Espiritualidad para el siglo XXI. (Segundo Ciclo). Programa 1: Siglo XXI, un siglo que busca su propia interioridad.

lunes, 5 de mayo de 2008
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Texto 1:

 

Siglo XXI, Tercer milenio, la historia gira y gira en espiral. El tiempo nunca se detiene. Corre. Vuela. Pasa frenético, vertiginoso y fugaz. Se desgrana, se acumula, se distiende, se contrae, remolinea, se agita, se gasta, se re-inventa.

 

El tiempo nos lleva adentro: Nos traga, nos marca, nos rige, nos limita.

 

El tiempo nos transita: Transitamos en el tiempo.

 

El tiempo nos tiene a nosotros: ¿Nosotros tenemos tiempo?

 

El mundo tiene su propio tiempo, su edad, su historia. Su propia carga, agobiante y pesada de cúmulos de siglos en su memoria.

 

Este siglo pronuncia el tiempo que vivimos. Nos habla de nosotros.

 

Siglo XXI: Un mundo fragmentado y convulsionado; comunicaciones que nos abren a un universo sin umbrales, ni fronteras; derechos humanos que buscan su propia dignidad; justicias largamente esperadas en medio de innumerables injusticias sociales; sociedad de riquezas para pocos y para muchos nuevas pobrezas; un planeta que pide tregua para su devastación; marginación y exclusión en medio de búsqueda de tolerancia y no discriminación; deseos de una mayor y mejor calidad humana en medio de carencias, insatisfacciones y demandas; jóvenes con nuevas búsquedas y también con nuevas desorientaciones; trabajos y esperanzas, esfuerzos y desafíos, sueños y horizontes en común ….

 

Siglo XXI, tercer milenio, océano inmenso por explorar, nuevos territorios por conquistar, nuevos rostros por reconocer, nuevos nombres y lenguajes por aprender, nuevos silencios por escuchar, nuevas palabras para pronunciar.

 

Cambios para una época que cambia y se transfigura.

 

Hombres y mujeres que quieren hacerse más humanos con anhelos de unidad y fraternidad.

 

Para algunos la fuerza en está en su fe; a otros, les cuesta y les duele creer.

 

Creer en Dios.

Creer en el hombre.

Creer en los demás.

Creer cada uno en sí mismo: En sus sueños y en sus palabras. En sus fuerzas y sus esfuerzos. En lo que puede con los demás y lo que puede consigo. En lo que puede con otros y lo que puede por otros y para otros.

 

“Nosotros” ahora se dice “comunión”.

 

Siglo XXI: ¿Y Dios qué?; ¿Cómo cuenta en todo esto?…

 

¡Dios mío!…. Dios nuestro…. El Dios de Jesucristo.

 

Dios presente y ausente. El Dios al que nos acercamos y el Dios del que nos alejamos.

¿Cuál elegimos: El “Dios distinto” y distante o el Dios cercano y humano?

 

¡Ay, Siglo XXI!: ¿Cuál es tu nombre?; ¿Cómo te llamas?; ¿Qué es lo que quieres?; ¿Qué buscas?…

 

Vivirás cien años: El tiempo que se te es dado para descifrar tu enigma, tu destino, tu identidad.

 

Nuestros nombres están inscriptos en tu historia. Nuestras vidas en tu tiempo.

 

Siglo XXI, un siglo que busca y se busca. Un siglo cuyo nombre aún no conocemos.

 

Un siglo que busca su propia interioridad…

 

 

Texto 2:

 

Cuando leemos toda la realidad con ojos de fe, ella misma se nos vuelve un signo de Dios y de la época en que vivimos, se transforma en “un signo de los tiempos”: Los tiempos humanos, los tiempos de la historia y los tiempos de Dios para nosotros.

