28/08/2015 – Hace algunos días celebramos el día del niño. Junto al Dr Enrique Orchansky, médico pediatra, reflexionamos en torno a las “nuevas infancias” y la necesidad de acompañar a los chicos en su crecimiento. “Nutrir no es sólo dar alimentos a un chicos”, indicó el doctor.
Cumplimos rituales formales, no está mal reflexionar sobre un día del niño, del padre o de la madre, en donde uno resume lo que siente por el otro y se lo dice. El problema es cuando nos quedamos en la forma, y la forma le va ganando al contenido, en donde sea más importante el envase de lo que va adentro. Eduardo Galeano lo decía, ha pasado a ser más importante el vestido de la novia que el amor por el cuál se casa.
Alejarnos de las formas y volver al fondo de la cuestión, supone celebrar un niño y no el día del niño, porque si hay algo que tenemos que celebrar en esta época es la niñez. Estamos adultizando tanto a los chicos desde tan temprano, en donde los chicos están ensayando cosas que ellos no saben, y por otro lado queremos que sigan haciendo lo que en realidad tienen que hacer que son dos tareas: jugar y aprender. Para ellos ambas tareas son lo mismo, juegan y aprenden. Basta ver un chico de jardín de infantes para ver que juega y aprende al mismo tiempo, y después entra a la primaria y empieza a jugar menos y empieza a aburrirse, y después llega al secundario y ya no sabe por qué está ahí.
¿Cuál es la función de los adultos respecto de los chicos? después de 35 años de estudios de pediatría, pedagogía, cursos y demás, para darse cuenta que en realidad todo estaba resumido en lo que decía mi abuela “se enseña con el ejemplo”. Y qué lastima haber estudiado tanto para volver a la misma síntesis que desde hace años funcionaba muy bien.
Hay cosas que no han cambiado, que siguen idénticas, y que no se modifican. Hacemos regalos para reemplazar nuestra presencia, pidiendo disculpas por no haber estado con ese niño. Así la vida transcurre y los chicos van recorriendo etapas como si fuera un recorrido pre-armado o un surco que tienen que caminar, y eso es muy desilusionante. Entonces estamos los que formamos una legión de gente, que no es poca, para hablar de lo que en verdad necesitan los chicos y para qué están delante nuestro. No están para cumplir nuestros sueños o deseos sino para que descubramos los deseos y sueños de ellos y los ayudemos a que los concreten.
Hay una confusión muy grande entre el apuro y lo urgente. Las generaciones actuales tienen una ventaja respecto de las anteriores, y haciendo foco en estos chicos que van terminando el secundario quieren mirar un nivel terciario, sea de estudio o trabajo, los chicos es como si tuvieran más posibilidades de probar. Pertenecen a una generación que van buscando trayectoria más que trayectoria. Nosotros desde hace años teníamos la promesa de que si trabajamos nos iba a ir bien. Los chicos de ahora no, quizás por algunos adultos que han promulgado demasiado que no hay futuro, que el trabajo no vale la pena, que el estudio no reditúa, etc
Necesitamos recuperar pasiones, mostrarle a los chicos que vale la pena vivir por cosas que nos emociona. Vale la pena de vez en cuando decir delante de los chicos “me encanta esta vida que tengo, doy gracias por ésto”, “me encanta mi trabajo”, “hoy ayudé a alguien”, “estoy estudiando y aprender es para siempre, no para rendir una materia, porque el conocimiento me libera, y porque leer me transporta a un mundo que quizás nunca pueda acceder”. Esos mensajes esperanzadores están al alcance de cualquier persona. No hace falta comprarles la Play 4 con todos los artefactos para que sean felices. Hay que trasladarles el por qué para que cuando ellos armen sus propios proyecto no del “qué quiero hacer” sino del “quién quiero ser”.
El concepto de calidad de vida es distinto para los adultos que para los niños. En los adultos por lo general, pasa por lo material y el concepto es de “lo que tengo soy”. Es curioso repasar los resultados de la 1º encuesta mundial que se está haciendo sobre la percepción subjetiva de los chicos sobre qué es la calidad de vida, auspiciada por UNICEF. Contestan chicos de 8 a 14 años. Los chicos dicen que quieren que los padres griten menos y que acuerden más; que apaguen sus celulares, los padres; que abracen más… Que quieren tener menos horas encerrados en los colegios y tener más actividades para mover el cuerpo; quieren ver más gente contenta; no se quieren mudar.
La calidad de vida que nosotros estamos procurando para los chicos necesita de la opinión de los chicos también. Necesitan comer menos ravioles pero que se los de un familiar, comer con alguien. Alimentarse no es suficiente para llegar a estar sanos y fuertes; alimentarse es estar con alguien, compartir. La palabra comida tiene una raíz comú con comunidad, y la comida es la comunión que uno hace con un plato al medio. También los chicos mayores quieren mirar la cara de alguien y en lo posible la madre, el padre, una abuela, algún familiar con el cual sentirse en comunidad y sentirse a salvo. Eso es nutrirlos. Estamos frente a una epidemia muy feroz de soledad infantil.
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