Escritura terapéutica

viernes, 19 de marzo de 2010
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Parecería que escribir sobre nuestros pensamientos y emociones nos hace bien, nos ayuda a superar nuestros dolores y mejora nuestra calidad de vida

 

                Muchas escritoras famosas comenzaron a escribir  justamente a modo de encontrar un remedio, un consuelo a situaciones difíciles. Isabel Allende durante la enfermedad de su hija Paula, escribe un libro muy maravilloso en el que vuelca toda su angustia, toda su tensión por la muerte de su hija De esta manera comenzó a calmar el dolor sin lo cual, como ella misma lo dice, se hubiera vuelto loca.

            Algo parecido sucedió con la actriz María Valenzuela: empezó a tomar nota de cada uno de los pasos y cada uno de los momentos de su peligrosísima enfermedad

            Ni hablar del Diario de Ana Frank, que es también hoy para nosotros una forma de comenzar a recorrer los vericuetos de nuestra propia alma

 

            Como se verá, en muchos casos –y ¡quien así no lo ha vivido!- si no en algún lugar escribiendo algunas palabras en las servilletas de un café, o escribiendo algunas palabras en un momento muy difícil o en un momento muy gozoso de la vida. Es que el acto de tomar nota de los sentimientos y las experiencias, parece que mejora nuestra calidad de vida, nos ayuda a superar los dolores y muchas otras cosas más.

 

GL: ¿por qué y de qué manera la escritura tiene estos efectos terapéuticos en la vida de las personas, en su afectividad? Por experiencias propias o por lecturas que hayas hecho ¿qué testimonios te parecen más impactantes a las consecuencias del escribir en el alma de las personas?

 

MB: Eduardo Esteban, autor de la película “Iluminados por el fuego”, es un veterano de Malvinas. Después de varios años, cuando ya pudo sentarse frente a un papel en blanco, crea esa ficción en función de lo que había padecido en la guerra. Está corroborado científicamente que las personas no pueden escribir las situaciones de horror como pueden ser las guerras, los genocidios, las torturas, las situaciones más difíciles, más límite de la vida, apenas pasadas estas. Necesitan el paso del tiempo para poder volver a encontrarse con esa situación. Eduardo Esteban, si bien él escribía desde allá cartas a su madre, necesitó 10 años para poder escribir el guión de esta película.

            He recogido también testimonios de sujetos que estuvieron en situación de tortura y cárceles por razones políticas. Por ej. Una persona uruguaya que a los 18 años, su deseo de adolescente era en ese momento ser matemático. Por razones de militancia política estuvo 15 años preso, y en la cárcel descubrió la escritura y eso fue lo que le permitió no enloquecerse. El momento en que él –Carlos- se transforma en escritor no es cualquier momento. No es que la situación traumática era la cárcel, sino que él, a partir del suicidio de su papá que ocurre en el afuera y de quien él no se puede despedir. Actualmente él es dramaturgo. Fue director de cultura en Uruguay, es actualmente una persona con altísimo nivel cultural, y la escritura lo ayudó a salir adelante.

 

            Tengo escrito un trabajo sobre el último escrito de un sobreviviente del holocausto judío (Primo Levi), que era doctor en química, se transforma en escritor y su último libro es “Salvados y hundidos”, escrito un año antes de su suicidio. El trabajo que yo hago sobre ese libro es sobre el uso de las palabras que están asociadas a sentimientos negativos que aparecen en ese libro.

 

GL: Vos decís que en el momento cuando se está frente al horror, creo que uno enmudece, ya no salen las palabras. No se puede escribir porque ni siquiera se puede nombrar. Es el tiempo el que tiene que pasar lamiendo esas heridas para que las palabras en el sentir el escritor puedan ser un pálido reflejo del horror que se ha vivido

Que uno no encuentre palabras para expresar lo que siente, ¡qué parálisis interior! Pero hay otros que justamente encuentran en las palabras el calmante

 

MB: Hay un concepto en psicología, el concepto de resiliencia, que está asociado a lo que es cuento terapéutico. El cuento terapéutico como intervención, favorece los resortes de resiliencia de los sujetos, es decir, frente a las situaciones más dolorosas las personas pueden no solo enfrentarlas sino además salir fortalecidos de esa situación.           

