Es tiempo de volver a Dios

miércoles, 12 de agosto de 2009
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Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.12-14.

"En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños".

 
Jesús ve en los niños rasgos y actitudes esenciales para alcanzar el Cielo. Como primer punto de nuestra catequesis compartimos:
 

1. Vivir el momento presente

El niño vive con plenitud el presente y nada más; la enfermedad de los adultos es vivir con excesiva inquietud por el mañana, dejando vacío el hoy, que es lo que debe vivir con toda intensidad.

Van Thuan nos ha dejado un testimonio desde su prisión de cómo vivir el momento presente.

“Cuando era trasladado para ser arrestado, durante el trayecto de 450 km que me lleva al lugar de mi residencia obligatoria, vinieron a mi mente muchos pensamientos confusos: tristezas, abandono, cansancio, después de tres meses de tensiones… Pero en mi mente surge claramente una palabra que disipa toda oscuridad, la palabra que Mons. John Walsh, obispo misionero en China, pronunció cuando fue liberado después de doce años de cautiverio: “He pasado la mitad de mi vida esperando”. Es una gran verdad: todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí: “Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor”.

No es una inspiración improvisada, sino una convicción que he madurado durante toda la vida. Si me paso el tiempo esperando quizá las cosas que espero nunca lleguen.

 “Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor.

Una vez, la Madre Teresa de Calcuta me escribió: “Lo importante no es el número de acciones que hagamos, sino la intensidad del amor que ponemos en cada acción”.

¿Cómo llegar a esta intensidad de amor en el momento presente? Pienso que debo vivir cada día, cada minuto, como el último de mi vida. Dejar todo lo que es accesorio, concentrarme sólo en lo esencial. Cada palabra, cada gesto, cada conversación telefónica, cada decisión es la cosa más bella de mi vida; reservo para todos mi amor, mi sonrisa; tengo miedo de perder un segundo viviendo sin sentido… “

 Para vos el momento más bello es el momento presente. Vívelo en la plenitud del amor de Dios. Tu vida será maravillosamente bella si es como un cristal formado por millones de esos momentos.