Espiritualidad para la segunda juventud, o la segunda juventud como vida espiritual
LA SEGUNDA MITAD DE LA VIDA SE NOS PRESENTA COMO UN VERDADERO COFRE, LLENO DE TESOROS: CAPACIDADES A DESCUBRIR Y A REDESCUBRIR, RESIGNIFICAR, RECREAR, REVALORIZAR. PARA LOS QUE LA ESTÁN TRANSITARLO: ABRIRLO Y ANIMARSE A VIVIRLOS, Y PARA LOS QUE YA ESTÁN DESDE HACE RATO DISFRUTANDO DE ESTAS CAPACIDADES, PARA PONERLE NOMBRE, QUE ES UNA FORMA MUY IMPORTANTE DE VALORARLOS.
Entrevista al padre Eduardo Casas, Asesor pastoral de la Junta Arquidiocesana de Educación Católica.
La segunda mitad de la vida, a la que bien podemos llamar “segunda juventud”, supone una reconstrucción, una recreación personal de las dimensiones espiritual y social de la vida, a partir de un nuevo posicionamiento ante la vida. Y es una segunda juventud porque tenemos que recrear las capacidades que están en la primera etapa de la vida de una forma mucho más intensa, que después, por el declinar natural del tiempo y de los años, a veces van como en ocaso. Hay casos de personas que confirman esto: pasada una etapa de opacidad, de oscuridad, quizá de crisis, recuperan una frescura y una espontaneidad que realmente hace recordar mucho a la juventud: recuperan un brillo en la mirada, una capacidad de asombrarse, sorprenderse de las cosas pequeñas, de lo cotidiano Las personas mayores es como que “estan de vuelta” de muchas cosas, y por eso pueden comenzar a relativizar. Se quedan con lo esencial de la existencia y por eso pueden reconectarse con muchos sentimientos que son básicos y primordiales de la condición humana, como son el sentirse bien, el gustar de la vida, el admirarse de las cosas más sencillas, de los rituales más domésticos que forman parte de ese universo afectivo que arma el entramado vincular de cada persona y es lo más nutritivo que puede tener uno en su alma. Pero se supone que hay un gusto por la vida, un reconectarse con los vínculos, un redescubrir la actividad. Las capacidades no se han perdido ni olvidado.
El tiempo es veloz, la vida esencial, el cuerpo en mis manos me ayudan a estar contigoQuizá nadie entienda, vos me tratas como si fuera algo más que un serRecuerda que ayer era tan normal, la vida era vida y el amor no era pazQué extraño, ahora me siento diferente, pienso que todavía hay tantas cosas para darNo ves que todo va creciendo hacia arriba y el sol siempre saldrá mientras que a alguien le queden ganas de amar.Perdona mi amor por tanto hablar es que quiero ayudar al mundo a cambiar ¡que loco! si realmente se pudiera, todo el mundo se pusiera alguna vez a realizar Se que aún me queda una oportunidadSe que aún no es tarde para recapacitarSé que nuestro amor es verdadero Cuando las oportunidades ya no son infinitas como se vivencian en la primera juventud, las oportunidades que se tienen se valoran mucho más.