            Hay mucha gente que no sabe de los beneficios terapéuticos de la escritura en esas situaciones, y por eso llegan a situaciones de enfermedades, de suicidios. Este tipo de estrategias o de pedidos de ayuda tienen por otro lado el beneficio de no ser terapias a largo plazo, y tener bajo costo.

 

 

 

 

 

 

 ‘ESTÁ ESCRITO’

Hoy volví a leer  en  tus ojos y en tu corazón

Y en la línea divisoria de la eternidad

 

Hoy volví a leer tu nombre en el cuadro que aun no se pintar

Y en el libro de mi vida se escribió tu nombre en sangre

 

Esta escrito que tu serías para mi

Esta escrito mi fábula real

Como te digo que Dios te puso en mi destino

 

Hoy volví a leer tu nombre

En el pino de una nube blanca

Y el vapor en el espejo dibujo tu nombre a fuego

 

Esta escrito que tu serias para mi

Esta escrito mi fábula real

Como te digo que Dios te puso en mi destino

 

Ves, ves, aun yo sigo aquí

Pidiéndote perdón por amarte tanto

 

Esta escrito que tu serias para mi

Esta escrito mi fábula real

Como te digo que Dios te puso en mi destino

Ricardo Montaner

           

GL: Hay un vínculo casi natural, espontáneo, necesario entre el ser humano y sus vivencias y la necesidad de expresión, de volcar esas vivencias en un símbolo que puede ser la palabra, el dibujo, una huella. Creo este debe ser el caso de las manos en la famosa “cueva” que  tenemos en nuestro país, donde hay manos en “positivo” y en “negativo”: unas pintadas y otras en blanco, sombreadas por alrededor. Manos de hombres y de mujeres, manos de niños…¿qué nos habrán querido decir? Algo así debe ser lo que se pone en juego cuando escribimos.

            : Nos gustaría conocer algunos caminos para iniciarnos en este camino terapéutico: cómo y por dónde comenzar, qué hay que tener en cuenta para que la escritura sea terapéutica y qué cosas hay que evitar.

 

MB: Una de las últimas investigaciones que tienen que ver con los atentados en Estados Unidos y en España. Cruzando los datos  de cómo reaccionaron las poblaciones americana y española  en esas situaciones de terrorismo a través de la escritura. Los datos demostraron que había situaciones de depresión y ansiedad similares, pero al ser culturas distintas lo diferente es que mientras en Estados Unidos se utilizaba más la primera persona, en las poblaciones españolas se utilizaba más el tú o la tercera personas.

            Posterior al atentado de las Torres Gemelas se registraron después la mayor cantidad de nacimientos. En relación al tema de las manos, se me ocurrió pensar el tema de la sombra y la luz, que siempre y a pesar de todo, triunfa la vida.

 

GL: Y me contaba el guía con quien hice la excursión a ese lugar, que por ese entonces las circunstancias de sobrevivencia en aquellos lugares habían sido bastante críticas. Se me ocurre que el mensaje de las manos es “sobrevivimos porque estamos juntos”. Es la comunidad, la tribu lo que nos salva. Es decir, también está presente el tema de la solidaridad

 

MB: uno de los tantos disparadores que puedo llegar a utilizar cuando doy clases, es uno que me llegó a mis manos después de la inundación de Santa Fe. Allí un seños escribió un poema bellísimo “Yo pensaba…ahora pienso…” Eso es escritura terapéutica.

            La idea de la escritura y el cuento tiene tres patas: una es la clínica en sí: cómo ayudar a cada persona ante una situación en particular. La otra es el área de la prevención. Y la tercera es el área de la investigación.