 

Estossignos de los tiempos” hay que “interpretarlos para que podamos responder a los perennes interrogantes humanos sobre el sentido de la vida. Es necesario comprender el mundo en que vivimos y su modo de ser, frecuentemente dramático. Vivimos una auténtica transformación social y cultural”.[1]

 

Tenemos que dar con los “los indicadores del futuro, hacia dónde va el movimiento de la cultura”[2], dentro de la cual “el Espíritu de Dios impulsa a descubrir los profundos anhelos y problemas de los seres humanos y el plan de Dios”[3].  

 

“Es un tiempo de vigilia, la gestación de una nueva aurora”[4]: “Nos encontramos ante una encrucijada, cuyas alternativas y posibilidades necesitan ser discernidas. En la trama de la historia, leemos los signos del tiempo, los «signos de Dios»”.

 

 Este presente, “abre paso a un nuevo período con retos y exigencias”[5]. “Todo desafío nos pone a prueba, nos enfrenta a posibilidades contrapuestas que nos sitúan en la alternativa de sucumbir a tentaciones u optar por esperanzas”.[6] La realidad -de acuerdo a cómo nos paremos frente a ella- resulta una tentación o una esperanza, un temor o una oportunidad. Vos, ¿qué elegís que sea? Dale la oportunidad a este tiempo del mundo y a este tiempo de tu vida de ser una ocasión propicia. También el presente puede ser para vos la fiesta de un día especial, un día de gracia que amanece en medio de cualquier noche.

 

 

[1] GS 4.

[2] DP 420.

[3] DP 1128.

[4] LPNE 7.

[5] DA 10.

[6] Ídem.

Texto 3:

 

Sabemos que “la humanidad se encuentra en una hora de opciones fundamentales. Hay que detectar los desafíos que la transformación cultural plantea; e igualmente, discernir las aspiraciones que allí están implícitas”[7].

 

Hay que contemplar, por un lado, lo humano desde la fe, descubriendo cómo inciden los diversos planteos, con sus legítimas aspiraciones y, por otro, ver la fe desde lo humano, ya que el Evangelio es una respuesta a cualquier interrogante de la persona.

 

 Es preciso “conocer y discernir los arduos y complejos desafíos a que nos enfrenta el momento actual”.[8] “La humanidad ha entrado en un período de profundos cambios, una verdadera transformación social y cultural en la que se ve envuelta el conjunto de la civilización. La transformación en curso es tan honda y acelerada que trae consigo una gran inquietud espiritual. En la presente transformación cultural, el hombre entero está puesto en cuestión. La situación actual, plena de interrogantes, es una oportunidad ofrecida al hombre para madurar, en su sabiduría y libertad, a fin de hacer este mundo más plenamente humano”[9]. Esta “oportunidad” histórica que nos toca es el compromiso que tenemos con el presente.

 

En esta primer década del nuevo siglo, en “el comienzo del nuevo milenio, se abre una nueva etapa”[10]

“como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse”[11]: ¿Te animás a ir a lo profundo?; ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar?; ¿La vida y la historia te llevan arrastrado o caminas consciente de ser protagonista de tu propio destino?; ¿Hasta dónde te alcanzan los sueños para poder vivir?

 

Inaugurando un tiempo reciente, nuevo y fecundo que está vislumbrándose. Apenas está amaneciendo. La luz se da a luz. Lo que no vemos, no es porque esté escondido sino porque nuestros ojos están cerrados a nuevas formas. Estamos en medio de muchos avances y también en medio de algunos prodigios, de ciertas maravillas para todos. Tal vez estemos iniciando la “era del milagro”.

 
 

[7] ECC 29-31.

[8] LPNE 11.

[9] ECC 1-3.

[10] NMI 1.

[11] NMI 58.

 

Texto 4:

 

A menudo “nos afligen los grandes cambios que experimentamos pero no nos desconciertan”[12]; “a diferencia de los ocurridos en otras épocas tienen un alcance que afectan al mundo entero en el fenómeno de la globalización. La historia se ha acelerado y los cambios mismos se vuelven vertiginosos. Se comunican con gran velocidad a todos los rincones del plantea”[13]; “en medio de la realidad del cambio cultural, emergen nuevos estilos de vida, maneras de pensar, de sentir, de percibir, nuevas formas de relacionarse”[14].

