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Espiritualidad de la flaqueza
martes, 8 de agosto de 2006
Y precisamente para que no me pusiera orgulloso después de tan extraordinarias revelaciones, me fue clavado en la carne un aguijón, verdadero delegado de Satanás, cuyas bofetadas me guardan de todo orgullo. Tres veces rogué al Señor que lo alejara de mí, pero me dijo: “Te basta mi gracia, mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad.
2 Corintios 12, 7 – 8
Según Andre Louf el camino hacia Dios pasa siempre por la experiencia de la propia nada, esta es la experiencia de Pablo, él siente en su carne un aguijón clavado para que no se enorgullezca, para que pueda hacer el proceso terapéutico, de sanidad interior que es calmar la omnipotencia, en el momento en que yo no puedo mas, cuando todo se me ha ido de las manos y lo único cierto que me queda es la constatación de mi fracaso es el momento en el que el único remedio que puede rescatarme es ponerme en las manos de Dios y dejar que sea Él el que me rescate, a mí me toca ponerme en sus manos, abrir bien las manos y presentarlas delante de Él y decirle aquí está mi vida, este soy yo, hasta aquí llego y se que con vos puedo mucho más que solo, hasta aquí me han dado las fuerzas para seguirte, con las fuerzas que pusiste en mi corazón, ahora espero un tiempo nuevo. La experiencia de Dios no llega nunca como una recompensa a nuestro esfuerzo, hay que sacarse de la cabeza que a Dios lo alcanzamos con nuestros méritos, con nuestro esfuerzo, con nuestra dedicación, con ser gente buena, portarse bien y bajar la cabeza, Dios es el que hace todo, Él es la respuesta a nuestras mas profundas necesidades, la meta de todo camino interior es llegar a ponerse en manos de Dios.
André Louf habla de una espiritualidad de la flaqueza y dice “toda práctica de acética, aunque debe proponerse como objetivo llevar a la persona hasta el punto cero donde se desintegran sus fuerzas y se confronta con su debilidad pura y dura, su corazón queda quebrantado y desecho y lo mismo le sucederá con todos sus proyectos humanos de perfección, en ese corazón contrito y quebrantado por la experiencia de su radical impotencia puede penetrar la fuerza de Dios y empezar Él su obra de nuevo. La acética que es la práctica encaminada a la liberación interior y al alcanzar la virtud parece un nuevo prodigio permanente en el corazón contrito confrontando con su propia impotencia y al mismo tiempo con la omnipotencia de Dios”. Hacer un camino de espiritualidad en la debilidad supone avanzar con la práctica de lo que nos toca hacer todos los días sabiendo que vamos hacia el punto límite de encuentro con aquello que en nosotros es absoluta fragilidad, no para quedarnos desvalidos delante de la vida sino porque solo desde este lugar de conciencia clara de nuestra flaqueza podemos dejar que Dios haga de lo que mejor sabe hacer, de Dios.
Cuando hemos desarrollado un camino de seguimiento del Señor y hemos intentado ponernos a la altura de lo que Él nos pide, cuando nos llama a ser sus discípulos hemos iniciado un camino acético, que es esta práctica encaminada a liberar interiormente el corazón y desarrollar la virtud, la fuerza interior que nos permite ponernos al alcance de lo que Dios nos pide para el camino, cuando hemos iniciado este camino la experiencia seguramente ha sido la de confrontar no con la fortaleza sino con la debilidad, con la experiencia de que no podemos mejorar sin la gracia de Dios de la que dependemos en todo, por lo tanto es bueno desconfiar de nosotros y de nuestras posibilidades para contar solo con las posibilidades de Dios, solo en sus manos podemos, cuando en sus manos nos ponemos, a pesar de todos los fracasos. Los monjes hablan y llaman a la práctica de la acética su aliada, porque sin el esfuerzo de la acética o el entrenamiento espiritual la gracia vendría a ser entendida como un tapa huecos muy cómodo, la gracia es tapa huecos cuando nosotros no hacemos aquello que popularmente sostenemos “A Dios rogando pero con el mazo dando”, o también ora y trabaja que estos dos tiempos bien diferenciados y distintos no aparezcan como dos cosas divorciadas dentro de nosotros mismos, cuando nosotros llegamos a la convicción de que a pesar de mis esfuerzos no logro mejorar en la vida, entonces estamos en disposición de comprender mejor el significado de la obra de Dios y de la gracia de Dios y lo que el Cura Rural escribe en el diario de la novela de Bernanoz “Todo es gracia”, Louf explica con un ejemplo “Imaginate el caso de un joven monje que viene al Abad y le pregunta, ¿puedo mañana levantarme una hora antes? Puedo hacerlo muy bien, créame. Bien, responde el Abad, si puedes hacerlo entonces no es necesario, carece de sentido, porque si es así te encuentras ya en el lado de los justos”. Muy distinto sería el caso si el joven monje dijera, este es mi punto débil y yo siento que Dios me pide eso para hacerme ver su fuerza en mi debilidad. Esto es acética dice Louf y evidentemente no todos están llamados a practicarla, solo cuando avanzamos sobre nuestra debilidad y nos ponemos en las manos de Dios crecemos si no, o nos hacemos unos evadidos de la realidad, Dios es un tapa huecos, o unos titanes interiores que lo único que hacen es fracasar a cada paso.