            Hay situaciones que no necesariamente son extremas en el sentido de la vida y la muerte. Por ejemplo, está demostrado en personas que se quedan sin trabajo, que las que acuden a la escritura terapéutica están más preparadas para insertarse laboralmente de aquellos que no la utilizan.  Otra situación: alumnos que ante situaciones de stres por ejemplo frente a  un examen se paralizan o se olvidan lo que habían estudiado: aquellos que utilizan la escritura terapéutica previo al examen mejoran su rendimiento.

 

            En escritura terapéutica, hay una parte que se puede hacer solo, otra que necesita ayuda. Aquella persona que no es altamente depresiva, que puede conectarse con sus sentimientos positivos y negativos, que no tiene dificultades en sentir, puede tener su diario íntimo, su ‘borrador’ donde volcar sus sentimientos y eso la ayuda. Para otros casos de situaciones más complejas se requiere la ayuda de alguien formado para esto. Por ejemplo, un paciente que tiene que enfrentarse a una situación orgánica complicada, necesita de una ayuda precisa y en un momento oportuno. Esta ayuda puede ser el cuento terapéutico, pero para usarlo debe ser con la ayuda de un profesional que sepa cómo usarlo

 

 

GL: en el caso de personas coléricas, que se irritan y gritan con mucha facilidad ¿qué puede hacer en relación a la escritura terapéutica?

 

MB: es saludable volcar esos enojos, esas broncas en el papel

 

GL: a la hora de volcar esos enojos en el papel aparecen supuestamente pudores

 

MB: lo ideal sería que pueda dar vuelta ese aspecto negativo en positivo. Eso significa poder entender la bronca y pasar a una situación donde uno se sienta alegre. Puede insultar en el papel. Previo a presentar mi tesis de doctorado tuve un problema con una autoridad muy alta de la universidad que me maltrató. Al día siguiente estaba invitada a un hospital a exponer mi trabajo frente a un grupo de médicos y terapeutas del hospital. Cuando me levanté esa mañana había somatizado la situación mediante una urticaria en todo el cuerpo. Tomé en ese momento un blok de hojas y comencé a escribir el nombre de esta persona y al lado una mala palabra. Luego fui rompiendo todos los papeles, los tiré al tacho de basura, me fui aún con la urticaria, y cuando llegué al hospital no tenía nada. Entregué mi tesis y ahí descubrí que lo que iba a entregar era tal cual, tenía valor científico.

 

GL: ¿y si esos papeles en lugar de ir al tacho de basura fueran al destinatario?

 

MB: no, porque el valor central de la escritura terapéutica es el anonimato. Las personas pueden relatar hasta abusos sexuales infantiles que no relataron jamás a nadie ni siquiera en una terapia oral, porque saben que no los va a leer nadie. Se rompen las barreras represivas que pueda haber entre lo ‘vivido’ y lo ‘decible’ y finalmente podemos asumir las cosas. Si después la persona quiere leérselo al destinatario, es tema personal. Yo no lo aconsejo.

            El cuento terapéutico que es lo que yo utilizo, demuestra que la persona puede incrementar aún más su bienestar psicológico cuando lo pueden implementar. El cuento terapéutico es el que una persona escribe desde la situación más dolorosa que vivió, y esa persona no es ‘yo’ sino el personaje que ella inventa, y tiene un final positivo resolutivo al conflicto, es decir, que es el que le hace dar vuelta la situación traumática y es lo que hace que la persona mejore especialmente su salud mental, pero además está demostrado que dentro de los síntomas físicos, los sujetos asmáticos son los que más mejoran. Lo que hace el cuento es perdonar a los que nos dañaron, de ahí que digo no enviar los papelitos al destinatario.

 

GL: Según lo que vos dijiste, lo del anonimato, la persona no está escribiéndole a alguien, o está escribiéndole a alguien imaginario.