 

Ciertamente “vivimos un cambio cuyo nivel más profundo es el cultural”[15]. La globalización es el nombre que hoy tiene la cultura mundial y “se manifiesta como la profunda aspiración del género humano a la unidad”[16]. “Es un fenómeno complejo y para su justa valoración es necesario un análisis que permita ver tanto sus aspectos positivos como negativos”[17].

 

Sabemos que “muchos se sienten desorientados frente a este cambio cultural. Sin embargo, el anuncio del Evangelio no puede prescindir de la cultura actual. Ésta debe ser conocida, evaluada y, en cierto sentido, asumida”[18]porque es así cómo la fe “se enriquece con nuevas expresiones y valores”[19].

 

Hay que seguir expandiendo el horizonte. Tenemos que salir, andar, acortar distancias, encontrarnos y re-encontrarnos, conocernos y re-conocernos. Transitar el mundo, caminar en compañía.  ¿Estás preparado para hacer el viaje?; ¿Cuál es el umbral en dónde estás?; ¿Adónde empiezan tus fronteras?; ¿Cuáles son tus límites?; ¿Seguís buscando?; ¿Qué va quedando de tus búsquedas?…

 

 

[12] DA 20.

[13] DA 34.

[14] DA 51.

[15] DA 44.

[16] DA 60.

[17] DA 61.

[18] DA 480.

[19] DA 479.
Texto 5:

 

 Estamos en los primeros años de este nuevo milenio y del siglo. Esta transición de un milenio y de un siglo a otro no se hace automática, mecánica, ni matemáticamente, como si fuera sólo un cambio de fecha en el almanaque.

 

Los cambios culturales no son tan inmediatos. No se hacen de un día para otro. Algunos perciben esta transición como un lento atardecer que agoniza hacia las sombras. Para otros, es un paulatino amanecer que busca la plenitud de la luz y la definición de figuras y  formas.

 

Hay un instante del amanecer en que, al igual que el atardecer, se está en sombras, pero -a diferencia de éste- se tiene una penumbra que presagia la luz; en cambio en el atardecer, la luz se extingue. Quizás nos parezca que ahora estamos en las sombras. Necesitamos creer que son las sombras del amanecer. Aquellas sombras que presagian la expansión de la luz.

 

Creo en la luz. Creo que va amaneciendo sobre el mundo. Creo que las sombras irán menguando y que un día sin ocaso, brillará inextinguible la luz que -aunque tenue- iluminó siempre al mundo.

 

Estamos en la aurora de un nuevo tiempo. “El milenio que amanece es una nueva oportunidad que Dios mismo nos está ofreciendo para vivir este tiempo particular con una mirada impregnada de fe”[20].

 

 Estamos sólo en los comienzos. En los inicios de una nueva sociedad, en la gestación de una nueva cultura. Estas transiciones históricas del paso de un milenio a otro y de un siglo a otro, muchos las ven apocalípticamente, con cierta actitud tremendista y fatalista.

 

No estamos presenciando el “final del mundo" sino "el fin de un mundo": El ocaso de un modo de sociedad que se va transformando en otra. No estamos en el final del mundo sino en el comienzo de una nueva civilización y de una nueva concepción de sociedad.

 

Mientras tanto, no podemos ni exaltar, ni condenar ningún momento histórico. Todos son circunstanciales, fragmentarios y parciales. Así como el sentido de un camino o de una vida sólo se puede entrever al final; de manera similar, el sentido de una época sólo puede discernirse cuando el período histórico ha pasado.

 

Mientras tanto, somos nosotros los que vamos pasando por el tiempo y sólo fugazmente y desde dentro podemos intuir algo. No nos toca juzgar definitivamente esta época. Nos toca aún algo mucho más hermoso: Vivirla. En la medida en que la vivamos, la conoceremos. El desafío es vivir y valorar este tiempo que Dios nos regala. Vos, ¿en que siglo vivís?; ¿Vivís en este siglo o sobrevivís a él?; ¿Renegás del tiempo que te toca como presente o añorás con nostalgia el pasado?