¿Qué capacidades podemos recrear o resignificar en esta etapa? Son muy variadas. Podemos empezar a recrear o resignificar, muchas capacidades que hemos tenido, o podemos empezar a adquirir nuevas capacidades. Fundamentalmente la dimensión espiritual es la que hoy vamos a tocar: cuales son las actitudes espirituales que me permiten conectarme para re-habilitar, o re-crear, o re-educar capacidades que fundamentalmente han estado en la juventud pero que ahora se vuelven a revalorizar, y se vuelven a vivir de otra forma. Por ejemplo podemos mencionar la capacidad de disfrutar, de gozar, de festejar y celebrar la vida. A veces tenemos la capacidad contraria, es decir, la incapacidad de poder disfrutar de lo que soy, de lo que tengo y de lo que vivo, la incapacidad del placer vital (eso se denomina “anedonia”) que puede tener que ver con las cosas más profundas o las más simples, con las más importantes o las más insignificantes. En general, esta es una capacidad que vamos perdiendo, sobre todo en el contexto en el que vivimos, de maltrato social, vincular, familiar, personal. En esos contextos tan problemáticos, conservar la capacidad de gozo por la vida es un ejercicio casi ascético, es decir, tenemos que conseguir con una actitud laboriosa, dedicando energía interior, ese buscado resultado del goce. Hay temperamentos que disfrutan naturalmente, pero otros no. Dicho de otra manera: hay que “generar hábitos de disfrute”, y eso tiene que ver con repetir actos. Esa repetición –ese trabajo previo- genera el hábito que después se transformará en una disposición casi natural, más espontáneo. Es tristísimo ver que esa incapacidad del goce por la vida hoy se advierte en jóvenes y a veces en niños. Es el envejecimiento prematuro en el contexto en el que nos van contagiando enfermedades sociales de depresión, de tedio, de sinsentido de la vida, de falta de horizonte, de vacío existencial y de falta de idealismo y de utopía como para seguir caminando. Otra capacidad: reconquistar la dimensión social. A veces la vejez nos recluye en soledades muy individualistas y por lo tanto hay que tender puentes a vínculos comunitarios, solidarios, sociales. Eso da mucha sensación de utilidad a las personas. Unido a esto, recobrar la capacidad familiar de interactuación con otros, incluso con las diversas generaciones de mi familia: insertarme, re-insertarme. No siempre los adultos mayores viven insertos en familias. A veces viven solos, otras veces con otros abuelos. La relación que a veces establecen los nietos con los abuelos es hermosa. El abuelazgo es un rol social hermoso e insustituible. Allí se nota de una manera especial el disfrute de la vida y de los vínculos. Es la reconquista afectiva de los vínculos como lo nutritivo para el alma. También es posible recobrar aquellas capacidades personales perdidas o que se han dejado pendientes, o que nunca se ha podido darles tiempo. También las capacidades que han hecho a lo profesional o al rol social que se ha podido tener en la vida. También recuperar la capacidad emocional, amantiva, afectiva, sensible con el resto de los vínculos o de la realidad nos puede esponjar el alma. Mientras la vida o los contextos sociales cada vez más duros por las exigencias que tenemos que vivir, y a la vez tenemos que defendernos, nos va erosionando, nos va anquilosando, nos va volviendo cada vez más insensibles. Otra capacidad es la espiritual, contemplativa, de la fe, el sentido religioso vuelve a ser un sentido trascendente que puede iluminar toda la vida en este trayecto de la segunda etapa. Muchos comienzan aquí a alimentar su fe cuando antes no la tenían o no era lo prioritario. La fe comienza a tener un lugar más preponderante porque de alguna manera las preguntas más esenciales de la vida comienzan a hacerse también en esta etapa porque vamos camino hacia respuestas también más definitivas. Otra de las capacidades a recobrar es la intelectual: recobrar hábitos de lectura, escritura, instruirse, aprender nuevas técnicas, idiomas, computación. Todo tiene que ver con este re descubrimiento de la faz intelectual que no tiene por qué ser una faz de decadencia para esta etapa de la vida. Mucha gente se dedica por ejemplo a bucear por esta dimensión para la que antes no encontraba tiempo o no le alcanzaban las energías por el hecho de lo que supone la crianza de los hijos. Esas cosas que quedaron pendientes, esos talentos que quedaron enterrados por falta de tiempo, pueden encontrar ahora energía para invertir en ellas. Es darse la segunda oportunidad de la vida en cosas sencillas pero a la vez muy gratificantes. El tiempo vuelve a ser resignificado a partir de aquellas necesidades pendientes que ahora pueden ser atendidas de alguna forma, además, sin todas las tensiones del tener que elegir, de las tensiones de toda la primera juventud de definir un camino. Ahora hay mucho más serenidad interior para poder desarrollar todos esos talentos
A partir de mañana empezaré a vivir una vida más sana,es decir, que mañana empezaré a rodar por mejores caminos;el tabaco mejor y también por qué no, las mejores manzanas,la mejor diversión y en la mesa mejor, el mejor de los vinos.
