Fares: Es falsa y hace daño la idea de una esperanza que absolutiza el más allá

viernes, 22 de mayo de 2020
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Foto: Padre Diego Fares

22/05//2020 – Para el padre Diego Fares, jesuita argentino, escritor en La Civilta Cattolica, esta idea de esperanza que absolutiza el polo del más allá en detrimento del polo de la realidad encarnada, es como un “opio del pueblo” que nos anestesia a los cristianos, nos encierra en una fe “intimista” para que no luchemos “con sed de justicia” y con obras de misericordia como quiere Jesús. Por el contrario, la esperanza cristiana –agregó- se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas que elevan nuestra esperanza hacia el cielo encarnándolo aquí en la tierra.

Fares compartió estas reflexiones al ser entrevistado, como cada tercer o cuarto viernes de cada mes en el programa Diálogos de Actualidad. Allí afirmó que estamos transitando un tiempo adecuado para hablar de las cosas profundas de Dios: de la fe, de la esperanza y de la caridad; “porque el virus nos ha movido el piso, y en esta tierra removida la semilla del amor del Jesús puede entrar más profundo y echar raíces”.

En este contexto, consultado sobre la esperanza, el sacerdote jesuita habló de esta “falsa idea, que hizo y hace mucho daño, de una esperanza que absolutiza el polo del más allá, de la otra vida”. Al respecto, explicó: “Es como si los poderosos y letrados de este mundo hubieran logrado manipular este polo de nuestra esperanza en la otra vida y de alguna manera nos consintieran e incitaran a que nos dediquemos a nuestros cultos y costumbres, como si fueran los de una secta, volviéndonos insignificantes a nivel público, a nivel social y político”. Abonando con más argumentos su afirmación, sostuvo: “Nos quedamos contentos con una religión privada, intimista, con nuestras celebraciones y comunidades con sabor a Cielo, mientras otros se apoderaron del mundo. Esta viene a ser una esperanza que es opio del pueblo. Que nos anestesia para no luchar con sed de justicia y con obras de misericordia, cuando, en realidad, la esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo encarnándolo aquí en la tierra”, como dice el Catecismo en el párrafo 1820.

Cuando le preguntamos al padre Fares si los dos polos de la esperanza están confrontados, respondió: “La lógica de la esperanza cristiana no opone esperanza en esta vida vs esperanza en la otra. Esto es terriblemente desmoralizante, paralizante. Convierte nuestra fe en la de una secta, nos reduce a lo cultual. A lo sumo, influye en una moral individual, pero está aislada de la política, que es la forma más alta de la caridad, amor al prójimo en totalidad, inseparable del amor a Dios, está aislada de la economía, de la ciencia, del trabajo por cuidar el planeta…”

Por el contrario, añadió Fares: “La lógica de la esperanza cristiana es: si Dios nos ha dado en ‘arras’ (en “garantía”) a su Espíritu –como dice la parábola de los talentos-, quiere decir que todo lo de esta vida debe dar fruto al 100 por uno, al 60 o al 30, y luego, además, se nos regalará la vida eterna”.

Cuando le preguntamos si debemos preocuparnos por cómo será el Cielo prometido, Fares fue contundente: “Ni siquiera debemos tratar de imaginar lo que será ese Cielo, ya que lo mejor que se nos ha revelado es que será algo inimaginable.

Es la tentación de los discípulos que se quedaron mirando al cielo cuando Jesús ascendió. Es la tentación de una Iglesia a la que el imperio le regaló templos y se puso a contratar pintores que pintaran cielos imaginarios. Nosotros nos tenemos que dedicar a «imaginar» lo que puede ser la vida de Dios «habitando entre nosotros» ya en el presente, puesto que nos ha sido dado un Don tan grande”. Y agregó: “La otra lógica «redujo» la Vida Eterna, haciéndonos jugar a vivirla ya aquí, con sueños utópicos aislados, y «redujo esta vida», haciendo que abandonemos el campo de lucha del mundo por estar embobados mirando al cielo. El ángel de la Ascensión nos desencanta de esta esperanza ilusoria en un cielo que siempre será «proyección nuestra». ¡No hay que imaginar el cielo! ¡Esto no es cristiano! Es inútil, porque el Cielo superará toda expectativa. Los cristianos nos tenemos que dedicar e soñar y esperar en esta tierra «renovada por el Espíritu» y en el descanso de esta tarea, «soñar un cielo inimaginable», gozando que sea así”.

La entrevista completa se puede escuchar haciendo click en la barra de audio.