26/10/2018 – El Padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita, comenzó su reflexión diciendo que “Para cambiar el mundo hay que cambiar el corazón, pero para eso hay que entrar al propio corazón”, invitándonos de esta forma a volver a nuestra interioridad.
En consecuencia, citó lo que decía San Agustín: <Yo te buscaba afuera y no te encontré , entré dentro de mí y allí te encontré, tu estabas en lo más íntimo de mi propia intimidad, gritaste y rompiste mi sordera>. “Y agrega aquello tan lindo -dijo- <Tú estabas conmigo pero yo no estaba contigo>”.
Por otro lado, expresó que “El saber escuchar los latidos del corazón nos llevará a escuchar las heridas y los propios dolores, escuchar los latidos del corazón para saber donde me encuentro, donde estoy, quién soy”. Y agregó “En la medida que escuchemos podremos revisar rumbos”.
Citó además a Telechea, quien hablaba de que hay una espeleología del alma:
<De todos los viajes que un hombre tiene obligación de hacer, el más importante es sin duda, el que nos conduce al interior de nuestro corazón. Un viaje a la vez corto y larguísimo. Un viaje que es fácil y dificilísimo, cómodo y arriesgado, porque hay pocas cimas más profundas y oscuras que las de nuestra propia alma. Por eso la mayoría de los humanos a veces preferimos resbalarnos de la vida, antes que atrevernos a descubrir quienes somos verdaderamente. Por lo tanto este es el desafío: dar un giro a la propia existencia y redimirse a sí mismo, rescatando las parcelas intactas de uno mismo>.
Finalmente, el sacerdote jesuita, Padre Ángel, contó un cuento sobre un grupo de diablillos que se juntaron con el objetivo de quitarle al hombre la felicidad. Llegaron a la conclusión que si escondían la felicidad en su interior, estarían tan ocupados buscándola afuera, que nunca la encontrarían. Desde entonces, el hombre se pasa buscando la felicidad. sin saber, que la trae consigo”, describió.
En síntesis, el Padre Ángel sostuvo que “tenemos en este camino de interioridad, el desafío de entrar dentro del propio corazón, escuchar los latidos del espíritu, escucharse a uno mismo, para poder dar una respuesta a este mundo que nos toca vivir”, concluyó.
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