Hasta el día de hoy, sólo fui lo que soy, “aprendiz de Quijote”,he podido luchar y hasta a veces ganar, sin perder el bigote.Ahora debo pensar que no pueden dejar de sonar las campanas,aunque tenga que hacer, más que hoy y que ayer…a partir de mañana.
Si a partir de mañana decidiera vivir la mitad de mi muerteo a partir de mañana decidiera morir la mitad de mi vida,a partir de mañana debería aceptar, que no soy el más fuerte,que no tengo valor ni pudor de ocultar mis más hondas heridas.
Si a partir de mañana decidiera vivir una vida tranquilay dejara de ser soñador, para ser un sujeto más serio,todo el mundo mañana me podría decir: “se agotaron tus pilas,te has quedado sin luz, ya no tienes valor, se acabó tu misterio”.
Cada golpe de suerte empezaré a medir a partir de mañana.De mi viaje de ida empezaré a volver a partir de mañana.La mitad de muerte empezaré a morir a partir de mañana.La mitad de mi vida empezaré a vivir… a partir de mañana.
Recuperar la capacidad de la aceptación realista, que tiene que ver con que los idealismos de la primera juventud ya han aterrizado un poquito, y por lo tanto ahora tenemos una aceptación u poco más realista de la propia vida, de lo que me ha tocado en la propia historia, de lo que yo soy y puedo, de lo que quiero, de lo que los otros. Son. Por lo tanto, esta aceptación realista también implica muchas cosas en la vida a partir de la aceptación de la propia edad, de las heridas que tengo en mi historia, aceptar todo, que es como el acto de sabiduría esencial que tenemos como para empezar a crecer. Es lo que más cuesta, además, porque transversaliza todas las dimensiones del ser humano: la aceptación corporal, física, la de la propia historia, la de los límites y los talentos, etc. La capacidad para aceptar, sin confundirla como acomodamiento o resignación, está en la raíz de muchísimas patologías sociales y personales, porque no se puede cambiar lo que no se acepta, no se asume. Cuando no podemos aceptar la realidad comenzamos a disociarnos (el niño pequeño no puede, porque no tiene recursos. Por ejemplo, un niño pequeño no tiene la capacidad de aceptar a un padre violento. Para poder hacerlo tiene que disociarse). Un poeta decía “Nada muere más lenta y dolorosamente que los sueños”. Esas idealidades que uno se teje en la juventud van muriendo lentamente y con mucho dolor, y muchas veces nos resistimos a eso, y no hay posibilidad de entrar a ninguna de estas capacidades si no aceptamos la muerte de esos sueños, para que renazcan otros. Hay que tener en cuenta la diferencia entre “aceptación” y “resignación”. La resignación es un acto pasivo: ‘si soy así, qué voy a hacer’: tiene que ver con los brazos cruzados. La aceptación es un acto libre, creativo, resignificativo, de la propia realidad. Tiene que ver con las manos trabajando en la propia materia maleable de la vida. Es como la base que a su vez tiene correlato en la vida espiritual. La humildad es es el cimiento del edificio espiritual y esto tiene que ver con la aceptación. La aceptación es la puerta de la sabiduría. Y nosotros tenemos como ejemplo a Jesús, que al aceptar el aparente fracaso, la derrota, la cruz, la muerte, la soledad de forma explícita, nos proporciona un recurso valiosísimo.
Redescubrir la capacidad vincular, sobre todo a reconquistar aquellas relaciones que se quedaron en el tiempo y que pertenecen a la primera infancia, a la adolescencia, y se quedaron en ese tiempo. Fueron significativas en una determinada etapa de la vida, y luego hubo una gran laguna en la historia. Eso lo reconquisto desde este punto de la vida en el que están las otras personas y que me conectan con la persona que he sido pero a la vez me conectan con la persona que soy. Eso es lindo y rico. Es como casi una necesidad natural de ese reencuentro. Todo esto tiene que ver con revivir nuestra propia identidad desde el hoy pero a partir de las personas concretas. No es un recuerdo abstracto, sino que es el otro el que me trae mi propia vida y la proyección de aquello que he sido, y me devuelve la mirada que tenían de mí en aquel momento. Por eso son siempre reuniones llenas de anécdotas. Por debajo de los chistes y las carcajadas se juegan muchas cosas. Son situaciones de balance donde se produce un trabajo interior. En esos momentos se pueden hablar cosas que en aquel otro momento quedaron sin decir, o no se podían elaborar (por ej. ¿vos sabés que yo estaba enamorada perdidamente de vos?, o la inversa ¿sabés que no te tragaba?, o los secretos que en aquel momento no se podían contar.
