06/01/2022 – En el ciclo “Renacer a la esperanza”, el abogado y escritor Carlos Barrio y Lipperheide nos ayudó a ver la oración del Ángelus y la fuerza expansiva que tiene la alegría, a partir de la visita de María a la casa de su prima Isabel. “La alegría es algo implícito en la oración del Ángelus. Entre el segundo diálogo de esta oración y el tercero ocurren un montón de cosas que están en el Evangelio. Entre ellas está la visita de la Virgen, con Jesús en su vientre, a su Isabel que está embarazada y esperando el nacimiento de Juan. Esta es la onda expansiva a la que me refiero, María siente una alegría desbordante. Por eso ese encuentro con su prima termina con el Magnificat”, precisó el especialista.
“¿Estamos en actitud de salida o de encierro? De esto nos habla el papa Francisco, que nos invita a ir a las periferias, llevar la riqueza inmaterial. Los magos, los conocidos como reyes magos, estudian el cielo, ven que el universo se mueve y por eso se ponen en movimiento. El saludo de María a Isabel involucra a su hijo Jesús que está en su vientre está alegre, y el hijo de Isabel también se mueve. La presencia de Dios es una luz que invade todo. El saludo de María es un saludo divino, en definitiva. Por eso pensá cómo saludás a los demás, cómo te hermanás con quienes te rodean, sobre todo al inicio de cada día. En el cristianismo, la mujer tiene un rol preponderante, esto se nota en el encuentro de María e Isabel. Para Dios todos somos valiosos”, sostuvo Carlos.
Por último, Barrio realizó esta oración de acogida:
María, hogar de puertas abiertas, madre de la acogida,
que siempre estás atenta a recibirnos … escucharnos … habitarnos.
Que nunca dejás de salir a buscarnos …
a llamarnos, consolarnos, sostenernos …
llevándonos a Jesús, alegría y vida del mundo.
Dame fuerza y apertura para abrir mi casa
y escuchar tu saludo siempre nuevo …
de ojos llenos de ternura …
y manos extendidas a la esperanza …
Revélame María quién soy …
qué camino debo tomar …
a dónde debo ir …
a quién debo acoger …
Y sobre todo María,
revélame el camino de la alegría honda
que me lleva con Jesús hacia la casa del Padre.
Amén.
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