 

Sabemos que este tiempo es para nosotros una cuestión abierta. Es más una pregunta que una respuesta. Más un interrogante que una contestación. El camino queda abierto hacia la construcción de la esperanza y aunque es “una nueva época de la historia caracterizada, sobre todo, por profundas transformaciones. Este amanecer no ha concluido y aunque las situaciones nuevas se han vuelto más complejas, podemos percibir qué es lo que termina pero no descubrimos, con la misma claridad, aquello qué está comenzando”[21].  

 

A menudo percibimos las transformaciones como cambios traumáticos. Enseguida nos sentimos en crisis.En todo caso, “esta crisis es una ocasión providencial”[22].  Dios le está regalando nuevamente al mundo, “otra oportunidad”, levantarse y caminar de nuevo. ¡Todavía hay tanto por hacer!; ¡Hay tanto por soñar!, ¡Tantas ocasiones para ser ingeniosos y creativos en el bien!; ¡Hay tanto para compartir!…

 

 Este tiempo, Dios se lo regala al mundo para que los hombres podamos ser más felices. Todos tenemos que ser felices. Un mundo mejor, sólo se construye con gente más feliz. Nunca puede existir un mundo pleno con personas vacías: ¡Siglo XXI, danos la ocasión de ser más felices!; ¡Despierta, despierta, mundo, a tu propio sueño!

 

 

[20] Ídem.

[21] JSH 3.

[22] NMA 28.
Texto 6:

 

 “El tercer milenio es una ocasión excepcional para meditar acerca del tiempo en el cual estamos sumergidos”[23]. Todo tiempo de la historia tiene su gracia; “la salvación no se realiza al margen de la historia. No estamos llamados a salvarnos «de» la historia sino «en» ella. Estamos ante un futuro difícil de descifrar, en el que se entrecruzan oportunidades y amenazas. Lo inédito de este tiempo es una ocasión para dejarnos sorprender por Dios. Una época nueva de la historia humana es una oportunidad para abrirse a Dios, el Eterno Viviente. No dejemos de invocar al Espíritu de vida para que Él derrame su dinamismo en la historia”[24].

 

Somos parte de la humanidad que transita este presente. Todos tenemos las mismas dificultades y las mismas esperanzas. Compartimos la misma suerte. No vivimos en otro mundo.

 

Sabemos que “no estamos sólo en una época de cambios sino en un cambio de época”[25]; “hay un nuevo camino que emprender, colmados de la esperanza que no defrauda. No vale la pena demorar la partida”[26]; “pertenecemos a una generación inquieta que busca caminos nuevos y que se sabe con recursos para superar sus fracasos y vencer sus dificultades”[27]. Así es como somos profetas hoy.

 

Cada época de la historia celebra su propio canto. Se identifica con luchas y conquistas, temores y anhelos. ¿Qué nombre le pondremos a este nuevo amanecer que nos alumbra?; ¿Cómo se llamará este período de la historia de la cual somos testigos y protagonistas?…

 

Siglo XXI, ¿qué rostro tienes?; ¿Cuál es tu nombre y tu destino?; ¿Cuál es tu designio?; ¿Qué secreto nos traes de Dios?; ¿Qué te ha confiado Él para los hijos de este tiempo?; ¿Cómo se ve desde la eternidad este fugaz fragmento que, como un rápido reloj de arena se va vaciando? Somos las arenas del tiempo que se esfuman y se diluyen.

 

Siglo XXI, ¿Qué latidos tuyos resuenan en nuestro corazón?; ¿Creés en el Dios que sigue vivo y resucitado en este presente?; ¿Vos hoy en qué creés?…

 
 

[23] JSH 8.

[24] JSH 10.

[25] NMA 24.

[26] NMA 99.

[27] ICN 196.

 

 

 

Eduardo Casas.