Redescubrir la capacidad ocupacional: ha pasado la preocupación de la primera juventud que tiene que ver con las decisiones profesionales, el trabajo, la familia, el proyecto de vida. Ya han sido opciones: tenés o no tenés trabajo, tenés o no tenés familia, has decidido tu proyecto de vida. Ahora viene la ocupación, que tiene que ver con el equilibrio del ocio de este tiempo, donde se puede gozar de la gratuidad de la existencia, pero también se puede gozar de la laboriosidad desde una acción que no es simplemente el activismo en el que estamos en la primera etapa de la vida, sino que es una acción que tiene un ritmo distinto pero igualmente fecundo. Toda esa energía que se robaba la preocupación ahora tiene posibilidades de ocupación que puede tener que ver con los vínculos o con las acciones, o con nuevos proyectos en la vida. Y eso es también muy rico.
Podemos también recobrar las capacidades de los grandes sentidos humanos, por ejemplo: recobrar o alimentar o reeducar el sentido estético, el sentido del humor. Especialmente este último viene casi como naturalmente: como se ha relativizado todo, incluso hasta me rio de cosas que antes padecía. Y ese sentido del humor se desarrolla en toda su gama cromática: el humor rosa, el humor verde, el humor negro, y esto es importante.
También se recupera el sentido de la fe si lo tenía un poquito empolvado, o se adquiere si no lo tenía. El sentido de la vida en general también se recupera: puedo ya tener respuesta a determinadas preguntas, y también determinadas respuestas pueden generar nuevas preguntas. Me voy haciendo también preguntas acerca del futuro que es cada vez más escaso, pero con un presente que es denso e intenso.
Cuando la belleza pase cada beso y cada abrazoserá un grito de belleza serás bella en mi conciencia
Cuando la belleza pase no habrá más lunas nuevasy en un círculo de estrellas brillarás con luz eterna
Cuando la belleza pase te daré todo lo que me quedacuando la belleza pase…quizás no nos demos cuentaOh mi amor! serás bella por dentrobella en el alma y en el fondo de mi corazón
Somos producto de opciones que a veces hacemos inconcientemente, con muy pocos recursos para decidir, influenciados por otros, a veces bien y a veces mal. ¿cómo se procesa esta historia que a veces pesa como una mochila de plomo? ¿qué ideas pueden llegar a ser una buena aceptación amantiva de la propia historia aún cuando ésta haya sido difícil?
Recuperar la capacidad de la esperanza, que no tiene que ver con el optimismo, la buena onda o la ilusión o el idealismo exacerbado de la primera juventud, sino que tiene que ver con una esperanza activa, que ha pasado por el drama de la propia vida, por las fisuras de la propia vida, pero a partir de estas grietas surge precisamente la reconstrucción de la propia historia, del nuevo ser. Por eso la esperanza tiene que ver también con asumir la propia realidad. Y la esperanza no es a pesar de mi propia vida, sino en virtud de mi propia vida y de mi proppia historia. Esta capacidad de la esperanza es a la vez profunda y serena en esta etapa de la vida. En esta sociedad elitista en que vivimos, socialmente no estamos entrenados para esa mirada: lo que habitualmente hacemos es leer la muerte en la herida, y en realidad, esta capacidad de esperanza es ver que en la herida está la vida, porque de allí brota una nueva forma de mirar la vida. Por eso esta capacidad trabaja desde los límites y las incapacidades. Tienen que ver con lo actitudinal: recobrar la capacidad reconciliativa,
MILAGRO DE AMORQuerrán prohibirme que yo crea en el milagro de tu amor.Podrán callar mi voz con guerras, pero jamás mi corazón.Podrán cerrarme tantas puertas, quitarme la respiración.Pondrán en mi camino piedras, pero me salvara tu amor.