A veces uno se hace la imagen de hacer las cosas como Dios manda y como Dios pide y nos decimos, a partir de mañana empieza el hombre nuevo a recorrer las calles de la ciudad, a ser un hombre nuevo en la casa y todo va a comenzar a ser distinto y nos hacemos miles de proposiciones y de propósitos y nos planteamos claros objetivos que tienen que ver con la revisión de la vida donde sabemos que estamos flaqueando, pensamos que lo podemos todo, nos nace la omnipotencia de adentro clamando por un cambio, que lo intentamos y lo buscamos, tal vez solo con nuestra fuerza y sin contar con la fuerza que viene de lo alto, la única que nos permite de verdad en nuestra debilidad dejar que Dios haga de eso que mejor sabe hacer, de Dios. La acética, este camino de purificación interior y de crecimiento en la virtud, no consiste en hacer pruebas de fuerza sino en conocer los propios límites para ponerlos en las manos de Dios, Louf lo dice así “Estoy convencido de que la acética no puede ser mas que un gesto de seres pobres y débiles que se fían de la gracia, de lo contrario seríamos unos paganos, a veces no le queda a Dios otro remedio para llevar a los hombres al conocimiento de su propia debilidad que permitir el pecado. Decía Isaac de Ninive “Cuando a Dios ya no le queda otro remedio permite el pecado y lo permite para llevar al hombre al conocimiento profundo de su debilidad y de su flaqueza, es el último remedio y a veces se sirve Dios de él porque sus fuerzas se manifiestan mejor en la debilidad.
Porqué Dios permite el pecado, como dice Isaac de Ninive para ponernos en contacto con nuestra debilidad, porque mi pecado se desvanece en todas las vanas ilusiones que me había formado sobre mí, sobre mi camino de seguimiento del Señor, sobre mi forma de crecer en el perfeccionamiento, de ser mejores, esa aspiración humana que justamente se ve truncada por la fuerza del mal que ataca y opera en nosotros desestructurando y deshaciendo en nosotros todo intento de crecimiento de madurez, en el pecado compruebo que mi acética no me ha servido de nada para evitar el pecado y llego a la conclusión de que no puedo darme a mí mismo garantías de no pecar más, seguiré creyendo si Dios no me sostiene podré ensayar todos los métodos posibles pero sin la ayuda de Dios seguiré siendo y sintiéndome débil, si soy capaz de llegar a esta sincera conclusión ya no me queda otro remedio que el de entregarme a Dios y ponerme en sus manos, esta entrega hace caer por tierra todos los muros de separación que yo había levantado entre Él y yo, me quedaré con las manos vacías pero es mejor así porque me ayudará a reordenarme, a hacerme de nuevo delante de Él, la culpa será entonces como dice el apóstol “Una feliz culpa que me convencerá de mi propia nada” no puedo darme garantías fiables a mí mismo, solo mi garantía es Dios por eso como dice Pablo “Yo me glorío en mi debilidad”.
A veces nosotros en la vida espiritual nos constituimos en mister músculos y creemos que en el desarrollo de una actividad determinada por mas espiritual que sea vamos a vencer aquellas dificultades que encontramos como límite o como heridas en nuestro corazón sin ahondar en ellas y sin ponerlas en las manos de Dios, te animas a decir cuándo te pusiste la coraza de mister músculo y dijiste, con esto yo puedo y volviste con la cabeza gacha, sería bueno poder constatar que nosotros también hemos intentado un camino de mejora y el hombre nuevo es peor que el de ayer, esa constatación de decir que mañana empiezo y empiezo mañana nos ha hecho en mas de una oportunidad descubrir que mañana es muy corto y para siempre es imposible si no lo ponemos en las manos de Dios a esta experiencia de fragilidad que solo en Él lo podemos.
En estos tiempos el sentimiento de omnipotencia anda rondando por allí y en más de una oportunidad, tus buenos propósitos en la vida han encontrado un punto límite donde el fracaso dijo aquí estoy pero no para mostrarte la cara oscura de la realidad o para entristecerte y palidecer tu vida sino para decirte por acá no va la historia, la historia va por un Dios que siendo celoso de si mismo sabe que el Señor de la historia es Él, si has intentado construir una historia lejos de Él seguramente te has encontrado que tu omnipotencia se dio por el suelo, esta omnipotencia es la que dijimos yo con esto puedo y avanzamos hacia delante y dimos varios pasos para atrás.
La expresión de Louf es un ir y venir una y otra vez sobre lo que Pablo nos dice en 2 Corintios 12, 9 “Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta principalmente en tu debilidad” lo paradójico en la vida consiste en la posibilidad de experimentar la fuerza en la flaqueza, a esta espiritualidad Louf la llama espiritualidad de los flacos que son los que se reconocen débiles, en nuestro camino de ser mejores tenemos a veces el sentimiento y la autoconvicción de poder seguir solos adelante en la conquista de lo que nos hemos puesto como objetivo hasta que comenzamos a experimentar que hay algo dentro nuestro y alrededor que nos dice hasta acá, si das un paso mas vas a romper con los códigos de los límites que después se te vuelve en contra, llega el fracaso y entonces nos damos cuenta de la inutilidad de nuestro esfuerzo y de la absoluta necesidad de ponernos en las manos de Aquel que sí puede en nosotros, si de verdad le creemos que para Él todo es posible, la gracia se instala en nuestra debilidad y transforma nuestra vida allí donde nosotros hemos llegado al punto donde decimos hasta aquí me da la vida.
Padre Javier Soteras
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