Texto 1:
La vida espiritual es dinámica como todo proceso vital. Su dinamismo, en gran medida, le viene por su contacto con la vida anímica y emocional que la nutren. La vida psicológica, en todo su espectro, constituye uno de los entramados más profundos de la vida espiritual.
Las emociones, sentimientos, pasiones y actitudes forman parte del sustrato más rico de nuestra psicología. La confluencia entre la vida psicológica y la vida espiritual otorga a nuestra interioridad una movilidad y dinamismo que la llenan de oscilación, movimiento, vibración y agitación. A menudo también de cambio e inestabilidad.
Si empezamos por las emociones advertimos que ellas son esas sensaciones fuertes e intensas que inundan e irrumpen, casi sin querer y sin poder controlarlas, acompañando diversas situaciones, hechos y circunstancias de la vida. Todo puede disparar una emoción: Estímulos internos -un recuerdo, una evocación, una fantasía, un deseo- o también estímulos externos, una música, una voz, un lugar.
Las emociones pueden ser variadas y acompañaban la variabilidad de las situaciones. No todas las emociones son buenas y claras, luminosas y hermosas. Hay emociones oscuras, torpes, perturbadoras, confusas. Hay emociones plácidas, serenas, pacíficas, dulces y hay otras violentas, fuertes, invasoras y agresivas.
El alma se agita y flameaba en un sinfín de emociones que la tiñen de diversos colores y matices. Cada emoción tiene su energía y genera, a la vez, una determinada vibración.
Las emociones impactan de diverso modo según sea la sensibilidad de cada uno. Son efímeras, rápidas, fugaces, momentáneas, perecederas, pasajeras y transitorias. No duran demasiado. Agitan, revoletean el alma, la estremecen pero luego, según sea más o menos su intensidad, desaparecen. No dejan demasiado huellas profundas a menos que sean muy particularmente intensas o violentas. Cada emoción genera una reacción: Algunas nos provocan risa, llanto, admiración, silencio, quebranto, dolor, nostalgia. También nos pueden ocasionar rabia, enojo, ira, vehemencia, desconcierto, perplejidad, temor, miedo, confusión y ansiedad. En fin, nos pueden suscitar una gama inmensa de reacciones en la que se nos muestra todo el espectro en el que se despliega el alma.
¿Cuáles son las últimas emociones que has vivido intensamente?; ¿Alguna te ha impactado de forma particular?; ¿Qué emociones te provocan los encuentros?
Texto 2:
En un nivel mayor de profundidad y de estabilidad en el alma se encuentran los sentimientos. A diferencia de las emociones no son transitorias y fugaces. Los sentimientos son más permanentes y durables. No obstante, también pueden variar, aunque tengan una mayor estabilidad. Hay sentimientos buenos y malos, constructivos y destructivos, luminosos y oscuros, grandes y pequeños, magnánimos y mezquinos, egoístas y altruistas. Toda la gama variada de intensidades del alma se muestran en los diversos sentimientos que puede albergar. Al igual que las emociones pueden ser disparados por estímulos internos o externos a la persona. Casi todas las situaciones humanas generan emociones y algunas también sentimientos.
Hay quienes afirman que entre las emociones y los sentimientos -como entre los sentimientos y las pasiones- sólo hay una cuestión de profundidad. La hondura de la intensidad es lo que marca