Y será tu amor el puerto mas seguro donde quiero anclar mi corazónNo me vencerán los vientos porque se que lo que salvará mi corazón, será tu amor
Querrán dejarme sin certezas poniendo en duda lo que soypero no habrá jamás quien pueda hacer que dude de este amor.Podrán cambiarme las quimeras por realidades sin colorMas no podrán robar la huella que fue dejando en mi tu amor.
No hay pérdidas absolutas, no hay pérdidas totales: por aquello que perdí hay una nueva adquisición, una nueva presencia, un nuevo ejercicio de libertad, y esto a la vez nos hace descubrir que en la vida, si no hay pérdidas absolutas tampoco hay fracasos absolutosLos fracasos o los éxitos tienen que ver con cómo nos paramos frente a la vida y aquello que tal vez en alguna etapa de la vida descubría como pérdida hoy tal vez no lo descubro como tal, y puedo contemplar que en la vida tal vez somos menos fracasados de lo que creemos. Es importante eso: descubrir que en la balanza de la vida están por un lado las pérdidas pero por el otro las nuevas adquisiciones. Con la misma piedra, uno puede tropezarse, otro hacer un proyectil, y otro una escultura. Si alguien puede ver esa relatividad de la pérdida o el fracaso, si puede ver y pasar por esa puerta estrecha, posiblemente podrá pasar a un paisaje enormemente más enriquecedor. Y podremos agradecer esta pérdida o este fracaso porque gracias a él puede descubrir y contemplar un universo totalmente pleno.
“Si se asume positiva y maduramente un fracaso, éste deja de ser tal y comienza a no existir. El fracaso solo existe si uno quiere que exista, si uno se somete a él se condiciona psicológicamente de manera negativa a su influencia. A menudo, las pérdidas y los fracasos son aparentes: depende de cómo nosotros consideramos aquellos aprendizajes que más nos cuestan y nos duelen. Saber perder y fracasar puede resultar una gran sabiduría. Si somos buenos perdedores, entonces, dejamos de perder. Hemos comenzado a ganar. Perder y ganar, lograr o fracasar, ¿comparado con qué, o con quién? En repetidas ocasiones consideramos que hemos perdido o ganado, hemos logrado el éxito o gustamos la amargura del fracaso comparándonos con otros o con las realidades ajenas. No hay que comparar. Perder o ganar, lograr o fracasar, son relatividades. La medida está en cada uno y en la propia mirada.”CUANDO VA AMANECIENDO LA VEJEZ.
Llovizna del corazón humedecido en lágrimas que no caenporque ha llovido antes sobre esta tierra reseca.Sueños que han volado y regresadoviajando por las figuras que la brisa dibuja.Mis manos son huecos vacíos. Parecen cicatrices, huellas del olvido que pisan mi valle.ecos de otras voces que escuché en el pasado.Peso y cansancio en mi equipaje. Tengo alivio al escuchar tu nombre que nunca olvido.Amores del ayer. Nombres que guardo mientras el futuro se resiste.Los días pasan con otro paso. Se detiene la músicaen un ayer que vuelve y me envuelve.Ya no busco, ni encuentro. Ya no gano, ni pierdo.Todo está quieto y silencioso. Sin movimiento.En un lento reposo con nuevos rituales y rutinas.Otro calendario se me ha dado.Me miro de otro modo. Me espero de otra forma.Una leve nostalgia me roza la frente. Te extraño.Dios viene como brisa suaveque se mece en lo profundo del alma arrugada.Todo vive conmigo. Nada me ha dejado.Todo está como entonces.Sólo espero un amanecer profundo. Estiro mi mano y tu mano invisible me espera, me toma, me toca y me acompaña.El miedo es ya sólo un tenue recuerdo.Si pronuncio tu nombre, vuelve la paz.El puente aguarda.Ya no hay deudas pendientes, ni sueños incumplidos,ni espacios vacíos, colmados de nostalgias.Es otro tiempo y otro el reloj.Cierro mis ojos y espero. Me dejo estar.Voy aprendiendo a disfrutar todo, a saborearlo despacio, a gozarlo de a poco.Todo es un inmenso, inmerecido y hermoso regalo.Cierro mis ojos y simplemente soy. Eduardo Casas
IMAGINEMOS CÓMO SERÍA JESÚS DE NAZARET SI HUBIERA LLEGADO A VIEJO.
