Te entrego mi casa para que sea un lugar abierto,
en el que quepan todos
que a nadie excluya
y todos se sientan cobijados y cercanos.
Te entrego Señor el dolor de las personas enfermas
por las que estoy rezando.
Que ellas sean una ofrenda
que sane mi corazón y el de tantos enfermos.
Que no se sientan solos en medio del aislamiento
que les ha impuesto el Covid.
Estate Señor cerca de ellos
sanando sus dolores de cuerpo y alma.
Y que junto a la comunidad de orantes
elevemos nuestra solidaridad suplicante
por sus sufrimientos.
Que no deje Señor de visitar
a quienes están presos de alguna forma.
Libéralos de sus enojos, frustraciones y desamparos.
Dame tu fuerza para llegar a ellos.
Finalmente Señor, te pido que me enseñes
a enterrar todo aquello que está muerto
y me lleva a la nada.
Que entierre mi rencor, mis deseos de revancha
y de exagerada justicia.
Que entierre mi hombre viejo
para que surja lo nuevo que da vida
y nos invita a renovar el mundo.
Que María, madre de la esperanza
y de las nuevas playas,
me lleve de su mano mar adentro,
y sea instrumento de transformación
para recibir al Sol que nace de lo alto.
Amén.
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