 

MB: en principio, creo que es importante discriminar dos áreas que no son iguales: una cuestión es la situación que los científicos realizamos cuando hacemos experimentos a nivel de laboratorio para evaluar datos a nivel estadístico. En ese caso, sí o sí el anonimato. Ahora, dentro del área clínica, si es un paciente tuyo y escribe un cuento terapéutico ¿te lo lee o nó en la sesión?. La consigna es siempre la misma: sabe que no lo tiene que leer a nadie. Lo que generalmente sucede es que la persona termina de escribir su cuento y por el vínculo que establece con el terapeuta termine leyéndolo en la sesión. Y ese es un paso importante en la persona que lo escribió.

 

Participan los oyentes:

          Tengo miedo cuando estoy frente a la profe cuando voy a rendir ¿qué puedo hacer?

MB: la idea sería poder llevar adelante en un cuaderno, previo al día de examen, poder escribir todas las situaciones dolorosas de esos días sin pensar en el examen ni en las profesoras. Poder conectarse con sus propios sentimientos, de la manera más espontánea posible, porque la profesora es una situación eventual en la vida. Tiene que ser lo que sale y como sale, no importa ni la sintaxis ni la ortografía. Esto hace bien porque la escritura, desde el punto de vista de las artes es la que tiene más soporte científico, más fuerza. Tiene que ver por un lado, con el desarrollo de los hemisferios derecho e izquierdo: cuando uno piensa necesita parar, detenerse, y esa situación hace que la persona tenga que volver a buscar un equilibrio. Además el pensamiento hacer organizarnos.  La persona, ante el rendir en un examen, está desorganizada por esa situación de tensión, y lo que hace el escribir es organizarnos nuevamente

 

          Siempre usé la escritura como terapia. Hace un tiempo recaí en una depresión y estoy como bloqueado. La escritura no sale y me cuesta con mi terapeuta tocar ciertos temas. Es dolor que no sale ¿qué me aconseja hacer?

MB: Son casos que requieren ayuda específica de trabajo conjunto del terapeuta tradicional con el especializado en escritura terapéutica

 

          Me quedé sola con 6 hijos. A la noche cuando me quedaba sola escribía todo lo que iba viviendo. Hoy puedo mostrar mi historia a mis hijos. Entonces demuestro todo el gran amor que Dios me tenía como si fuera una hija predilecta. El fue mi mejor psicólogo.

MB: Esa es una persona que tiene ese recurso que es la resiliencia y que lo pone en acción en el momento preciso y no necesitan ningún tipo de terapia y logran salir adelante solas

 

 

 

 

Entrevista a Cristina Loza, escritora. TE: 4893427 o 155327077 autora de “El revés de las lágrimas” , “La hora del lobo”,  “Mala sangre”.

 

GL: Entiendo hubo una situación muy dramática en tu vida que te llevó a encontrar en la escritura una forma de calmar tu dolor.

 

CL: En el 2000 entré en una  depresión muy profunda por una situación muy grave de familia, y mi psiquiatra ma dijo que buscara un espacio y un taller de escritura. Me arrastraba cada semana a ese lugar buscando aceptar la situación que estaba pasando y creyendo en el profesional que me enviaba, creyendo que esa era una herramienta para salir adelante. El disparador era un cuento y había que tomar la voz de un niño o una niña. Tomé la voz de la niña, que no me dejó hasta que terminé la primera novela que fue “Mala sangre”. Tarde tras tarde yo me la pasaba ‘enderezando’ ese ‘ropero emocional’ que tenemos lleno de cajas de fotos, que tienen manchas de humedad, que están oscuras, y que por un tiempo decimos ‘está bien, eso ya pasó, es pasado’ y no arreglamos ese ropero. En algún momento hay que abrir esa puerta de ese ropero y dejar que los rayos del sol entren y volver a acomodarlo para poder seguir. Si no, no podemos seguir, porque la mochila es muy pesada.

 

GL: ¿y cómo se hace a través de la escritura hacer que el sol entre ahí? Porque a veces uno no sabe cómo hacer para oxigenar eso, y a veces da mucho miedo porque es la sensación de que un torbellino nos va a ir hundiendo cada vez más si nos conectamos con todos los sentimientos negativos.