QUIZÁ, CON LA GRACIA DE DIOS, EL PUEDA DIBUJAR PARA CADA UNO DE NOSOTROS LA PROPIA VEJEZ.
Participan los oyentes:– Tengo el cuerpo enfermo. Trato de estar siempre con el espíritu en alto. Últimamente busco más estar en la cama, estoy con la mirada apagada, he tenido como un quiebre. Busco dentro de mí porque siento que necesito algo y no sé qué es. Soy una persona de oración, de ayudar al prójimo. Sé que un cambio me está esperando, y debe ser para algo, pero no puedo discernir qué. Quisiera seguir con el alma en paz como la tengo, pero quisiera también tenerla alegre.A veces hay que esperar los procesos naturales para que se despierten los procesos sobrenaturales, interiores. Si uno está con achaques eso es un condicionante que limita mucho todo lo demás: los vínculos, las acciones. Creo que en ese proceso hay que estar atento al interior para ver qué es lo que Dios va queriendo y va mostrando. Y buscar exteriormente la contención afectiva
Redondeando: hemos tocado el tema de la “vejez” como “segunda juventud”: una etapa que no es la etapa Terminal de la vida. Es una “etapa bisagra” porque nos abre hacia otras perspectivas no solamente en esta existencia. Para aquellos que tenemos fe, la vejez, la agonía y la muerte no son la última palabra. Nos abre no solo en un plano horizontal sino también vertical. Esta etapa de la vida, como todas las otras,. No hay que idealizarla ni demonizarla. Todas las etapas tienen sus pro y sus contra, tienen sus límites y sus posibilidades, tienen sus riquezas de luces y sombras. Todas son hermosas y a la vez complejas. No hay recetas para vivirlas. Hay que vivir la integridad de la vida y en cada etapa se suma lo vivido anteriormente. Por eso, en cada ser humano conviven, coexisten el niño, el adolescente, el joven que fui, el hombre maduro que soy… todo coexiste y uno se puede conectar con ese niño interior, con ese joven que aún tiene sueños e ideales, con ese hombre maduro que busca la sabiduría. Todos ellos somos, porque la identidad no solo es algo dado sino fundamentalmente algo que se construye en la historia. Por eso la vida no se resuelve en una sola etapa sino en el todo. Cada etapa es una parte de ese todo. Por tanto no hay que pedirle a la parte lo que corresponde al todo. La sabiduría de la armonía única e integral de la vida se va haciendo paso a paso. Pero la vida, es la vida toda, y por tanto no hay que tratar de resolverla en una etapa. Cuando los extremos se van tocando, mientras vamos llegando hacia el final, el anciano se parece mucho al niño en muchas cosas. A su vez, Jesús nos dice que la forma madura de entrar en el Reino de los cielos es ser como niños. Por tanto para el Evangelio la adultez es la medida de la niñez, y ahí entonces coexisten todos los arquetipos. En verdad, el alma humana es un abanico: somos todos y somos uno a la vez.
Animarse a brillar con las luces que hay creer en historias de amortodo el mundo debe decir puedo hacerlo mejor
Todo el mundo puede cambiar y cerrar las heridaslo que es necesario olvidar y dejarlo partir
Decidirse a volar, a reir y llorar y mirar un poco al rededortodo el mundo debe decir puedo hacerlo mejor
Todo el mundo puede salir a buscar su caminopara no esperar que la suerte los venga a buscary aunque cueste creer es preciso aprendery escuchar cuando habla el corazóntodo el mundo debe decir puedo hacerlo mejor
Y aunque cueste creer es preciso aprendery escuchar cuando habla el corazóntodo el mundo debe decir puedo hacerlo mejor
LA VIDA ES BELLAYo, al verte sonreir soy la niña que ayer fui.Si yo velo por tus sueños, el miedo no vendráy así sabrás lo bello que es vivir.
Caen mil lágrimas al mar. tú no me verás llorar,y es que sólo tu alegría amansa mi dolory así yo sé lo bello que es vivir.