18/12/2025 – El pasado viernes 12 de diciembre, en el marco de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, la diócesis de Orán vivió un acontecimiento profundamente significativo: la inauguración del Hogar de Cristo «Padre Diego«. Este nuevo espacio se presenta como una respuesta concreta de la Iglesia frente al flagelo de las adicciones, una problemática que atraviesa a toda la región y genera una creciente preocupación social y pastoral.
La apertura del hogar fue acompañada por una jornada cargada de sentido comunitario y espiritual, que reunió a autoridades eclesiales, voluntarios y miembros de la comunidad. El obispo de Orán, fray Luis Scozzina, expresó el valor simbólico y evangélico de este paso: “Momentos de signos de la presencia del Señor, que a través del cuidado de los más frágiles se hace presente la ternura de un Dios que viene y se abraza a nuestra fragilidad”.
El Hogar de Cristo «Padre Diego» nace de un proceso de resignificación de un espacio histórico para la ciudad. Allí había funcionado el hogar fundado por el padre Diego Calvisi, sacerdote misionero que dedicó su vida al cuidado de niños en situación de vulnerabilidad. Con el cierre de esa etapa y ante nuevas necesidades, la comunidad discernió un nuevo destino para la casa, en sintonía con el trabajo que los frailes venían realizando junto a los Hogares de Cristo. “Nos llevó a plantearnos resignificar este lugar, bien unido a otros procesos que ya se venían gestando”, explicó el obispo.
Actualmente, más de veinte jóvenes se encuentran allí transitando un camino de recuperación, acompañados por un equipo integrado por voluntarios, laicos y personas que ya han atravesado procesos similares. En palabras de monseñor Scozzina, “son todos signos providenciales, que hablan de una Iglesia que quiere ser servidora y misionera”.
La celebración incluyó un acto protocolar y una emotiva Eucaristía, con gestos que expresaron el espíritu del proyecto, como el lavatorio de los pies y la entrega simbólica de la boina del padre Diego. Todo ello reafirma que este hogar no es solo un edificio, sino un signo tangible de misericordia, esperanza y compromiso con los más vulnerables de la diócesis.
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