 

CL: en realidad es más grande el miedo al miedo. Según mi experiencia personal –vos sabés que yo tengo el ‘club de la cicatriz’-, siempre pensamos que lo que a nosotros nos pasa es lo peor que puede ocurrirle al ser humano. Cuando nos hermanamos en un grupo y compartimos y nos damos cuenta del otro, sentimos la sensación de pertenencia a un grupo, a un ‘club’. Yo tengo en mi taller un hombre cuadriplégico. Un día le dije: ‘sos ni mas ni menos que un hombre quieto’. Eso fue suficiente para que él renaciera a la alegría. Había vuelto a recuperar la dignidad de poder decir ‘yo sigo siendo un hombre’. Ni bien escuchó eso, se fue al estudio donde hay una computadora con un programa para voz, le dicta y después viene y comparte lo que ha escrito. Ese fue un desafío para nosotros. Y así, todos los años hay experiencias distintas de cómo la escritura es terapéutica.

            Yo tengo la ventaja de ser psiquiatra y eso me da la base de la facultad de medicina que nos avala porque hemos conocido el dolor muy de cerca. La persona que toca ese músculo agarrotado, esas vértebras duras, esas parálisis, luego lo que se hace con el cuento es tocar el espíritu.

 

            Por otra parte, el talento para escribir uno lo tiene que tener alimentado con años y años de lectura. Pero la vida me había llevado por otros caminos, y cuando el cáncer entró a la casa toda la vida cambió. Ahí aprendí que “a la pena hay que entretenerla”, hay que tener motivos todos los días para levantarse y buscar mientras pasa el tiempo. El tiempo hace maravillas con nuestro espíritu. Mientras tanto, el día a día, hay que vivirlo trabajando.

 

            ¿Por qué la maravilla de la escritura? Yo tomo fragmentos de escritores, algo que me llamó la atención en el diario. A partir de ahí se dispara el tema, se charla eso, se comparte y después se escribe. Un día por ejemplo les dije: ¿en que nos parecemos, o en qué recuerdan ustedes que se parecen a sus padres? Y yo les daba un ejemplo. Cuando yo estoy por tirar la cáscara del queso de rallar le saco la última rebanadita finita, me la como mirando por la ventana, y ahí está mi mamá, porque ella tiene ese gesto de inmigrante. Entonces esa tarde, cada uno de los integrantes se encontró, y se encontró para el perdón. La escritura tiene la maravilla de poder cambiar las historias feas, porque se vuelve a contar, pero se escribe un final distinto.

            Cuando aparece la pérdida, el duelo, por ejemplo, yo nunca doy una técnica que yo no haya vivido en carne propia. Por ejemplo, cuando yo sufrí la perdida de mi marido hubo toda una idealización (que en estos casos es muy frecuente), pero a la vez yo no podía sacar de mi cabeza la imagen agónica de los últimos días. Entonces empecé con un álbum de fotografías a mirarlo en situaciones de alegría, hasta que la imagen agónica fue quedando cada vez mas atrás porque las otras imágenes ocupaban ese lugar. No es que uno se olvida del ser querido sino que aprende a “resignificar el dolor” para que el pasado no duela

 

            Hay casos de problemas muy severos, donde la persona está muy bloqueada y no puede ni siquiera escribir para ir resignificando el dolor que le ha provocado un trauma. En esos casos la escritura solitaria es casi imposible, y necesitaría el acompañamiento del profesional que lo esté tratando en la inclusión a los talleres. A veces, se suele decir en personas depresivas, por ejemplo, que no tiene voluntad, que no quieren salir de su situación. Pero hay momentos en que ‘necesitamos voluntad prestada’ porque en el grupo hay una ‘energía plus’. Esas almas que están en el grupo con tanta avidez, necesidad de afecto y de contención, con todo ese dolor acumulado que tratamos de que no sea una tarde de catarsis donde uno comienza a contar todas sus penas y el otro escucha. Es compartir, interactuar, y el otro al ver lo que le está pasando, uno puede ver que hay problemas grandes, medianos y pequeños y que hay que saber diferenciarlos. La escritura hace eso: